stas últimas semanas el gobierno nacional volvió a la carga con los carpetazos a los jeques sindicales corruptos, el ataque a CTERA y al sindicalismo combativo. Se abre el debate sobre qué postura debemos tomar los que nos consideramos clasistas y antiburocráticos.
El macrismo intenta una vez más retomar la ofensiva luego del duro golpe recibido en las jornadas de diciembre. La irrupción del movimiento de masas dejó al macrismo maltrecho y con terror. La imagen presidencial cayó un 15 % luego de las brutales represiones y el escándalo de la reforma previsional. Pronto sentirán el impacto en la vida diaria los jubilados, que durante el 2018 perderán más de un 50 % de poder adquisitivo en relación al esquema de aumentos anterior.
Este empantanamiento del gobierno produjo que el proyecto de reforma laboral difundido por los medios oficialistas y pergeñado por el yuppie Ministro Triaca, se pospusiera hasta marzo del corriente. Es por ello que están preparando el terreno para poder avanzar con la reforma esclavista.
Una de las aristas de esta avanzada es encarcelar a diferentes impresentables de gremios de tradición peronista, para ensuciar a todo el sindicalismo. Tal es el caso de Balcedo, Caballo Suárez o el Pata Medina. Denunciando la corrupción y anquilosamiento de estos dirigentes, el gobierno intenta poner a la opinión pública de su lado. Estudios recientes muestran que estas cúpulas sindicales tienen un 81,6% de imagen negativa, y un 14,1% de percepción “regular” por parte de la población. Tan solo un 3,4% ve con buenos ojos la gestión sindical en el país. No es casualidad. Los trabajadores saben cómo viven, cómo impiden que surjan sectores de oposición en sus gremios y cómo utilizan lo mejor de los métodos fascistas hacia dentro de los mismos.
La hipocresía del gobierno
Pero esta “persecución a las mafias” es selectiva. Macri no investiga a la familia sindical de los Triaca. O al ex agente del Batallón 601 Gerardo Martínez, hoy aliado del gobierno. O al gremio del fallecido Momo Venegas, el cual fuera “combatiente” y gerente del esclavismo de los peones rurales. El macrismo solo pone contra las cuerdas a los que le conviene, siendo muy selectivo. No busca ir contra la burocracia sindical. Su único fin es adoctrinar a todo el sindicalismo y que la reforma laboral pase en el 2018.
Además, como mencionamos, se intenta embarrar la cancha de todo el movimiento sindical en su conjunto, generando confusión entre los trabajadores. La persecución a los docentes, a los trabajadores del Posadas, a los gremios simplemente inscriptos y a los gremios combativos es una muestra de ello. Lamentablemente el sindicalismo combativo hoy se encuentra atomizado y dividido, perdiendo la oportunidad de golpear como un puño llegando a miles de trabajadores que no quieren ni al gobierno ni a los “gordos”.
Párrafo aparte merece La Cámpora y diferentes sectores del kirchnerismo, que se “solidarizan” con lo más rancio de la burocracia sindical. Nosotros, desde nuestra Agrupación Nacional Clasista y Antiburocrática; no defendemos a ningún burócrata millonario ni corrupto: sólo defendemos a la clase trabajadora, a todos sus derechos y a sus dirigentes injustamente perseguidos.
Por estas razones proponemos poner en pie un modelo sindical distinto (ver cuadro), que garantice las condiciones para que la corrupción sea desterrada de los gremios y la defensa de nuestros derechos sea lo que nos guíe. Es necesario abandonar el sectarismo y convocar a un gran plenario del sindicalismo combativo y todos aquellos que se enfrenten a la reforma laboral; para elaborar un plan de lucha que enfrente a Macri y sus CEOs. Este es el momento donde más hace falta la unidad y potenciar lo generado en las calles en las jornadas de diciembre. Por esta política, los miembros de ANCLA batallaremos en cada lugar de trabajo, para que la fuerza que los trabajadores demostraron, se aproveche derrotando a los empresarios, al gobierno y a los burócratas cómplices.
Modelo sindical: ¿cuál es la mejor forma de organización para los trabajadores?
A lo largo de la historia argentina han surgido diferentes debates respecto a la organización de los trabajadores, que aún hoy continúan en cada conflicto. Dentro de cada gremio actúan diferentes corrientes sindicales y políticas, que reflejan diferentes sectores de la clase obrera y por ende, modos de organización diversos. Un ejemplo de coyuntura es el Hospital Posadas, donde se expresan las diferencias descarnadas entre lo que proponen la CICOP y ATE en ese lugar, frente a los despidos.
A grandes rasgos, desde la cooptación estatal de los sindicatos entre el 40 y 50, podría decirse que comienza el “modelo peronista”, donde todo se resume a la famosa frase: de “los sindicatos son de Perón”. Expresión 100% de ello son las diferentes alas mayoritarias de la CGT, que funcionan con un verticalismo extremo, donde los Consejos Directivos de cada gremio son la cocina de las decisiones de cada conflicto o paritaria. La asamblea existe solo para votar las resoluciones que impone el CD y no hay ida y vuelta entre la misma y la conducción de los gremios. Además de este modelo se desprende la lógica del monolitismo y de las listas únicas, donde si no hay oposición dentro del gremio, mejor. En algún sentido, la pluralidad es negativa según este modelo. Es por ello, que en su momento Moyano dijo: “presentar una lista en mi gremio es más difícil que presentarse a presidente”. Al día de hoy, podemos decir que también intentan transformar la función de los gremios, abandonando la lucha y pasando a la negociación permanente con las patronales.
Por otro lado, la tradición clasista que hoy recoge el sindicalismo combativo, tiene sus diferentes vertientes y debates. Desde nuestra corriente sindical, ANCLA, nos resulta fundamental levantar diferentes banderas como son las del clasismo y la plena democracia sindical. Por ello proponemos un cambio de “modelo”, un cambio en el funcionamiento de los sindicatos y no solo un cambio de dirección. Que la izquierda o agrupaciones clasistas y combativas conquisten comisiones internas o gremios no es garantía de que esos gremios funcionen democráticamente, como lamentablemente razonan los compañeros del FIT o corrientes de la CTA. Es por ello que además de pelear por imponer a la asamblea como base de toda organización gremial, en cada lugar de trabajo luchamos por transformar los viejos estatutos, que favorecen la organización burocrática sobre los trabajadores.
Cuáles son nuestros pilares:
- Total independencia del Estado. Libertad de organización sindical como lo decidan los trabajadores. Derogación de la Ley de Asociaciones Sindicales 23.551, que es la regimentación del Ministerio de Trabajo sobre la vida sindical.
- Plena democracia sindical. Que ninguna decisión importante se tome a espaldas de las bases, sino todo por asamblea: qué medidas de lucha llevar adelante, cuál es el pliego de demandas a levantar, quiénes son los delegados paritarios, etc.
- Basta de monolitismo burocrático. Unidad en la acción y plena democracia interna. Basta de listas sábana donde el que gana, así sea por un voto, se queda con todos los cargos: integración proporcional de todas las corrientes en los cuerpos directivos según su votación.
- Abajo los privilegios. Los dirigentes sindicales con licencia deben ganar lo mismo que en su puesto de trabajo, cumplir dos mandatos como máximo y luego volver a trabajar. Revocatoria de mandato cuando no cumplan o surja un compañero más representativo.
- Unidad y coordinación de las internas y delegados combativos. Por rama laboral, gremio o zona según las circunstancias, para reforzar la solidaridad con cada lucha y unificar los conflictos y reclamos en la perspectiva del paro regional y nacional.
Mariano Veiga
Secretario Gremial de AGIHM