La ilusión de que puede haber una solución democrática para los palestinos pactada con los dirigentes israelíes ha sufrido un nuevo y brutal revés con el lanzamiento del “Pacto del Siglo”. Desde su formación Israel ha sido un estado enclave genocida del imperialismo contra los palestinos y la revolución árabe.
El estudioso trotskista judío Abraham León, dio una explicación marxista a las características del pueblo judío muy distinta a los que, con distintas variantes, han sostenido su carácter de raza especial u otras variantes fantasiosas. Para León, los judíos constituyeron un pueblo-clase, una formación social pre capitalista ocupada fundamentalmente del intercambio mercantil y del dinero que, actuando como señalaba Marx, “en los poros” de ese desarrollo social, no fue absorbida completamente por el capitalismo, especialmente en su etapa de descomposición imperialista. Fueron considerados “extranjeros” en muchos de los países en que habitaban y sufrieron del “antisemitismo”, que llegó con la masacre de los nazis a su máxima expresión, en la Segunda Guerra.
El sionismo
Sobre fines del siglo XIX las poblaciones judías tuvieron un proceso de radicalización en el cual fueron disputadas por el marxismo revolucionario e ideas socialistas reformistas, como las expresadas en el partido socialista judío Bund. Compitiendo contra ellos e impulsado por la gran burguesía judía surge, liderado por Teodoro Herzl, el movimiento sionista. En la vereda opuesta de aquellos que pretendían que la lucha contra el antisemitismo se ganaba en unidad con la clase obrera y las clases oprimidas contra el capitalismo imperialista, la esencia del sionismo se expresaba en“que la emigración de judíos a Palestina es la única garantía de que no serán captados por los ‘partidos subversivos’” (1).
Los británicos que en 1917, en la “Declaración de Balfour”, reconocían el derecho a establecer un “Hogar Nacional” para el pueblo judío en territorio palestino, traicionaron al final de la Primera Guerra Mundial las promesas dadas a los jeques árabes de respetar los derechos de sus naciones a cambio de su apoyo a la lucha contra el imperio del centro (Alemania, Austria y Turquía). En cumplimiento de los acuerdos secretos de Sykes Picot firmados con sus aliados franceses, dividieron a su gusto la región, reservándose para ellos el Protectorado sobre Palestina.
Las intervenciones británicas en alianza con el sionismo favorecieron la inmigración de judíos provenientes de Europa en importantes cantidades. Con el fin de la Segunda Guerra Mundial y la consiguiente declinación de los británicos, los sionistas retejieron su unión estratégica con EE.UU., nuevo amo del mundo. En 1947, ese órgano imperialista que era la Sociedad de las Naciones(2), sancionó la partición de Palestina, dando paso a la formación en 1948 del actual Estado de Israel.
La población judía del naciente Estado constituía apenas un tercio en relación a la población palestina. Sin embargo, desde un comienzo el sionismo utilizó métodos de guerra civil, para perseguir, masacrar y desplazar a las poblaciones nativas de sus tierras. Un millón de palestinos las abandonaran huyendo de la milicia judía de Haganá y de fuerzas parapoliciales como el Irgún, cuyos métodos no tenían nada que envidiarles a los utilizados por la Alemania nazi en la persecución de los judíos.
La “diáspora” que originó la represión sionista ocasionó que hoy vivan en campos de refugiados, en los países limítrofes, más de 5 millones de palestinos. Muy lejos de la fábula de darle “a un pueblo sin tierra, una tierra sin pueblo”, Israel se formó al igual que el Estado Bóer de Sudáfrica, como un enclave colonial imperialista, desplazando a la población nativa, con el fin de crear un Estado artificial en defensa del interés imperial.
Es una formación que imita al nazismo ya que utiliza métodos de guerra civil para someter a un pueblo entero, degradando sus componentes a ciudadanos de segunda clase, exterminándolos paulatinamente. El sionismo desarrolló en la administración del territorio ocupado un verdadero apartheid, en el que la cárcel masiva de los palestinos que se le oponen y la tortura legal, se suma al confinamiento de poblaciones enteras al mejor estilo del régimen racista derrotado en Sudáfrica por la revolución negra. Su Constitución solo reconoce como ciudadanos a los que profesan la religión judía.
La respuesta de los pueblos árabes
La partición de Palestina y la formación de Israel fue resistida desde un comienzo por los pueblos árabes. Lamentablemente la URSS apoyó desde el comienzo su formación, asistiendo al sionismo con armas, apoyo político y argumentos de izquierda “ya que el nuevo estado sería una herramienta contra el feudalismo de los jeques árabes”. Argumentos que reforzaron a aquellos que desde la izquierda sionista y sectores del “progresismo” de aquellos años difundían la historieta de los kibutz socialistas, y terminaban encubriendo las masacres y la usurpación.
Los gobiernos y burguesías árabes enfrentaron en sendos conflictos armados en 1948, 1967 y 1973 al Estado de Israel. Lamentablemente nunca fueron hasta el final y terminaron pactando con el monstruo sionista. El proyecto de la Gran Israel desde el Éufrates al Nilo ha sido la ambición del expansionismo sionista que, lejos de ocupar los territorios de la partición original de la ONU, ha copado con sus colonias “ilegales” gran parte de la Cisjordania, ocupa las Alturas del Golán pertenecientes a Siria y a convertido ala Franja de Gaza, en una cárcel a cielo abierto para dos millones de almas palestinas que viven en ella en condiciones de hacinamiento y extrema pobreza.
La heroica resistencia palestina y la traición de la OLP
Pese a las persecuciones, a las masacres por parte del que es considerado quinto ejército en armamento del mundo, los palestinos no han dejado nunca de luchar en estos más de 70 años de ocupación, tanto desde el interior de los territorios ocupados como desde la diáspora en los países vecinos.
Han desarrollado grandes organizaciones como fue la OLP, que representando a la nación palestina fue incluso reconocida por la ONU. La fracción en su momento más combativa, la Al Fatah de Yaser Arafat, conquistó su dirección con la consigna de luchar por una “Palestina laica, democrática y no racista”, destruyendo el Estado de Israel. Han sobrevivido a una enorme traición cuando la dirección de Arafat reconoció a Israel y aceptó la formación de dos estados consagrados en los Acuerdos de Oslo firmados por Arafat, el primer ministro israelí Isaac Rabiny el presidente yanqui Bill Clinton en el año 1993. Acuerdos que constituyeron una burda maniobra imperialista para ganar tiempo frente a las intifadas palestinas(3).
El desprestigio de la OLP y de la Autoridad Nacional Palestina que hoy preside Mahmud Abás, dio origen al fortalecimiento de las corrientes islámicas, el HAMAS primero y ahora de la Yihad islámica. La lucha de los palestinos y el pueblo árabe, aún en inferioridad de condiciones frente al monstruo sionista, ha tenido momentos heroicos y capítulos memorables como la derrota de las tropas sionistas en su última invasión al Líbano en 2006.
La experiencia de estos 70 años de resistencia es que no hay variante, negociada con el gendarme sionista, posible. Los dos Estados resultaron una utopía reaccionaria. Está en la esencia del Estado gendarme la destrucción del pueblo palestino y el enfrentamiento a la lucha antiimperialista de los pueblos árabes. El pueblo palestino solo podrá vivir en paz si las luchas de los pueblos de Medio Oriente destruyen el Estado enclave, expulsando a los invasores, restituyendo a los palestinos sus territorios históricos y sobre esa base, construir una nación palestina donde puedan convivir los pueblos de todas las confesiones, democráticamente, como una nación independiente y al servicio de las luchas del pueblo árabe contra el imperialismo.
Gustavo Giménez
1.Estudio preliminar” de Alex Bein al libro de Teodoro Herzl, “El Estado Judío y otros escritos”(extraído de “Israel: historia de una colonización”, publicado en Revista de América N° 12, diciembre de 1973)
2. Antecesora de las Naciones Unidas.
3. Se conocen así a los levantamientos de los jóvenes palestinos que enfrentaron a pedradas al ocupante sionista.