El paro del 9 de junio

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Termina mayo con la disputa político electoral en el centro de la escena nacional. Pero, abajo, los problemas estructurales del modelo se hacen sentir. Y mucho.
Aunque desde los despachos oficiales se niegue, la inflación ha venido comiendo progresivamente los salarios obreros y populares. El costo de vida va superando cada vez más los ingresos de millones, que están obligados a trabajar más para sostener su antiguo nivel de vida, o directamente retroceder y vivir peor. El último anuncio con las no-modificaciones en los descuentos por ganancias ha agregado bronca a la que ya existía. Por eso hay paro docente en Provincia de Buenos Aires y un paro nacional de ATE el 28/5. También uno de 48 horas de los bancarios.
En ese contexto aparece el paro nacional del 9 de junio, el quinto en la gestión de CFK.

Desde el poder, empresarios y gobierno buscaron prevenir que se esparza el reclamo de los trabajadores por todo el país. Para eso acordaron (de manera desembozada) poner un techo a los convenios salariales que se firmen. La UIA manifestó públicamente su acuerdo con la definición de poner topes en las paritarias. Kicillof y Aníbal Fernández insistieron con que los pedidos sindicales no sean altos.
Contó con el apoyo (¡qué sorpresa!) de los sindicalistas adictos al poder, como Caló, Martínez, Rodríguez y Cavallieri que firmaron aumentos del 27% para la UOM (metalúrgicos), UOCRA (construcción), UPCN (empleados públicos) y empleados de comercio, respectivamente.
Del otro lado, los trabajadores aceiteros sostienen una huelga nacional desde hace tres semanas y lograron que las patronales acepten una suba del 36%. Sin embargo, el Ministerio de Trabajo de la Nación se niega a poner la firma para homologar el acuerdo alcanzado, porque está por encima de lo que quiere el gobierno. Más claro, agua.

Naturalmente, no podemos desconocer que aunque sobran motivos para una medida nacional –de hecho llega bastante tarde- y los reclamos son justos, Moyano, Barrionuevo y otros dirigentes convocantes también se están realineando al compás de los vaivenes políticos que se vienen dando en el país y tendrán expresión en las elecciones presidenciales. Por eso este paro llega de un modo similar al anterior del 31 de marzo, convocado desde arriba, sin debate entre las bases de cada lugar de trabajo. Desde las CGTs ratificaron que quieren un paro pasivo, sin movilización. Tampoco viene acompañado de propuestas de continuidad, más allá de frases de ocasión de algún dirigente.
En ese contexto, ha sido correcta la decisión tomada por la CTA de llamar a una Jornada Nacional de Lucha con movilizaciones a los ministerios de trabajo para el 8 de junio y sumarse al paro del día siguiente, realizando una medida de 36hs, como veníamos proponiendo desde la Corriente Sindical del MST y otros sectores. También se han incorporado reivindicaciones correctas que los otros convocantes no tomaron, como salario mínimo vital y móvil de $12.800 y el 82% móvil para nuestros jubilados.

Faltan dos semanas para el paro y seguramente el gobierno intentará desactivarlo con campañas y acusaciones, aprovechando la mala imagen de algunos sindicalistas convocantes. También puede pasar (no sería la primera vez) que Moyano o Barrionuevo levanten la medida por algún anuncio y promesa futura, propia de la campaña electoral oficial.
Por eso, los sectores combativos tenemos que tomar la medida de lucha en nuestras manos, haciendo todos los esfuerzos por garantizar su fuerza y masividad. Además del impuesto al salario y el rechazo a los topes en las paritarias, hay que parar por aumento de salarios, jubilaciones y ayuda social. También por el fin de la precarización y el pase a planta permanente de los contratados; la prohibición por ley de despidos y suspensiones; eliminar el IVA de los productos de la canasta familiar y realizar una reforma impositiva para que paguen más las corporaciones capitalistas, entre otros puntos.

Esto tiene que acompañarse con el debate profundo y democrático en cada lugar de trabajo, para que sean los trabajadores quienes discutan cómo garantizar la medida y qué acciones sectoriales convocar para darle más potencia al reclamo.
Decimos esto porque rechazamos los paros “domingueros”, para quedarse en la casa sin que se escuche una palabra de lo que tenemos para decir y que los únicos voceros sean los gobernantes y los viejos sindicalistas vendidos. Queremos un paro activo, con cortes, movilizaciones y actos de punta a punta del país.
Por último, hay que reclamar la continuidad de la pelea. No van los paros aislados, que terminan debilitando la lucha. Si el gobierno no responde a los reclamos que venimos haciendo hace más de dos años, en lugar de especular o sentarse a esperar que cambie, se tiene que convocar prontamente un nuevo paro, de 36 ó 48hs. Con una movilización a Plaza de Mayo y a las plazas del poder político en cada provincia y municipio.

El MST Nueva Izquierda va a llevar adelante estas propuestas y actividades. Invitamos a trabajadores y trabajadoras que las compartan, a sumarse y aportar a esta batalla para que la crisis la paguen los capitalistas que la provocaron.

CTA anunciaParo


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