Inflación histórica. La última medición que el INDEC presentó el pasado 14 de marzo destrozó cualquier esperanza del plan Massa, tras arrojar una cifra histórica. Con el 102,5% se alcanzó una marca que no se había dado en 33 años y sólo es superada por el 2000% de hiperinflación de 1990. En este marco, para los trabajadores y los sectores populares, la historia de suba de precios sólo viene presentándose como tragedia. Los aumentos permanentes, principalmente en alimentos, que alcanzaron un aumento del 9,8% en febrero (más que el 6,6% general del mismo mes), consolidan la degradación de los ingresos de forma general. Con una inflación que para 2023 puede alcanzar los tres números, queda a la vista que las paritarias al 60% son un arreglo de las burocracias sindicales con las patronales y el gobierno. En paralelo, el plan de «estabilidad» de Sergio Massa, fue vapuleado por la realidad. Su meta del 3% en abril, como tantas otras promesas del Frente de Todos, está a semanas de transformarse en una nueva estafa gubernamental.
Las garras del Fondo. Los niveles de inflación en este país tienen varias explicaciones. Comencemos por la principal: el acuerdo con el FMI que alimenta la inflación al estimular entre otras cosas la timba financiera, saquear nuestras reservas y siempre dejarnos a tiro de una devaluación. También, entre otros factores, se suma el comportamiento de las grandes corporaciones que remarcan de forma permanente. Se estima que gigantes del consumo como Coca Cola, Danone, Mastellone y CCU, por fuera de los supermercados, remarcaron sus productos entre un 30% y 40% el mes pasado. A este combo se suma la crisis mundial que muta de formas, ahora con un posible nuevo crack financiero que ya afectó al Silicon Valley Bank, Signature Bank, y en Europa al Credit Suisse. Se cuela a este escenario una sequía histórica y, obvio, la continuidad de la guerra por la invasión de Rusia a Ucrania. Pero nada de esto es excusa, el gobierno admite que, en este marco, los que ganen sean los mismos de siempre, sin enfrentar ni poner un freno al Fondo y el círculo rojo.
Ajustan para pagar deuda. En medio de este panorama el Frente de Todos sigue pasando la tijera por diferentes esferas del Estado. Según la Oficina Nacional de Presupuesto del Congreso (OPC), en términos globales, el gasto primario tuvo un recorte, en enero y febrero, del 9,4% real interanual. Cifra que tiene su explicación en los ajustes interanuales de: asignaciones familiares (-31,8% real); jubilaciones y pensiones (-2% real, el motivo se centra en que con la nueva actualización de haberes los mismos quedaron por debajo de la inflación: 72,5% vs. 100,7%); Tarjeta Alimentar (-2,8% real). A estos datos hay que sumarles la poda en los Potenciar Trabajo que Tolosa Paz viene llevando a cabo. Una política que tiene como objetivo cumplir con la meta de déficit fiscal primario de 1,9% del PIB para 2023, como también asegurar recursos para pagarle al Fondo. Según la fuente citada el pago de los intereses de la deuda aumentó un 34,8% en términos reales, en comparación con el primer bimestre de 2022.
La pesada herencia crece y trasvasa la grieta. Alberto Fernández asumió denunciando la deuda con el FMI y la profundización de la desigualdad que dejó el gobierno de Macri. Dos hechos objetivos, totalmente repudiables. Pero, así como convalidó la deuda con el Fondo, firmando un acuerdo que nos ata por más de 10 años con los piratas de Washington, su gobierno también fue un catalizador de la desigualdad. El Centro de Investigación y Formación de la CTA (Cifra) demostró que en 2022 el Salario Mínimo Vital y Móvil perdió un 33% en relación a 2015. No sólo eso, sino que el mismo estudio remarca que: «la participación de los asalariados en el ingreso durante la gestión de Cambiemos (del 51,8% en 2016 al 46,2% en 2019) se profundizó en el gobierno del Frente de Todos (43,9% en los tres primeros trimestres de 2022)». Una trasferencia de recursos de 87.000 millones de dólares (el valor de casi 2 préstamos que el macrismo tomó con el FMI) entre 2016 y 2022, en beneficio del capital.
En defensa del capitalismo. Todo el marco aludido se complementa con una situación desesperante. En el medio de una ola de calor, provocada sustancialmente por un modelo productivo que acelera el cambio climático, se producen constantes cortes de luz. Con principal foco en AMBA, pero también en otras partes del país, los usuarios son rehenes del lucro de las empresas que curran por dos vías: subsidios millonarios y tarifazos que alientan también la inflación. En este conflicto queda a la vista la tarea de todos los partidos patronales: sostener el negocio de las privatizadas. Desde el peronismo, pasando por Juntos por el Cambio y los liberfachos, nadie, pero nadie, tiene una política que afecte a los criminales de los empresarios de Edesur y Edenor, quienes hace años no han invertido un solo peso en infraestructura para mejorar el servicio. Ni hablar de implementar una re-estatización que disuelva el negociado de la estructura neoliberal en este servicio público que dejó el menemismo. Contra la furia de los usuarios, se contraponen estos guardianes de la sacrosanta propiedad privada.
Planes capitalistas contra la inflación, todos fracasaron. Volviendo al debate inflacionario, el Frente de Todos mostró su fracaso con el programa del mariscal de los aumentos, Sergio Massa. Todos tienen vivo en la retina el recuerdo de Cambiemos, hoy Juntos por el Cambio, en el gobierno. La suba de precios, la inflación, fueron una constante y el motivo por el que el macrismo se despidió entre movilizaciones. De parte de los liberfachos se agita una vieja receta mágica: la dolarización. Un plan que, de aplicarse, si se tomase el precio del dólar MEP, provocaría una devaluación del 52%. Para redondear: quien tenga un salario del $200.000 pasaría a tener uno de $100.000. Un mazazo para los trabajadores.
Un cambio de 180 grados y a la izquierda. Para terminar con esta situación no queda más que afectar intereses concentrados. Hay que ir al hueso con medidas en serio contra las corporaciones y una salida socialista. La única forma de frenar la inflación es aplicando un verdadero congelamiento de precios, controlado por trabajadores y usuarios. Hay que abrir los libros contables de todas las empresas formadoras de precios. Toda empresa que remarque, hay que multarla duro y en caso de que no cumpla, restatizarla bajo control de sus trabajadores. Hay instrumentos para evitar que no falten por especulación los productos de la canasta, como la Ley de Abastecimiento. Al mismo tiempo se deben incrementar los salarios, para que los bolsillos de los trabajadores puedan hacerle frente a los actuales aumentos, elevando sus ingresos al valor de una canasta familiar con clásula gatillo de actualización automática. Y, desde ya, anular el acuerdo con el FMI. Estas son algunas de las primeras medidas que proponemos, desde el MST en el FIT-Unidad, contra el plan inflacionario del gobierno de los Fernández, Massa y el FMI y como parte de un programa alternativo obrero y popular.