Como en una mala película, las escenas parecen repetirse. Con el peligro de la circulación comunitaria de la variante Delta los expertos pronostican la llegada de una tercera ola dentro de un mes aproximadamente. Y esto sucede cuando todavía los casos producidos por la 2da. aún superan los 20.000 diarios. A esta altura resulta claro que la culpa no la tiene el virus sino el manejo de la pandemia que hizo y hace este gobierno. Veamos por qué.
Escribe: Gerardo Uceda
En el país como en el mundo entero el coronavirus está dando señales claras que estamos lejos de la solución definitiva de la pandemia. En España, donde se preparaban livianamente para recibir a los turistas de vacaciones estivales, ya están pensando en una quinta ola. En el Reino Unido donde producto de una intensa vacunación y amplísimo plan de testeos habían logrado bajar los casos a menos de 400 diarios, esta última semana treparon a más de 26 mil en un solo día. Israel y Australia, que eran tomados como ejemplos del manejo de la pandemia, ya retoman el uso de tapabocas. En nuestro país los infectólogos y epidemiólogos coinciden en advertir que una 3ra. ola podría azotarnos dentro de un mes o mes y medio, es decir en pleno invierno, con todos los riesgos de mayor transmisibilidad que esto conlleva.
Las razones, como ya veníamos advirtiendo desde estas páginas hace meses, son la aparición de las llamadas variantes mutantes, de las cuales cuatro son las más preocupantes: Manaos, Reino Unido, Sudáfrica y ahora la famosa variante Delta o de la India, a la cual todos coinciden en señalar como la culpable de esta nueva oleada que recorre el mundo y que ya dan por hecho que nos afectará.
Esta variante Delta tiene de particular ser mucho más contagiosa y transmisible que la original de China, pero con respecto a las de Reino Unido y Manaos hay evidencias preliminares de que sería, además, capaz de sortear al sistema inmune y de producir la enfermedad aún en vacunados. Queda la duda aún de si es más severa en afectación que las otras o si el aumento de casos graves y mortalidad observadas se debe a que aumenta mucho el número de infectados. Lo que sí parece probable es que el esquema de vacunación completa de dos dosis de cualquiera de las vacunas testeadas (Moderna, Pfizer, AstraZeneca y Sputnik) claramente baja la gravedad de la infección. Este es el caso de Israel, EEUU y Reino Unido donde con un 50-60% de la población vacunada completamente, la circulación y los contagios no pudieron evitarse que crezcan, no hay un aumento significativo de las internaciones graves ni de la mortalidad proporcional.
La situación de la Argentina
Como dijimos al principio en nuestro país, a pesar de la experiencia de más de un año con el virus, seguimos repitiendo los mismos errores y por ende corremos los mismos peligros. Así lo advertimos cuando se abrió toda la economía, circulación, vacaciones de verano y posteriormente presencialidad escolar, cuando los casos no bajaban de los 6000 diarios, las terapias seguían congestionadas y la segunda ola con las cepas Andina, Manaos y Reino unido que son las que circulan en el 90% de los casos actuales aquí, llegó para pegarnos un mazazo. Los casos rápidamente treparon a más de 20 y 30 mil por día, e impactaron a muchas provincias como Santa Fe, Córdoba y Mendoza de manera grave, afectando a gente 20 años más joven y la mortalidad creció de modo que superamos las 95 mil muertes predominantemente en gente de 50 años.
Así como entre la primera y segunda ola no se tomaron las medidas adecuadas de aplicar testeos masivos que permitieran observar científica y adecuadamente los sitios de circulación viral y realizar cuarentenas estrictas pero localizadas y temporales, hoy las dificultades se multiplican. Y esto es así porque se sigue testeando poco (evidenciado por una positividad de los test que supera el 24-30% cuando un buen índice de capacidad de testeo es menor del 10%) y la presión para continuar con toda la economía abierta la vemos a diario por parte de la derecha y los empresarios por igual.
Pero frente a esta 3ra. ola hay problemas nuevos, en primer lugar, el gobierno reconoce 5 casos de la cepa Delta, pero acepta que llegará indefectiblemente, por más que hayan restringido los vuelos (otro foco de ataque de la derecha y sus socios). Porque sabe que por las fronteras terrestres desde Chile o Brasil se puede filtrar. Y la Argentina no sólo testea poco, sino que también hace poca identificación genómica, con menos de la mitad de la población Chile identifica el doble de cepas que nosotros, ni hablar de EEUU que lo hace 10 veces más. Es decir, tampoco sabemos a ciencia cierta si hay sólo 5 casos. Y esto es importante porque dada la contagiosidad de la cepa, puede pasar de ser el 1% al 50% en cuestión de una semana, como pasó en Inglaterra.
Hay otros problemas que ya mencionamos otras veces, como que nuevamente Argentina entraría en riesgo de la nueva oleada con una meseta muy alta, si antes fue de 6000 casos diarios, hoy son 20.000 y casi 600 muertes. Algo gravísimo desde el punto de vista del sistema de salud, hoy ya agotado, estresado y en peligro de colapsar si se multiplican los casos. También hablamos del invierno y sus problemas por la falta de ventilación de lugares, reuniones y trabajos en lugares cerrados y la sumatoria de otras afecciones respiratorias. Pero el problema de los problemas es que la cepa Delta encontraría a la Argentina con alrededor de sólo el 10% de vacunados efectivamente. Por eso la desesperación del gobierno de mostrar que están llegando dosis de a millones y que se están comprando vacunas de todas las que hay en el mercado, incluso abriendo la posibilidad a que lleguen las de Pfizer, Moderna y Janssen con las que no se tenía convenio. Y este apuro alocado por conseguir vacunas ataca también a la derecha que se pasó un año haciendo manifestaciones antivacunas, una lacra.
¿Qué proponemos?
Repetimos que el gobierno no previó la pandemia ni implementó el plan sanitario necesario para reducir el impacto de contagios y las muertes evitables. Pese a lo que vinimos proponiendo desde el MST y la izquierda y que era posible aplicar, sus medidas fueron muy deficientes para enfrentar la pandemia. Somos muy críticos, pero lo decimos desde el extremo opuesto al de la oposición de derecha. Criticamos en su momento que la cuarentena no haya ido acompañada de testeos masivos, incluso propusimos que fueran más estrictas que la que decretaba Alberto tratando de quedar bien con dios y con el diablo. Dijimos que había que reforzar el sistema de salud unificándolo bajo control estatal para poder hacer frente a los embates de la pandemia. Nada de eso se hizo. Fuimos los primeros de sostener que las vacunas se podían producir en el país de a millones de dosis semanales y denunciamos que no se expropiara a tal efecto el laboratorio mAbxience que producía para AstraZeneca vacunas que en el orden de 200 millones se iban a México para terminar vacunando a la población inglesa. Lo mismo para con Richmond y su producción de Sputnik aún en veremos. Hoy cuando todo el mundo depende no sólo de la vacunación, sino de un completo esquema de dos dosis (en realidad ya se está hablando de hasta una tercera dosis) nosotros tenemos sólo el 10% de la población vacunada doblemente. Y esto es por el doble discurso del gobierno, que mientras hablaba de ocuparse de la salud en vez de la economía hacía lo opuesto, dejando que hicieran su agosto los laboratorios nacionales asociados a los multinacionales. Se eligió una estrategia de vacunar con una sola dosis y distanciar la segunda, porque no teníamos producción nacional de vacunas y los países imperialistas ricos habían acaparado las del mercado mundial, del que nos llegaban a cuentagotas.
El gran riesgo de hoy es entonces que nos agarre la tercera ola, que se superponga a la fuerte segunda que estamos aun transitando y el sistema de salud no aguante como hasta hoy. Por ello, hoy es más imprescindible que nunca expropiar a los laboratorios mAbxience y Richmond, declararlos de utilidad pública para producir los millones de dosis que necesitamos y anular las patentes de todas las vacunas. Y conjuntamente con esto avanzar en la implementación de un Sistema único de Salud para poder enfrentar a la Delta y su 3ra ola.