En el último tiempo, notorias figuras feministas de distintos países visitaron la Argentina y, por otra parte, Rita Segato abrió la Feria del Libro. En sus declaraciones públicas, de uno u otro modo, todas ellas cuestionaron no solamente al patriarcado, lo cual es obvio, sino también al sistema capitalista. Qué expresa esta sintonía y qué desafíos nos plantea a las y los socialistas revolucionarios.
Muy esperada, la antropóloga argentina Segato fue la estrella de la apertura de la Feria, que este año, y no casualmente, tiene una marcada impronta feminista. En su aplaudido discurso, Segato señaló: “Se torna necesario, en ese camino, ser pluralista antes de ser feminista; tener un mundo radicalmente plural como meta histórica. Meta que no puede ser alcanzada ni por el patriarcado ni por el proyecto histórico de las cosas, que es el de la acumulación capitalista, siempre en tensión con el proyecto histórico de los vínculos, el del arraigo comunal. Tampoco podrán validarse ahí, en la meta de un mundo en plural, los monoteísmos dogmáticos, ninguno de ellos. Porque para el patriarcado, el capital y los monoteísmos fundamentalistas hay una única verdad, una única forma del bien, un único dios, una única forma de futuro, una única justicia. Son, de esta forma, monopólicos, regidos por una lógica exclusiva y excluyente”.(1)
Dos semanas antes, tocó en un boliche porteño la conocida banda rusa de punk-rock Pussy Riot. Su fundadora, la artivista Nadya Tolokonnikova, declaró: “Por suerte, en Rusia muchas feministas hoy están conectando el tema de género con las desigualdades sociales, porque las mujeres sufrimos una exponencial y creciente inequidad. Y sucede que mi país es uno de los más desiguales del mundo, lo que afecta cuestiones ligadas a la agenda feminista… Por todas esas cosas yo soy una feminista de izquierda, y soy socialista. Es bastante loco ser socialista y rusa a la vez, ya que los rusos vivimos cosas terribles durante la experiencia socialista. No creo que eso haya sido realmente socialismo, sino que prefiero definirlo como un capitalismo de Estado. Y por eso me interesa mucho un fenómeno que es nuevo en Rusia, y que tiene que ver con el surgimiento de otras y novedosas formas de socialismo. Ya pasa algo bastante evidente: la gente en mi país cada vez tiene más conciencia social y mayores preocupaciones sociales, y eso es esperanzador…”.(2)
Otra importante presencia feminista en nuestro país fue la de Judith Butler, filósofa norteamericana y pionera de la teoría queer. Durante su exposición en el concurrido predio de la Universidad de Tres de Febrero, Butler planteó: “El proceso neoliberal capitalista está haciendo ahora más que nunca que haya más y más pobres, que la vida precaria se intensifique como nunca antes… El neocapitalismo privatiza la salud y la educación. El cuidado de los hijos se paga con el salario, la salud se paga con el salario y los que no pueden pagar se ven privados de servicios sociales y se endeudan… Tenemos que recordar que el enemigo no está adentro, sino que tenemos un enemigo muy claro afuera del feminismo, que es el régimen patriarcal, homofóbico y capitalista”.(3)
A su vez la escritora española Marta Sanz, al presentar su nuevo libro (4) dijo: “Escribí este texto para compartir la idea de que las mujeres nos estamos pensando, y todas las preguntas y las relecturas de conceptos, experiencias y vidas a los que ha dado lugar este movimiento son muy fértiles para intentar limar nuestras desventajas en el ámbito público y en el privado: la precarización, el riesgo de exclusión y pobreza de las mujeres, la mayor tasa de paro y de temporalidad no deseada, las violaciones, los feminicidios; la evidente brecha de desigualdad que tiene que ver con las clases sociales, la raza y el género”.
Sanz se considera “una feminista que no separa el patriarcado del capitalismo”: “La devaluación del trabajo de las mujeres en el ámbito público, la precariedad y la diferencia de salarios a la baja repercuten en la devaluación del cuerpo de las mujeres en el ámbito privado: es un cuerpo poco relevante, del que se puede prescindir, que se puede golpear, violentar y borrar porque no vale nada. La falta de reconocimiento público, en una sociedad de mercado, motiva los íntimos desprecios. Sospecho que separar el salario de los imaginarios culturales y de los feminicidios es una manipulación injusta. A la vez, espero que la resignificación conceptual, lingüística y social del feminismo opere como palanca de transformación para paliar muchas de las desigualdades que padecemos en las sociedades capitalistas: conocimiento, clase, raza, salud”.(5)
El desafío para les activistas
En general, les artistas e intelectuales, por su sensibilidad o su capacidad de abstracción, reflejan posiciones que van más allá de sus vivencias personales y logran expresar los aires del momento histórico. Nos parece que eso es lo que ocurre con la convicción anticapitalista que hoy crece al calor de la ola feminista que, con desigualdades según los diversos países, viene cruzando el mundo. Por esa razón convergen, entre muchas otras, las voces de una antropóloga argentina, una joven artista rusa, una filósofa estadounidense y una escritora española. Desde ya, coincidir con ellas en ese punto no implica hacerlo con todos sus planteos.
Ya en nuestro libro Mujeres en revolución, editado en 2017, anticipábamos que la dinámica de la nueva oleada global de lucha feminista, al cuestionar a todas las instituciones del sistema dominante, iba a acelerar el avance de la conciencia contra el capitalismo. Bastante más reciente, el manifiesto lanzado el pasado 8 de Marzo por varias referentes norteamericanas va en ese mismo sentido y define al actual movimiento como “anticolonial, antirracista y anticapitalista.”(6)
En efecto; sobre todo entre amplios sectores del activismo juvenil feminista y disidente, es cada vez más compartida la convicción de que nuestro enemigo común es el sistema patriarcal y capitalista, que es uno solo. Entonces una conclusión fundamental es que, como ese sistema explotador y opresor entra en crisis pero no se cae ni se caerá solo, es preciso organizarse de manera colectiva para enfrentarlo y hasta derrotarlo. No hacerlo así o limitarse a reclamar tal o cual reforma puntual termina siendo, intenciones aparte, funcional a su continuidad.
Pues bien; como dicha batalla es de carácter político, ya que si no diputamos el poder lo siguen ocupando y ejerciendo los sectores antiderechos, es decir los partidos del sistema, lo que por ende hace falta además de movilizar es organizarse en un partido político antipatriarcal y anticapitalista: un partido socialista revolucionario e internacionalista como el que estamos construyendo en el MST. Esa tarea consciente y transformadora si las hay, organizarse para dar vuelta todo, es la que te invitamos a compartir con nosotres.
Cele Fierro y Pablo Vasco
1. Página 12, 26/4/19.
2. Infobae, 13/4/19.
3. ANRed, 10/4/19.
4. Monstruas y centauras. Nuevos lenguajes del feminismo.
5. Télam, 13/3/19.
6. Más allá del 8M: hacia la “internacional feminista”.