Ya está circulando el programa del Frente de Todos, la coalición de los Fernández y Massa. Más allá de caracterizaciones, con ese bloque político competimos por influenciar el espectro más activo del anti-macrismo en la clase obrera y la juventud. Por lo tanto, la clarificación de la plataforma de ese armado y el nuestro del FIT–MST, es una tarea central del momento. Y llevar este conjunto de ideas a esos sectores sociales.
El programa de CFK arranca con una definición de alianza de clases típica: la estrategia es conciliar intereses opuestos, antagónicos, de trabajadores y patrones. Esta orientación es para ganar tiempo e ilusionar con una utopía reaccionaria a la mayoría anti-macrista: la falsa idea de que existe la predisposición “deportiva” de la burguesía a aceptar ganar “un poco menos” y ceder. ¡Menos que menos en una etapa de depresión económica! La burguesía mundial en esta coyuntura está dominada por la fracción financiera, los bancos y especuladores. Además, está a la ofensiva, sí o sí. Su agenda no es el diálogo, sino la rendición incondicional para las reformas estructurales pendientes. Por lo tanto, nuestra línea en este punto es inclaudicable: levantamos la independencia política de la clase obrera, su proyecto y objetivo de poder sin patrones. Para los cambios que hacen falta, hay que suprimir privilegios de la minoría capitalista, por eso no podemos gobernar con ella, sino preparar su desalojo del poder político.
Keynesianismo de bajas calorías en la apariencia, subordinación en la esencia
El programa del frente de Fernández y Massa, es categórico en este rubro:
- Hay que pagar deuda, generando más divisas con exportaciones
- Hay que incentivar la inversión en Vaca Muerta
- Promover el trabajo con incentivos a los patrones y “modernizar” las relaciones laborales.
Este tramo es crucial, porque define la orientación general de la propuesta económica. Y lo queremos ratificar, una y otra vez: el vértice para un programa de emergencia económica que rescate a la gente, a los que trabajan sin la tutela del “mercado” (eufemismo por burguesía), arranca por suspender el pago de deuda y planificar un default soberano. La protección del trabajo requiere no “mediar en los procedimientos preventivos de crisis”, sino prohibir por ley despidos y suspensiones, y ante cualquier extorsión patronal, ocupar la fábrica y expropiar bajo control de los trabajadores. Es la más elemental medida de defensa del trabajo, del derecho obrero a tener ingreso y producir. Y repartir las horas, y reducir la jornada laboral. ¿Cómo se financia? Con la abolición de la plusvalía apropiada de forma gratuita por los patrones. Y por supuesto, salario equivalente al costo de vida y chau precarización laboral y blanqueo en el sector privado con pase a planta en el Estado.
Además, consiguientemente, definir un sistema financiero estatal, único y centralizado; nacionalizar el comercio exterior con una estrategia en primer lugar proteccionista, pero de la clase obrera y el pueblo del país, no de los patrones nacionales. Son medidas defensivas contra todo recurso de chantaje capitalista, que amenace o concrete fuga de divisas o quiebras fraudulentas y boicot a un plan independiente. Y a la vez, reorganizar el sistema de impuestos: eliminar el IVA, el impuesto al salario y gravar la renta financiera y la gran propiedad. A los evasores, expropiación. En síntesis: un programa de rescate social de la economía a favor de la clase obrera y el pueblo, y una transición hacia un nuevo modelo, sin explotación patronal.
Educación y salud: ¿cosmética progresista o reorganización general?
Son dos puntos de referencia clave para definir la naturaleza de un proyecto político. El frente de CFK abunda en retórica progresista, pero en lo concreto no plantea lo siguiente: multiplicación presupuestaria en base al no pago de deuda; planificación democrática y social, basada en la participación directa de trabajadores y la comunidad educativa / sanitaria y enfoque opuesto en el contenido social: educación para la conciencia, la libertad y el desarrollo independiente del país, no como campo de entrenamiento laboral de mano de obra precarizada. Y en el caso de la salud, reorientar hacia la prevención, la incorporación de infraestructura, de recursos profesionales, y en ambos rubros, estipular salarios equivalentes al costo de vida. Es decir: revolucionar la educación y la salud, para ser puntos de apoyo en el rescate social de la crisis y una salida independiente, de izquierda.
La falsa ideología del capitalismo verde y la bendición papal
Una primera y descarada contradicción del programa del armado kirchnerista es que derrocha preocupación por el “cambio climático”, aunque el centro del impacto socioambiental en Argentina en la sojización; la megaminería y el fracking, que proponen como panaceas. La política socioambiental estaría dada por una apelación a “la sustentabilidad” y las “buenas prácticas”. Todo ese capítulo es insultante a la inteligencia de cualquier activista con algo de experiencia de lucha, y un poco de sensibilidad básica. Claro, apelan a la encíclica “ecologista” del papa. Lo cierto es que, para quebrar el predominio del modelo extractivo, hay que cortar eslabones internos y externos: prohibir agrotóxicos y transgénicos, e iniciar una transición productiva en el campo que incorpore innovación, pero en materia agroecológica; prohibir la megaminería y el fracking, sustituirlos para desarrollo de energía con matriz solar, eólica, mareomotriz. En fin: nuestra perspectiva levanta un curso claro, que es de cuestionamiento y confrontación con las corporaciones. Ninguna utópica conciliación.
Romper el pacto con el clero anti-derechos
El programa dedica toda una larga sucesión de estadísticas en este punto a datos sobre feminización de la pobreza o violencia de género. Pero tiene un pequeño inconveniente: para el país epicentro de la ola feminista / disidente, el pacto con la derecha clerical logra un triunfo en este programa ya que no está aborto legal, no está ESI, ni está el Estado Laico. En definitiva, es una propuesta derechista en materia de “equidad de género” y a tono con la unidad de pañuelos verdes-celestes que CFK levantó ya en el CLACSO en 2018. Es toda una provocación para ese enorme activismo feminista de masas y un llamado de atención crucial para él. E incluso en materia de violencia, el eje no es otro que garantizar presupuesto, control de las organizaciones y perspectiva de género en sindicatos y la justicia. Sin embargo, tampoco está así. Lamentable, pero real. Ser feminista y luchar por la agenda de ese movimiento, implica militar por la izquierda que se unió como bloque electoral y preparar su intervención en la lucha de calles en este frente masivo.
La democracia / farsa como límite: otras reglas, otro modelo político
Varios capítulos del programa tienen referencia a la justicia, la corrupción o la seguridad. El asunto es que no propone ningún cambio ni reformista serio en estos temas. Todo es adaptación conservadora y de la mayor corrección burguesa. Acá también, nosotros decimos otra cosa, distinta, coherente y radical: sistema político sin privilegios, otra justicia, y seguridad social, no aparato represivo y espionaje. Por eso, planteamos para los funcionarios salario equivalente al costo de vida, revocabilidad, uso obligatorio de lo público y desmantelar el aparato de represión y espionaje. Es decisivo para facilitar la participación democrática y masiva en respaldo de las medidas de confrontación anticapitalista que hay que bancar.
Organizar la fiesta leninista, para asegurar derechos permanentes
En un folleto que se llama “Dos tácticas para la socialdemocracia”, Lenin escribió que “las revoluciones son la fiesta de los explotados y oprimidos”. Eso, que es así cuando las grandes masas no soportan más tiene un correlato que requiere organización anticipada, preparación consciente, militancia revolucionaria en la clase obrera y los sectores aliados. En resumen: hace falta una organización profesional para conducir esa “fiesta”, para que no se disipe, derrotar lo que se oponga, para preparar la huelga general, una Constituyente Libre, Soberana y Democrática, y un gobierno de trabajadores, sectores populares y la izquierda revolucionaria. Con esta perspectiva tenemos que luchar. Con esta estrategia usar el campo electoral e incluso la tribuna parlamentaria, para difundir estas ideas, clarificar en la vanguardia y acumular, como preparación activa para los choques que se vienen. Estas claves entonces son de primer orden. Proponemos que sean un eje de deliberación en cada reunión militante, en cada encuentro con simpatizantes y un eje para polemizar duro con el “malmenorismo” que paraliza, desactiva e inyecta escepticismo y desconfianza en la juventud. Hagamos grande y potente el MST, para renovar y proyectar a la izquierda que se unió en lo electoral a la lucha de clases, a la estrategia por el poder.
Mariano Rosa