Macri asumió la semana pasada la presidencia pro tempore del G20. En su presentación frente a los representantes de los 19 países miembros presumió de estadista diciendo “que Argentina se ubica en un lugar de relevancia frente al mundo, porque generamos confianza”. Y por supuesto, como mensaje clave insistió con “las oportunidades de inversión en el país” .
Ya explicamos en un artículo anterior algo de la historia y rol planetario de la Organización Mundial del Comercio. Ahora queremos hablar del significado de que este evento se haga en Argentina en particular y en esta coyuntura. Es notorio que existe una línea internacional del imperialismo para recuperar tasa de rentabilidad y remontar la crisis sistémica que arrancó en 2008 y todavía se desenvuelve. Al tramo inicial de sorpresa e improvisación por el impacto de la crisis, al salvataje a los apurones del sistema financiero le siguieron los planes de austeridad para pagar la factura del blindaje a los bancos en base a la confiscación de derechos. Desde el 2014/2015 la orientación de las corporaciones consiste en desplegar cambios en las condiciones de valorización capitalista achatando el precio de la fuerza de trabajo, recortando gasto estatal -para reorientar divisas al ciclo del endeudamiento externo- y profundizar en la periferia de las potencias capitalistas el acceso a commodities más baratos, expandiendo el agronegocio, la megaminería y el fracking. Tomado el mundo como mercado para el capital, los países son cadenas de valor que se integran a ese esquema. La apuesta estratégica de la burguesía neocolonial que gobierna Argentina es ofrecer condiciones de rentabilidad atractivas al gran capital bajo el formato de Tratados de Libre Comercio –TLC. Ese es el cuadro para contextualizar el paquete de reformas estructurales que impulsa Cambiemos en simultáneo con lo que ocurre en Brasil y otros países de la región.
Radiografía del neocolonialismo / Historia reciente
Existe un debate político en Argentina y a escala continental. Se trata de la idea de que las fracciones más derechistas de la burguesía que ahora gobiernan en varios países, vinieron a interrumpir un proceso de desarrollo independiente y antiimperialista que protagonizaba el progresismo de la década pasada. Sin embargo, la realidad es que la matriz dependiente de la economía de la región se consolidó en la década pasada. Claro, gobiernos como el de Macri se juegan a profundizar cualitativamente esa orientación, sin concesiones, sin mediaciones de ningún tipo. Nuestro propósito consiste en enfrentar la ofensiva capitalista de la etapa actual con la mayor unidad de acción en las calles, pero a la vez clarificar el rol también neocolonial del llamado progresismo en la etapa anterior.
Para evitar especulaciones abstractas, vamos a plantear algunos indicadores de la presencia dominante del capital imperialista como articulador económico de la estructura productiva del país.
Según la prensa especializada, tomando hasta 2015 el ranking de las 1000 empresas líderes en Argentina, tenemos los siguientes datos:
- En la rama aceitera y de los cereales, la yanqui Cargill y la francesa LDC, son hegemónicas.
- En alimentación prevalecen la francesa Danone, la suiza Nestlé, con las norteamericana Kraft y Pepsico (todas junto a la nacional Arcor).
- Grandes supermercados, el segundo es Carrefour (Francia).
- En la química por lejos, la primera es Dow (EEUU) y en el rubro bancos, al Nación le siguen en volumen de depósitos y operaciones el HSBC (anglo-hongkonés) y el Santander (España).
- Ni hablar del mercado de semillas, industria “nacional” por excelencia…lideran Monsanto (EEUU) y la suiza Syngenta.
Esta enumeración podría ocupar varias páginas y corroboraría lo mismo: la matriz subordinada de nuestro país se profundiza con Cambiemos, pero no nació en 2015. Se trata de los límites del progresismo capitalista y de la falsa ideología de la presunta burguesía nacional. Pura fábula, operación política para distraer la energía de lucha y cambio social de los pueblos.
Programa y estrategia / Hoja de ruta socialista
Es fundamental desde el anticapitalismo y la izquierda internacionalista oponer a la orientación de las corporaciones una hoja de ruta alternativa, transicional y socialista para toda América Latina. Esto supone retomar tareas de emancipación nacional, de soberanía básica, que la cobardía burguesa sepultó en los siglos XIX y XX, y que el progresismo presunto de la década pasada tampoco puso en agenda: reforma agraria, estado laico, suspensión del pago de la deuda externa, nacionalización del comercio exterior, estatización del sistema financiero, anulación de todos los pactos de subordinación neocolonial, la recuperación de Malvinas. La agenda primaria de una perspectiva antiimperialista y soberana.
Para esa estrategia es crucial el internacionalismo socialista, con la centralidad de la clase obrera movilizada, autoorganizada y articulando un bloque social con todos los sectores populares agredidos por el imperialismo. La confrontación con las corporaciones implica una dinámica de ruptura con los pilares del capitalismo en la región, asentado en el sometimiendo colonial. Estas causas plantean la cooperación solidaria de los pueblos, la complementariedad latinoamericanista: frente de países deudores, para romper con el FMI y el Banco Mundial; soberanía alimentaria, para orientar la producción en el campo hacia el derecho básico a la alimentación suficiente, accesible y saludable; estatizar todo el circuito energético para trazar una transición hacia otra matriz, basada en renovables y limpias. Industrializar nuestros países incorporando tecnología con sentido social, de necesidades mayoritarias, no para reemplazar trabajadorxs y garantizar rentabilidad. Democratización profunda de todo el sistema político secuestrado por castas de privilegiados y corruptos, que gerencian intereses capitalistas contra las mayorías. Democratización de toda la economía, bajo control directo de lxs trabajadorxs del campo y la ciudad. Quebrar las bases materiales del patriarcado, socializando las tareas de cuidado e igualando derechos para todos los géneros e identidades. Pluriculturalidad y derecho a la autodeterminación. Pensar en definitiva, una América Latina que retome una estrategia de federación de repúblicas socialistas, autodeterminadas, en cooperación libre y democrática. Esa es nuestra agenda. Para ese horizonte construimos organizaciones de lucha, anticapitalistas y socialistas de escala internacional y en cada país. Ahora, en lo inmediato contra la OMC en Argentina y los TLC del capitalismo imperialista.
Mariano Rosa