Desde hace unas semanas con los resultados auspiciosos de las vacunas, el gobierno salió a instalar la idea de que la solución del problema Covid-19 es inminente. Al mismo tiempo el ministro bonaerense asegura que hay segunda ola. Nuestra opinión.
Escribe: Gerardo Uceda
Son los grandes capitalistas nacionales y extranjeros los que presionan para que se instale que todo va bien. Necesitan que la gente salga, consuma y trabaje más allá de los riesgos. Sin embargo, la pandemia no acabará con el fin del 2020 ni el comienzo del nuevo año. La polémica alrededor de las vacunas refleja la contradicción entre las necesidades del capital y los datos objetivos de la ciencia.
Pequeño racconto
La aparición de la pandemia fue un golpe tremendo para todos los sistemas de salud y para la economía mundial. Nuestro país no escapó a esa lógica y ahí empezaron las contradicciones y desdichos, el campeón local fue el ministro Ginés quién primero dijo que no le preocupaba, luego que no llegaría, luego que no tan rápido, finalmente que no afectaría demasiado nuestro sistema de salud, todos sabemos que nada de eso se cumplió y el ministro quedó varias veces en ridículo ante el avance inexorable de la pandemia. Por su parte, Alberto en un principio tomó una aparentemente irreductible posición «a favor de la vida y no de la economía» que duraría menos de un mes, para después ir abriendo fábricas, negocios y bancos y también las puertas a la masiva circulación viral.
Pasó de dar cátedra con proyecciones sobre países como España, EEUU y Suecia, a tener que reconocer que Argentina caía entre los países con mayor número de contagios y muertos por millón de habitantes. Y si el sistema de salud no colapsó aún es por la dedicación y profesionalismo de todo el personal de salud, hoy agotado por los errores en el manejo de la pandemia cometidos por las autoridades. La pésima ubicación en materia sanitaria que hoy tiene nuestro país no se debió sólo a la apertura indiscriminada de la economía, disfrazada por Fernández desde el inicio, sino también a la falta de inversión, donde la falta de testeos, logística de seguimiento y trazabilidad viral fue crítica y la ausencia de Unificación del Sistema de Salud con control estatal llevó a que las prepagas y obras sociales retacearan la cobertura en atención y testeos, mientras el gobierno dedicaba sus esfuerzos y recursos en arreglar el pago a los fondos privados y ahora al FMI y a los capitalistas locales con subsidios y no a la gente que padecía las consecuencias de quedarse sin trabajo e ingresos.
Se viene la segunda ola
Se quiere comunicar que con el advenimiento de las vacunas el tema de la pandemia ya está en vías de resolución. De allí la indiscriminada apertura turística, bajando requisitos para trasladarse y vacacionar, el objetivo, al igual que lo fue en Europa, es salvar las ganancias de la temporada de vacaciones. También como en Europa, los expertos coinciden en que el riesgo de una segunda ola es alto, que las vacunas no llegarán a tiempo para poder frenarla, agravada porque en Argentina la primera ola aún no bajó significativamente y no se toman las medidas de protección complementarias. En países como Corea y Japón y en la propia Europa ya se habla de una tercera ola (ver gráfico) posterior a la segunda de la apertura estival y que tiene que ver con la vuelta masiva al trabajo y a las facultades. Nada de esto se está discutiendo en nuestro país en aras de promocionar el salir a gastar y vacacionar para preservar las ganancias de unos pocos.
Pero, para contrariar los planes del gobierno, en los últimos días han aparecido todo tipo de discusiónes sobre las vacunas, si son efectivas o no, si obligatorias o voluntarias y hasta si tienen un contenido político.
La polémica sobre las vacunas
Las vacunas son la única forma eficaz de prevenir e incluso erradicar enfermedades del tipo de la del Covid-19. El 96,5-98% de los argentinos opina igual, que son buenas, seguras y que se vacunarían contra el coronavirus. Y si existe un 2-4% de «anti-vacunas» es probable que esa posición esté fundamentada en que las vacunas son víctimas de su propio éxito, ya que desde 1796 que Jenner descubrió la vacuna contra la viruela y se consiguió que la principal y más mortal de las pandemias de la época desapareciera, han desaparecido prácticamente la polio, el sarampión y otras. Esto es lo que lleva a la falsa sensación de ausencia de riesgo. Pero, obviamente éste no es el caso del coronavirus.
Son el capitalismo y los funcionarios de Estado a su servicio los responsables de la polémica. En primer lugar, porque por su apuro en volver a la normalidad de sus negocios y ganancias, se apresuraron a decretar en forma anticientífica que las mismas ya estaban disponibles, saltándose pasos de protocolares de investigación, como sucedió con la vacuna rusa. O titulan como catastrófica una revisión de efectos colaterales normal como con la de Oxford. Aquí, el inefable Ginés en otro de sus habituales pifies añadió que «la elección de la vacuna era una cuestión científica y de geopolítica» abriendo la puerta a las críticas de la derecha sobre una supuesta vacuna comunista, una pavada. Tuvo que venir la vice Visconti en su auxilio, negando sus dichos. Los laboratorios productores, además, en su carrera por la primicia y ganancias extraordinarias, exageran los problemas de las vacunas de la competencia, incluso se habla de espionaje y sabotaje entre sí, en las cadenas de distribución y logística. Lo que de ser cierto confirmaría la miseria del capital donde la sed de ganancia justifica el retardo en la llegada de vacunas a la gente.
Las vacunas sí tienen problemas reales que no se difunden. Como qué eficacia y seguridad estaría demostrada en un primer periodo, pero no en el largo plazo donde no hay datos aún. Tampoco sobre si habrá necesidad de vacunaciones anuales o no, ni si aparecerán cepas resistentes que obliguen a revacunar por esta causa. Y aunque la vacunación empiece pronto en 2021, de ningún modo significa el fin de la pandemia, porque en un principio sólo se vacunarían los grupos de riesgo (personal de salud, mayores e inmunosuprimidos) y el virus seguiría circulando, a posteriori recién se podría vacunar al resto. Otro problema serán los recién nacidos sensibles al contagio sea por otras personas o por animales, reservorios e infectados. En definitiva, todos los expertos advierten que para controlar la pandemia se necesitarán 2 o 3 años, ni hablar todavía de erradicación. Estamos lejos del falso optimismo del capitalismo que brega por volver al consumo y a sus ganancias.
Nuestra opinión
Nosotros sí nos ponemos incondicionalmente del lado de la gente y su salud. Por ello exigimos que el Estado garantice la vacunación, primero de los grupos de riesgo y luego masivamente sin costo alguno. Como esto es necesario pero no suficiente, insistimos en que se multipliquen los testeos para detectar y aislar los focos que persistirán por algún tiempo según los expertos, y fundamentalmente que se destinen fondos para reforzar el sistema de salud, partiendo de salarios dignos y nuevas contrataciones en planta permanente de personal de salud, en el marco de conformar un Sistema Único estatal, universal y gratuito. Y que se garantice un ingreso acorde a la canasta familiar para todos los trabajadores afectados por las medidas de aislamiento y cuarentenas que hay que aplicar hasta que la pandemia sea definitivamente controlada. Ningún recurso debe distraerse para pagar la deuda externa, por el contrario, todos ellos deben estar destinados a la crisis sanitaria y económica que vive nuestro pueblo.