El affaire D’Alessio-Stornelli no solo le da letra a los programas de TV: pone otra vez sobre el tapete la hipocresía de una justicia cómplice con el poder de turno.
Ni en los sueños de James Bond. Un simpático pelado se pasea por los programas de TV, se vende a sí mismo como un agente del recontra espionaje. El mismo pelado se sienta en la mesa de los mandos de la Gendarmería en una reunión por la seguridad del G20. Riendo y prometiendo información, el mismo pelado se comunica con un fiscal para “hundir” a uno o cobrarle mucha plata a otro. Estas líneas no son fake news contra los pelados, sino una denuncia de un régimen decadente que no para de exponerse. Acompañame a repasar esta historia.
El verso de la justicia
Buscando en la Real Academia Española, la primera definición sobre justicia que podemos encontrar dice “Principio moral que lleva a dar a cada uno lo que le corresponde o pertenece” y teniendo en cuenta esto es seguro que Marcelo D’Alessio sentía que merecía mucho y se jugó por conseguirlo. El simpático pelado de esta historia saltó a la fama por aparecer en un video extorsionando a un empresario, para que un fiscal de la Nación no lo incluya en una causa archi famosa. Con la típica arrogancia del que se sabe impune no solo promete, sino que cuenta, expone, desarrolla y hace gala de las podredumbres más oscuras del sistema judicial argentino. A lo que vos sospechabas, a lo que sabías que podía pasar, él le pone letra y música. A los que vos hubieses mencionado sin dudarlo él les pone nombre y apellido.
El fiscal de los cuadernos fotocopiados, el paladín de la justicia pide extorsionar y espiar. Los empresarios, esos que “sacan el país adelante”, pagan para no ser incluidos en las denuncias. Los laburantes lo vemos por TV, mientras que de todos lados nos prometen “justicia”.
Lejos de la Real Academia pero muy cerca del capitalismo, la justicia en estas costas no es más que un entramado de estamentos al servicio de sostener el orden social injusto, una telaraña donde todo se puede vender y comprar, espiar y aceitar, en fin, hacer pasar…
Y en el medio de este “juego” entran las agencias de inteligencia, operando en cada caso al servicio de los intereses de turno. La DEA, la AFI, el Ministerio de Seguridad, la Gendarmería y animales sueltos, en un mismo lodo, todos manoseaos.
Independencia de poderes…
En la escuela nos enseñan que nuestro sistema republicano y federal está basado en la “independencia entre tres poderes”. Pocas cosas más mentirosas que esas, en primer lugar porque existe una interdependencia clara entre estos tres estamentos del Estado y en segundo lugar porque cualquier persona con dos dedos de frente puede ver cómo algunos que hoy surgen como los paladines de la justicia antes estaban escondidos en sus despachos operando para el poder de turno. Pocos casos más paradigmaticos que los de los jueces y fiscales federales, partícipes necesarios de todas las estafas contra el Estado en los últimos años, desde las servilletas hasta los videos, siempre involucrados en las intrigas que lavan las manos del poder. Bonadío, Stornelli, Rafecas, Nisman, Oyarbide, Martínez de Giorgi, etc.
Cada tanto sale a la luz algún caso resonante en el que estos siniestros personajes intervienen, pero luego, superada la coyuntura, vuelven a su madriguera impune. Por eso, en esta ocasión no podemos detenernos solo en los mensajes del simpático pelado agente de la DEA, mulo de la AFI y habitual partenaire de la TV, sino que necesitamos desentrañar la maraña de complicidades entre poder político y judicial, y ensayar alternativas. Alternativas por fuera de la supuesta “independencia” y más bien ligadas a un criterio de justicia que acompañe la necesidad de un cambio más profundo, de raíz, de fondo. Para caminar ese camino tenemos que salir de las carpetas y los cuadernos, de los operadores y los operados y pensar un criterio de justicia diferente, donde los que vivimos de nuestro trabajo dejemos de ver el culebrón de los agentes mientras nos roban todo y podamos construir una justicia que nos sirva para vivir mejor.
D’Alessio, Stornelli, Macri y Cristina
El caso de Marcelo D’Alessio ha expuesto con total crudeza una verdad que explotaba por salir a la luz, la justicia es una institución “paralela” al Estado que complementa y fortalece su control sobre la sociedad. Claro que, en algunas oportunidades, la guerra entre facciones políticas puede exponer esas verdades tan celosamente guardadas.
Este caso es una de esas oportunidades, ya que mientras D’Alessio, el espía, falso abogado y pelado simpático mediático está detenido, Stornelli, fiscal federal de la Nación está operando para que la causa donde está involucrado caiga en el edificio donde tiene su oficina. Abiertamente, sin reparos, a pesar de que los audios con su voz ya tienen más reproducciones que el último video de Maluma, Stornelli opera. ¿Hace falta entonces alguna excusa más para pensar en una salida diferente a este dilema? Cambiemos y el PJ utilizan este circo al servicio de sus campañas, se revolean las carpetas y siguen la repercusión en las encuestas, pero todos los caminos conducen a Roma y por eso no hay nadie que se salve de este enchastre. Más bien, quienes nos salvamos de esto somos los que proponemos un sentido de la justicia diferente y un camino para obtenerla distinto, lejos de las supuestas opciones que no son más que caras de la misma moneda.
Demoler la maquinaria de la injusticia
Los socialistas no sabemos de cuadernos y carpetas: entendemos que la justicia, al igual que todos los asuntos del Estado, tienen que ver con la participación abierta y democrática del pueblo trabajador en las decisiones que hacen a los asuntos fundamentales de su vida. Repudiamos los manejos, a espaldas de la población, de los asuntos de interés público. Por eso creemos que en este “affaire” D’Alessio-Stornelli lo mejor es la creación de una comisión investigadora independiente, que pueda investigar hasta el final el entramado de operaciones y delitos. Al mismo tiempo, hay que avanzar en una transformación profunda de la estructura judicial, comenzando por darles de baja a todos los jueces y fiscales federales, elegirlos por el voto popular, conformar jurados populares y reformar todos los mecanismos de control de su actuación, para que el pueblo que vive de su trabajo no sea espectador, cual reality show, sino sujetos de justicia. A estas medidas hay que sumarle la disolución de la AFI (ex SIDE).
Un renglón aparte merecen los operadores mediáticos, vendedores de basura en prime time que ahora, tapados por la basura, patean la pelota a un costado. Estos pseudo periodistas no hacen más que mancillar la tarea de la cual Rodolfo Walsh, Soriano o Arlt hicieron una herramienta de militancia.
Demoler la máquina de injusticia es derrumbar la utilización del macrismo y el PJ de este poder supuestamente “independiente” al servicio de sus intrigas.
Por eso sostenemos la necesidad de dar vuelta todo. Si el objetivo es encontrar la “justicia”, a los únicos que hay que darles lo que “les corresponde o pertenece” es a los trabajadores y el pueblo. A los corruptos y ladrones que se benefician de lo público, ni justicia…
Martín Carcione