El deterioro del poder adquisitivo genera descontento en la clase trabajadora y profundiza el repudio a los jefes sindicales, al PJ y al gobierno. Adelantaron las paritarias, condicionadas, pero la bronca no para. Hay que transformarla en pelea desde el sindicalismo combativo. Hacia el paro nacional que se necesita pero no llega.
Escribe: César Latorre
La inflación se alza imparable y deteriora de manera semanal el salario. Se estima que el primer cuatrimestre del año acumulará una inflación por encima del 20%. En el segmento alimentos es aún mayor. Encima, lo que viene no es una desaceleración. Están pendientes los aumentos de tarifas, el impacto del reciente aumento de la salud privada, la telefonía y la conectividad entre muchos otros indicadores que profundizarán esta dinámica.
La pérdida el poder adquisitivo entre los trabajadores muestra números escalofriantes:
. La mitad de los trabajadores están contratados de manera precarizada y tienen un promedio de una pérdida del poder adquisitivo del 40% en el último quinquenio (2017-2022).
. En el caso de los registrados el mismo período muestra una caída del 20%.
. El 80% de las y los trabajadores formales cobra por debajo de la línea de pobreza.
. Según el INDEC incluso el promedio de los trabajadores asalariados de conjunto es de $ 55.823 cuando para no ser pobre se necesitan ingresos por $ 89.690.
A este verdadero descalabro en la situación de la clase trabajadora hay que sumarle el aumento de las malas condiciones laborales, la necesidad de pluriempleo, el aumento de los ritmos de explotación, la reducción del salario indirecto, las intenciones de reformas laborales de hecho y la presión disciplinarias para imponerlas.
El paro, te lo debo
Tanto la CGT como las CTA, ni siquiera mencionan la posibilidad de parar. ¿Qué explica esta situación? En otros momentos, incluso siendo siempre funcionales a los gobiernos de turnos se vieron obligados en algunas circunstancias a llamar. ¿Por qué ahora si estamos peor no se logra obligarlos?
Es un ataque globalizado que se alinea con las exigencias políticas del fondo monetario y que, sin embargo, no desata una huelga general ¿por qué?
Hay una confluencia de, al menos, cuatro factores que pueden dar una primera explicación a este problema hasta el momento.
1. Pérdida del control de los paros
En los últimos paros se comenzó a evidenciar la falta de control que tenía la burocracia de los mismos. Cuando los convocaban domingueros (sin movilización) aparecía en escena el sindicalismo combativo y la izquierda como un actor real del paro, con un discurso más radicalizado con propuestas más de fondo que contaban con la simpatía de las y los trabajadores y se proponía como alternativa ante millones.
Las que fueron con movilización terminaron con desbordes como cuando se trató la reforma previsional. La movilización le arrancó el paro y aunque maniobraron convocándolo a último momento y desde el mediodía, varias seccionales de distintos gremios movilizaron y fueron parte del enfrentamiento con las fuerzas represivas en diciembre de 2017. Pero más emblemático aún fue la movilización del 7 de marzo del mismo año que había terminado tomando el escenario al canto de «paro, paro, paro» y repudiando a los dirigentes que tuvieron que salir custodiados para no terminar, en el mejor de los casos, como el histórico atril de la CGT que voló de mano en mano.
2. Mayor integración al gobierno y al Estado
El modelo sindical vigente tiene como uno de los pilares fundamentales su Estatización. Esto es, su subordinación al Estado capitalista. Esta subordinación es orgánica y funcional. Por ejemplo, el Estado a través del ministerio de trabajo le da la «legalidad» a los sindicatos que quiere, lo cual les confiere la exclusividad de negociación, el marco legal necesario para que estando afiliados, o no, los trabajadores les aportemos igual, la vigencia de las obras sociales y su recaudación, entre muchas otras.
A este elemento estructural se suman las dificultades analizadas en el primer factor para movilizar, lo cual los hace más dependientes porque pierden cierta autonomía al no poder apoyarse en la movilización de las y los trabajadores para forzar negociaciones. Lo cual los llevó a integrarse en todo el arco al gobierno más allá de que ahora, ante la crisis del FdT muestra fisuras en el ámbito sindical
3. Mayor inestabilidad de la situación política general
La fragilidad y crisis del régimen los aprieta aún más a que no hagan nada que pueda derivar en una desestabilización que amenace sus propias ubicaciones de privilegios que este sistema les garantiza. Dirigentes que tienen puestos eternos y que viven como empresarios lo llevan a ser parte del campo de los que defienden el status quo actual. Por supuesto que todo esto no es lineal y las crisis producen cambios, pero al momento es lo que viene pesando más.
4. Insuficiente desarrollo de los sectores combativos
También hay que decirlo, hay otro elemento, y es la falta de un polo de referencia con cierto peso e independencia de la casta dirigente que genere una política alternativa. En este sentido es muy importante, con sus limitaciones, el espacio del plenario del sindicalismo combativo. Con un programa independiente jugó un rol alternativo en los paros de la era Macri y en movilizaciones independientes del gobierno de Fernández. Tiene el desafío de avanzar hacia una mayor coordinación.
Paritarias condicionadas
El Gobierno, la UIA y la CGT pactaron adelantar las paritarias para descomprimir esta situación. Sin embargo, por lo que analizábamos más arriba atomizan la discusión por sector parándose en las «posibilidades de cada rama empresaria» más que en «las necesidades de la clase trabajadora». Y por esa vía fragmentan las fuerzas en vez de salir de manera simultánea para pelear por lo que necesitamos. La CTA por otro lado no saca los pies del plato y va a la misma política.
Y es así que tenemos todas paritarias dispersas con rangos de distintos porcentajes que van profundizando aún más las brechas salariales entre sectores. Incluso hay muchas que aún no se han cerrado.
Las perspectivas
La foto del primero de mayo es muy descriptiva del momento y de la dinámica. La CGT directamente estuvo ausente de las movilizaciones, sólo emitió un comunicado de compromiso en donde encima «reconoce cierto alivio» por la política del gobierno. Alivio a su deterioro debe leerse.
A su vez, el oficialismo debió impulsar un acto sostenido con los movimientos sociales adictos a falta de poder hacerlo con la burocracia sindical.
La otra postal de la foto fue el acto del FITU en la histórica plaza de mayo del cual participaron sindicatos, comisiones internas y delegadxs clasistas y combativos. Se impone superar a la burocracia sindical y ello es un proceso político-sindical.
La crisis de la burocracia es notoria, la interna del gobierno le pega de lleno y la hace más endeble aún. Tenemos que tomar dimensión de su profundidad.
Para que los trabajadores recuperemos nuestra independencia política como clase y haya paros con planes de lucha por nuestras necesidades debemos fortalecer una alternativa político-sindical que verdaderamente esté por un cambio de fondo. En el camino de hacerlo, es imprescindible organizarnos desde cada lugar de trabajo, involucrarnos y aportar a una superación de la burocracia sindical aprovechando las discusiones por paritarias exigiendo salidas de fondo y planes de acción y lucha a la vez que fortalecemos a los sectores clasistas.