Nuestra disidencia: Rebeldía sexual, revolución social

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La vida sexual suele acompañar los vaivenes sociales. Si los’70 del siglo pasado fueron años de rebelión sexual y rebelión social, en cambio durante la década de los ’90 hubo auge neoliberal y apatía sexual. Hoy, junto a una resistencia social que crece, en la juventud avanzan las sexualidades disidentes.

A este paralelismo habitual entre la sexualidad y la vida social debemos agregarle dos factores importantes que, creemos, hoy potencian el avance de la disidencia sexual y de género entre la juventud.
El primero es que en la Argentina las nuevas generaciones se educan partiendo de un piso de derechos de género claramente superior al de sus padres. En concreto, logramos leyes de matrimonio igualitario y de identidad de género que realmente son de vanguardia en el mundo: la primera incluye los derechos de adopción y herencia, y la segunda acepta el género, el DNI y la reasignación sexual hormonal y/o quirúrgica sin más requisito que la autopercepción. Por supuesto, entre la letra de la ley y la realidad cotidiana sigue existiendo distancia pero eso no invalida el valor de las conquistas legales.
El segundo factor es que las, los y les jóvenes de nuestro país tienen un rol protagónico activo en esta nueva oleada feminista internacional, que llegó para quedarse y que fortalece toda la perspectiva antipatriarcal.

Minorías, diversidad, disidencias

Por ser una construcción cultural y por lo tanto cambiante, el lenguaje ha venido dando cuenta de los sucesivos cambios sociales respecto de la comunidad LGBTI. Así como hace unos cuantos años atrás se hablaba de minorías sexuales, con un carácter bien defensivo, luego se popularizó el término de diversidad sexual, que de manera más descriptiva expresaba la mayor aceptación de la sociedad.
El actual concepto de sexualidades disidentes o más simplemente disidencias nos está marcando un contenido más radicalizado y contestatario que las denominaciones anteriores del colectivo LGBTI:

  • “Me gusta tal persona, no un género” o “Yo soy no binarie”, dicen les pibes de un colegio secundario porteño. Con lenguajes y looks de género fluido que rompen estereotipos, rechazan cualquier encasillamiento sexo-genérico y a la vez cuestionan todo el modelo binario heteronormativo vigente.
  • Lo mismo en cuanto a quienes reivindican su bisexualidad, no como una transición sino como una identidad específica. Incluso utilizan el término bisexual en forma amplia, no necesariamente entendido como atracción hacia un varón y una mujer, sino atracción por el propio género y por otro distinto, sea cual fuere.
  • Otres pibes directamente se autodefinen como trans: varones trans, mujeres trans o trans sin ningún otro agregado. No pocas veces esta valiente decisión lleva a situaciones de exclusión del hogar y de la escuela.
  • A su vez, y con toda razón, les intersexuales reclaman en contra de su invisibilización, por su inclusión como tales en los registros oficiales1 y contra toda asignación sexual impuesta al nacer, que violenta la autonomía.
    Heteronorma, institucionalidad
    y sistema

La heteronormatividad binaria responde a una necesidad del sistema capitalista y patriarcal: promover el modelo familiar monogámica y heterosexual, de opresión a las mujeres y las disidencias2. El objetivo de ese control sobre el cuerpo y la sexualidad es imponer a la mujer el rol social de procreadora y cuidadora de la mano de obra con su trabajo doméstico no remunerado, que beneficia a la clase capitalista.
Ese modelo familiar, que comienza con el rosa y el celeste, la muñequita y la pelota, luego es reforzado por todas las instituciones: el sistema educativo, que no brinda Educación Sexual Integral; el sistema de salud, que retacea tratamientos y reasignaciones sexuales; los grandes medios de comunicación, que replican los estereotipos y mercantilizan el cuerpo femenino; la justicia y la policía, con su estructura patriarcal y represiva; y el Estado, el gobierno y todos los partidos políticos del sistema, que -por ejemplo- incumplen el cupo laboral trans bonaerense y los protocolos de aborto no punible, dictan protocolos LGBT represivos como el de Patricia Bullrich y recortan todas las políticas públicas dirigidas a nuestro colectivo.
Un destaque aparte merece la Iglesia Católica, cuyos obispos y colegios viven a costa de los subsidios del Estado y transmiten a diario sus prejuicios medievales. Nunca vamos a olvidar que este Papa llamó “campaña del diablo” a la batalla por el matrimonio igualitario, tilda de “colonización ideológica” a la perspectiva de género y además es un ferviente enemigo del derecho al aborto.
Todo este andamiaje institucional nos confirma que el patriarcado y el capitalismo tienen una profunda unidad orgánica y por eso la lucha por todos nuestros derechos cuestiona el sistema en su conjunto. Si es consecuente, entonces, la rebeldía sexual debe ir de la mano con el impulso a cambios sociales de fondo, revolucionarios.

Venite a militar con nosotres

Nuestra agrupación Libre Diversidad-MST actúa desde hace muchos años en el movimiento LGBTI. Antes de la dictadura militar, activábamos junto a los grupos feministas y al Frente de Liberación Homosexual. Es más: uno de nuestros compañeros desaparecidos y asesinado por los milicos, Gustavito Zampicchiatti, era militante del PST y del FLH. Nuestro partido, el MST, fue el único que participó en la primera Marcha del Orgullo, en 1992.
Somos integrantes de la Comisión Organizadora de las Marchas y también de la Federación Argentina LGBT. Participamos en todas las luchas de nuestra comunidad, como lo hicimos por las leyes de matrimonio igualitario e identidad de género. También estuvimos y estamos en la pelea por la libertad de Higui, por justicia por el travesticidio de Diana Sacayán, por el sobreseimiento de Mariana Gómez, el 7M en las iniciativas por la visibilidad lésbica, en las marchas del 8 de Marzo, contra el homo-odio de la cátedra de Medicina Legal en la UBA y tantas otras.
Libre Diversidad está organizada y creciendo en todo el país. Trabajamos con unidad en la diversidad, sea sexual, de género o política. Y somos rabiosamente feministas, disidentes, anticlericales y anticapitalistas. ¡Venite a militar con nosotres, por la rebelión sexual y la revolución social!

Pablo Vasco,
Libre Diversidad-MST


1. Alemania es el primer país del mundo que acepta legalmente la intersexualidad.

2. En la historia no siempre fue así. Muchas sociedades primitivas practicaban la homosexualidad y respetaban las disidencias, como los berdache entre los pueblos originarios de Norteamérica o los koçeks entre los otomanos. Algunas aún mantienen una alta consideración social, como las muxes mexicanas y las faafafine o mahu de la Polinesia.


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