Al igual que el resto de nuestra clase, los y las trabajadoras estatales la estamos pasando mal producto de la Macrisis. Es que el modelo del gobierno de Cambiemos prioriza las ganancias de los bancos y corporaciones por sobre nuestra calidad de vida. Con la inflación, licúa el salario de los estatales y los acuerdos con el Fondo han acelerado el deterioro de nuestros ingresos. Por ejemplo los trabajadores del convenio general del Estado nacional necesitamos un 65% de aumento sólo para llegar al mismo poder adquisitivo que teníamos a diciembre de 2017. Y ya en ese momento, habíamos perdido el equivalente a 7 salarios cada uno. Ni hablar que en las provincias y municipios la situación es muchas veces peor. Y los compañeros y compañeras más precarizadas (como los monotribustistas) ni siquiera cobran los miserables aumentos que se acuerdan por paritarias.
Además sufrimos 25.000 despidos en el Estado nacional y otros tantos en las provincias y municipios.También el cierre o intento de desguace de sectores de trabajo, en especial los productivos y ligados a ciencia y técnica (Posadas, Astilleros, Fanazul, Yacimientos de Río Turbio, INTI, CONICET, etc).
Con división por arriba, dejan pasar el ajuste
En una primera instancia, los trabajadores y trabajadoras mostramos una disposición a enfrentar el ajuste macrista ante la primera oleada de despidos a comienzos de 2016, con fuertes movilizaciones y luchas en los sectores. Pero de a poco, la Verde y Blanca que conduce la seccional capital y los dirigentes de la Verde del Consejo Nacional y Provincia de Buenos Aires fueron priorizando cada vez más su pelea interna por el control de la caja y el aparato del sindicato sobre la necesidad de los y las laburantes de frenar el ajuste. Ni siquiera coordinan la intervención en los paros, lanzan convocatorias separadas a las que sólo van sus aparatos. No sólo llaman a medidas aisladas y formales, convocadas sin preparación en la base; además dividen la lucha. El extremo son las diversas marchas y contra marchas convocadas por uno y otro sector y el ninguneo de la Verde y Blanca a los paros que convoca el Consejo Nacional dirigido por la Verde. Así nos debilitan para enfrentar el incesante ajuste macrista.
Producto de esta misma división han puesto en liquidación a la CTA hoy dividida en tres, dejándonos sin una central que nos ayude a enfrentar la política del gobierno frente a una CGT que apoya descaradamente al Macri y las patronales. Prefieren reventar todo para cuidar sus posiciones, no se bancan dar francamente y de cara al conjunto de los trabajadores los debates sobre las diferencias que existen e integrar las diversas opiniones porque temen ver cuestionados sus puestos.
En ATE, no manda la asamblea
Para hacer pasar esta política, ambas facciones han ido ahogando toda instancia democrática del sindicato. Los plenarios de delegadas y delegados si se realizan, se hacen sin mandato de base y convocados a último momento por whatsapp. La asamblea general de afiliados se convirtió en un evento rutinario y formal del que la mayoría de los trabajadores ni se enteran y las medidas de acción las deciden entre cuatro paredes unos pocos dirigentes. Ya ni siquiera se molestan en informar las convocatorias a plenarios, elecciones o movilizaciones.
De esa manera, valiosos luchadores y luchadoras, activistas se alejan del sindicato ya que no ven en él una herramienta para defender sus derechos sino una cáscara vacía.
A la vez, la Verde con Solá y la Verde y Blanca apoyando a Cristina están metidos en la interna del PJ y supeditan todo el accionar del sindicato a su política electoral de apoyo a una variante patronal.
Pese a todo, cuando hay alguna convocatoria clara los trabajadores estamos. O sea que el problema no es como dicen las diferentes alas de la burocracia que «la gente no da» o que «tiene miedo» sino que ellos mismos actúan conscientemente para desmovilizar.
En ese modelo sindical cada vez más burocrático coinciden ambas, sin importar cuánto digan que son opuestas.
Unir a los sectores combativos por otro modelo
Frente a ese cuadro, tiene gran importancia que los sectores antiburocráticos del gremio nos juntemos para plantear una alternativa. El 7 de agosto se realizan las elecciones para renovar los Consejos Directivos nacional, provinciales y seccionales, ahí debemos oponer una unidad que enfrente a los diversos sectores de la burocracia.
Con una lista que, empezando por unir a todos los sectores que conformamos el Plenario del Sindicalismo Combativo pero abiertos a una más amplia unidad le dé fuerza a la disputa por un sindicato democrático, con perspectiva de género y para la lucha porque está claro que no vamos a conseguir nuestros derechos por regalo de ningún gobierno.
En ese sentido, dimos un paso positivo en Capital empezando a conformar una coordinación entre agrupaciones y juntas combativas (INCAA, Subsecretaría de Trabajo, INTI, Garrahan) para participar en común en algunas movilizaciones y plenarios. Y que se plantea dar una respuesta independiente ante la pasividad de la conducción respecto de la urgente necesidad de la reapertura de paritarias.
Ya no hay tiempo para dudas ni demoras. Es urgente que avancemos en una lista que integre con representatividad a las diversas corrientes políticas combativas que hacemos vida en nuestro sindicato para estar a la altura del desafío e ir por otro modelo sindical.
Por una nueva dirección democrática y combativa
1. Por un ATE que se plante en defensa de tus derechos
Salario mínimo equivalente a la canasta familiar, indexado a la inflación real, sin sumas en negro. Eliminación del impuesto al salario. Paritarias libres sin techo. Equiparación salarial. 82% móvil.
Pase a planta permanente de todxs los precarizadxs y contratadxs. Reincorporación de todxs lxs despedidxs.
Derogación de la ley de ART. Ley de riesgos del trabajo con cobertura a cargo del estado y controlada por los trabajadores.
Democratización de las obras sociales estatales y cajas provinciales.
Ampliación o inclusión de los actuales períodos de licencias previstos por maternidad y paternidad.
2. Por un ATE independiente de gobiernos y patrones
No a la injerencia del estado en la vida sindical. No al cobro compulsivo de la cuota sindical. Anulación de la Ley 23.551. Libertad sindical plena. Basta de persecuciones y reconocimiento de todas las juntas y delegados electos. Desprocesamiento de lxs luchadorxs.
3. Por un ATE democrático y combativo donde decidas vos y no los dirigentes
Representación proporcional en las directivas y juntas internas y mandatos revocables. Dos períodos y vuelta al trabajo. Licencias gremiales decididas democráticamente y cobrando el mismo sueldo. Finanzas sindicales transparentes y controladas por la base. Fondo de huelga permanente. Delegadxs elegidos por sector, plenarios de delegadxs con mandato y asambleas soberanas para decidir. Congresos extraordinarios para votar los planes de lucha. Unidad de lxs que luchan para fortalecer los conflictos: coordinación de medidas con todos los estatales y unidad de acción con lxs demás trabajadorxs.
4. Por un ATE con perspectiva de género
Proporcionalidad de género en todos los organismos sindicales.
Secretarías de género para motorizar la batalla contra las desigualdades de género y por la plena igualdad de derechos para mujeres y disidencias.
Igualdad salarial real, de condiciones de trabajo y de promoción y acceso a los cargos jerárquicos, la apertura de guarderías o reintegro suficiente. Menor edad jubilatoria para las mujeres.
5. Por un ATE al servicio de un nuevo modelo de país
Por la reestatización de todas las empresas y servicios privatizados, con pase a planta permanente y bajo control social. Plena reactivación de todas las empresas de producción estatales. Por un desarrollo tecnológico autónomo, defensa de la CNEA. No a la injerencia del FMI y el Banco Mundial en el estado.
Unidad de toda la izquierda.