Desde hace poco más de un mes, estamos asistiendo a un intervencio-nismo descarado del imperialismo sobre Venezuela. La intentona fracasada del 23F no será la última. Mientras tanto se sigue profundizado la crisis económica y social que vienen sufriendo y padeciendo millones de trabajadores y el pueblo pobre venezolano, que vive en un país deteriorado al límite, con un presente de pobreza y decadencia insoportable.
Trump aprovecha la desesperación popular por el descalabro de la economía y el enorme desprestigio del gobierno de Maduro, a quien la mayoría de la población, con razón, responsabiliza por sus padecimientos, para lanzar esta injerencia inaceptable sobre la nación venezolana y sigue amenazando con una posible intervención militar para imponer a su títere, el derechista Juan Guaidó, quien se auto eligió como presidente provisional.
El gobierno yanqui cuenta para esta avanzada con la colaboración activa de los gobiernos del Grupo de Lima, totalmente funcionales a los mandatos del «amo del norte», y la complicidad de la Unión Europea y demás organismos internacionales, quienes tras el llamado al «diálogo» juegan el rol del «policía bueno» de esta ofensiva intervencionista del imperialismo.
Este intento golpista supuestamente se lleva adelante en nombre de la «democracia», los «derechos humanos» y la «ayuda humanitaria» para el pueblo. Algo que resulta de un cinismo increíble en boca de Donald Trump y los funcionarios del gobierno más avasallador de los derechos democráticos en el mundo, responsable del hambre de cientos de millones de seres humanos, de guerras sangrientas, de saqueo y éxodos masivos. O de Iván Duque, presidente de Colombia y representante de un régimen de terror responsable de miles de desapariciones y violaciones a los derechos humanos. Y del proto fascista Jair Bolsonaro, defensor de la peor dictadura de la historia de Brasil; que son los encargados de anunciar las posturas serviles del Grupo de Lima junto a otros derechistas antiobreros como Mauricio Macri.
Rechazamos de plano la agresión que se está llevando a cabo. Todo el cacareo sobre la «democracia» que la rodea está puesto al servicio de imponer un gobierno ilegítimo que les permita a las grandes corporaciones expoliar a su antojo los enormes recursos de Venezuela, lo que traerá mas penurias para los trabajadores y el pueblo venezolano.
El gobierno de Maduro
A su vez, es un hecho que el gobierno de Nicolás Maduro ha perdido todo consenso social. Las enormes movilizaciones y protestas en su contra que se desarrollan en Venezuela, a las que se han sumado numerosos contingentes provenientes de las barriadas populares, así lo demuestran.
Su política de sostenerse él y toda la burocracia que lucra con las prebendas derivadas del control del Estado para hacer negociados, provocando un enorme desfalco a la nación, mientras gobierna con capitalistas amigos y sigue permitiendo que las corporaciones extranjeras se enriquezcan, es la responsable de la crisis humanitaria que vive el hermano país caribeño y de la indignación del pueblo venezolano que ya no soporta la prepotencia, la corrupción y las penurias a las que se lo viene sometiendo.
El gobierno actual de Venezuela no tiene nada que ver con la izquierda o el socialismo. Tampoco con el nacionalismo de izquierda de la época de Chavez, que cabalgando en una movilización de masas tomó algunas medidas progresivas que permitieron mejoras importantes en el nivel de vida del pueblo trabajador. Maduro, detrás de un discurso antiimperialista mentiroso, ha revertido ese proceso. Ni siquiera en estos momentos de agresión imperialista y amenaza golpista, ha tomado una sola medida contra las corporaciones imperialistas o la burguesía que está detrás del golpe: sigue pagando deuda externa y permitiendo la fuga de divisas, mientras somete al pueblo a salarios que no alcanzan ni para alimentarse un solo día. El de Maduro es un gobierno capitalista que usa métodos represivos para contener el descontento popular y defender sus privilegios. La burocracia en el poder, con su accionar, es la responsable del fortalecimiento de personajes nefastos como Guaidó, así como el PT lo ha sido del surgimiento de Bolsonaro en Brasil y todo el falso progresismo latinoamericano, de que después de mucho tiempo, vuelvan a emerger alternativas de derecha.
Maduro no puede seguir gobernando seis años más. Ha perdido el respaldo popular y solo podrá sostenerse en base a las fuerzas armadas y una represión cada vez mas brutal, como la que ha desatado Daniel Ortega en Nicaragua, para mantenerse en el poder contra la voluntad de las mayorías populares.
Tampoco puede aceptarse un gobierno títere impuesto por Estados Unidos, sea de la forma que sea. Y si lo intentan por la vía de una invasión militar o un golpe apoyado en sectores del ejército, los trabajadores y los pueblos que diariamente sufrimos las agresiones de la bestia imperialista y las burguesías hambreadoras, tendremos que cerrar filas e impulsar una movilización internacional hasta derrotarlos.
Por una salida obrera a la crisis
Frente a todo esto y ante la enorme preocupación que millones de venezolanos tienen por lo que pueda suceder las próximas semanas, creemos que hoy la salida para Venezuela pasa por la articulación de una serie de propuestas políticas y programáticas, independientes tanto de los intereses del imperialismo yanqui, europeo, chino, ruso y del Vaticano, como del gobierno venezolano y la burocracia que se ha encaramado en el poder.
Es el pueblo trabajador movilizado de manera independiente el único que puede dar una respuesta acorde a las necesidades de la mayoría de la población. Hace falta impulsar e imponer un proceso constituyente revolucionario para que sean los trabajadores quienes discutan y decidan qué hacer con el petróleo, la minería, los salarios, la inflación, la deuda externa, la salud y educación pública, la corrupción y todos los grandes temas nacionales. Y aplicar un plan económico de emergencia que arranque por dejar la pagar la deuda externa, recuperar los millones enviados a cuentas extranjeras, recuperar el control total de la producción, distribución y comercialización petrolera bajo control de sus trabajadores y sin intervención de corporaciones extranjeras, romper todos los acuerdos mineros que saquean el país y destruyen la naturaleza, otorgar con esos recursos un importante y urgente aumento salarial a todos los sectores y un control estricto del comercio exterior y de la producción interna para frenar la inflación castigando a empresas que sigan aumentando precios.
Para fortalecer esta política es muy importante que las fuerzas obreras clasistas y la izquierda revolucionaria venezolana, que se vienen oponiendo al intervencionismo extranjero, a Guaidó y que también enfrentan diariamente al gobierno de Maduro y la burocracia, junto a intelectuales honestos y demás luchadores populares, avancen también en común a conformar una alternativa política anticapitalista y realmente socialista para Venezuela. Con la estrategia de acumular fuerza social y política para que la propuesta de que las y los trabajadores sean quienes gobiernen y decidan todo, vaya ganado cada vez más fuerza, simpatía y apoyo social. Y ayudar a que nuevas generaciones se sumen como militantes a organizarse políticamente por estos objetivos.
- ¡Fuera yanquis de Venezuela!
- ¡Ni Guaidó ni Maduro! ¡Que se vayan todos!
- ¡Por la movilización independiente de la clase obrera y el pueblo!
- ¡Que el pueblo trabajador decida su destino!
- ¡Por un plan obrero de emergencia!
- ¡Que gobiernen los trabajadores!
Anticapitalistas en Red – PST de Turquia
Ankara, 27 de febrero de 2019