Polémica El libro de CFK

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Como el de Kicillof de hace pocas semanas, “Sinceramente”, el libro de la ex presidenta es un material de campaña electoral. Está ordenado alrededor de una estrategia política: alimentar la expectativa en un frente electoral de todo el peronismo para ganarle a Macri. Balancea su gestión y anticipa una orientación / justificación: al “caos” de Cambiemos se lo supera con “el orden” kirchnerista. Nuestro análisis y crítica.

En un tramo del libro dice CFK: (…) “Me pregunto qué hicimos mal para que la gente eligiera a un presidente como Mauricio Macri ¿Que los medios de comunicación hegemónicos tuvieron un rol fundamental en el engaño y la confusión de la sociedad? Sí, absolutamente… eso es indiscutible. Pero también hubo y hay algo en nuestra sociedad, en nosotros los argentinos y las argentinas que nos impide la construcción de un país perdurable y vivible… ¡Qué sé yo!” Arrancamos el artículo con este extracto, porque define mucho más que un balance de la derrota electoral en 2015. Es, sobre todo, la concepción de una especie de “ingratitud de masas” que explicaría el ascenso de la derecha al gobierno. En esto, CFK sintoniza con la visión ya continental del llamado progresismo.

García Linera, vice de Evo Morales e intelectual orgánico de esta corriente, es quién mejor la explica: las derechas ascienden como resultado de una batalla cultural perdida por el progresismo. Vale decir: no se trata de un lógico desplazamiento social en el voto como castigo a una gestión que no colmó las expectativas que alentó, por administrar capitalismo y no animarse a cuestionar ese límite, sino por incomprensión de conciencia. Es definitiva, sería el atraso de masas, su incomprensión del alcance del “progresismo” la explicación de la emergencia del macrismo en Argentina. La gente, al final, tiene la responsabilidad, no le da para más. Por eso, ahora, en esta “segunda temporada” del progresismo que pretende volver, se ubica políticamente hacia la centro-derecha en sus compromisos y lealtades con las fracciones burguesas que mandan. Desarrollemos más este punto.

El mito de origen: en el principio no fue el verbo, fue Duhalde

Todo proyecto político tiene su mito de origen. Sería algo así como un punto de referencia histórico que lo justifica o explica. En uno de los capítulos la autora narra cómo se costuró el acuerdo con Duhalde que significó el apoyo del aparato del PJ y la burocracia sindical para que Néstor Kirchner fuera presidente. Lo interesante para resaltar, es la controversia que presenta CFK sobre el asunto. Dice que ella no estaba de acuerdo con pactar con Duhalde debido al estilo y la forma caudillista que representaba ese personaje. Su marido en cambio, político pragmático al fin, lo veía como una necesidad táctica. Finalmente reconoce que Néstor tuvo razón. Sin embargo, lo llamativo es que en todo caso la delimitación de Duhalde es de “estilo” y “forma política”, y no de programa u orientación general. Se trata de un litigio de camarillas del mismo bando de clase, en la disputa por la gestión burguesa del Estado, no de un antagonismo de perspectivas opuestas. De hecho, la autora no dice una sola palabra sobre la medida económica más anti-obrera y confiscatoria del ingreso popular como fue la devaluación del 300 % de la moneda nacional contra el dólar. Esa decisión traducida para la clase obrera significó una pérdida de ingresos en el mismo porcentual: 300 %. Despejemos ambigüedades: no es ninguna casualidad que CFK no mencione una sola crítica a esa decisión reaccionaria de reforzamiento de la plusvalía capitalista, ya que junto al default impuesto por las masas en 2001 y los precios internacionales de excepción de la soja fueron las clave del “milagro K” del 2003 al 2007. CFK remite al período pos-Duhalde como el período “virtuoso de la economía redistributiva” al servicio de alimentar la falsa expectativa de “volver a recrear” con su candidatura en 2019 ese escenario. Nada más alejado de la Argentina y el mundo de la actualidad. Esta es nuestra advertencia fundada.

De leyes que fueron y que no

CFK defiende que el período de su proyecto en el gobierno tuvo el mérito de “no votar nunca ninguna ley anti-popular”. Como siempre, la desmemoria opera como recurso político para encubrir o justificar determinadas políticas. Es obvio que el macrismo es una etapa superior del plan capitalista ofensivo sobre el país y toda la región, pero es bueno también recordar algunas leyes votadas, otras vetadas, las no tratadas e incluso algunas desaprobadas por el gobierno anterior, para contribuir a reponer la memoria desde el punto de vista de la mayoría:

  • En 2011 en el Congreso se aprobó la Ley Anti-terrorista, a tono con exigencias de EEUU y los sectores más reaccionarios de la sociedad. Orientada claro, a reprimir actuar sobre la protesta social y los derechos democráticos.
  • El bloque mayoritario, oficialista, vetó la Ley de Glaciares en su versión inicial y después, la aprobación a regañadientes de la segunda iniciativa, fue bloqueada en su aplicación efectiva. Todo a pedido de las corporaciones mega-mineras, en especial la Barrick Gold.
    Nunca en 12 años de gestión kirchnerista se aceptó tratar la ley aborto.
  • Siempre, en todos sus años de gobierno, se negó a anular el impuesto al salario.
    Se aprobó el acuerdo YPF-Chevron, con cláusulas de confidencialidad a favor de esa multinacional depredatoria.
  • Nunca se aprobó auditar la deuda externa y plebiscitar su pago o desconocimiento.

En resumen: compararse con el macrismo en materia de progresismo legislativo parece fácil, pero el registro riguroso de la historia de 12 años de gobierno presenta episodios reveladores. Hay que ponerlos en debate.

Antes de mí el caos: la burocracia y el Vaticano, pilares del orden K

En el libro la ex presidenta presenta una caracterización del macrismo al que sintetiza como “el caos neoliberal”. Sugestivamente esa referencia la formula muy próxima a dos reivindicaciones muy fuertes: por un lado a Hugo Moyano y la CGT, al que encumbra como uno de los más ejemplares dirigentes obreros de la historia argentina, y al papa Francisco, del que dice que tuvo desinteligencias con su marido, por lo “grandes de ambos”. Repasando: si Macri es el “caos” lo que viene es el “orden” representado por CFK y su proyecto. A la vez, la perspectiva del orden que anticipa tiene en la burocracia sindical y el Vaticano, dos pilares, sobre los cuales hace política reivindicatoria desde ahora en su libro. Y a la vez, un comentario más: asociar el macrismo al caos supone ya anticipar una justificación en la “herencia recibida” para fundamentar “los sacrificios que habrá que hacer” para restaurar el orden alterado en un eventual retorno a la presidencia de la autora del libro. Toda una hoja de ruta para nada progresista, francamente.

Radiografía del país (capitalista) real: nuestra plataforma en defensa propia

La lucha social y política de los pueblos, la historia, en definitiva, no sigue un curso racional y lógico. Trotsky decía que, si fuera así, no harían faltan “ni dictaduras ni revoluciones”. La conciencia de masas en el capitalismo hegemónicamente la va imponiendo la clase dominante que da forma al sentido común mayoritario. El marxismo sirve como método para identificar tendencias positivas a la superación de esa conciencia falsa de los que mandan. El partido que se apoya en ese método, como el nuestro, desenvuelve una tarea clave: lucha ideológicamente contra esa corriente mayoritaria planteando las tareas que pueden políticamente asegurar derechos a la mayoría social. Es una tarea permanente de clarificación política y siembra contra todo sentido común, anticipando pronósticos en disputa y salidas positivas. La estructura de país –que no empezó, pero consolidó el kirchnerismo-, tiene los resortes fundamentales de la economía extranjerizados y que requiere medidas de reorganización general. Esos cambios implican confrontación con los dueños de los bancos, con los pooles, con los monopolios formadores de precios, con las concesionarias de servicios públicos y contra toda la casta política, judicial, sindical y mediática. No hay caminos de conciliación que consoliden conquistas permanentes para el 99 %. Por eso, la tarea para asegurar derechos que nos planteamos como perspectiva los socialistas del MST, impugna un bloque con pejotismo político y sindical. Sería un corset para las medidas que hacen falta. En el bloque social que hace falta, el sujeto es la clase trabajadora en movimiento, articulando un bloque del conjunto de los agredidos por el capital. Y en lo político, el sujeto es un partido que luche por unir la izquierda revolucionaria para respaldar toda esa orientación. Esa es la línea que levantamos, por la cual militamos activamente.

Mariano Rosa

 


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