Declaración internacional. Incendio en la Amazonia: no es el fuego, es el sistema

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Desde que empezó el 2019 la Amazonia está sufriendo una multiplicación de incendios. Es una catástrofe nunca vista. En Brasil hubo unos 75.000 focos de fuego en todo el año. Casi 40.000 se verificaron en la mayor selva tropical del mundo. Este año los focos en esa región de regulación climática clave del mundo, crecieron 85% en la comparación interanual. En la actualidad la situación es crítica y todavía fuera de control. Por lo tanto, es fundamental analizar las causas de esta dinámica, ubicar responsabilidades y plantear salidas desde el punto de vista del anticapitalismo y el eco-socialismo militante, revolucionario e internacionalista.

Con Bolsonaro se envalentonan los terratenientes y las corporaciones

La causa directa e inmediata de los incendios en esta selva es el crecimiento geométrico de la deforestación. Los terratenientes de Brasil, los grandes pooles de siembra y las empresas megamineras quieren sustituir la selva por superficie de pastoreo y siembra de soja transgénica. Además, claro, las corporaciones de la megaminería refuerzan su presencia en la zona. Efectivamente, con la llegada al gobierno del protofascista Bolsonaro, la devastación forestal medida en kilómetros cuadrados creció un 285% según el Instituto de Investigación Medioambiental sobre la Amazonia (IPAM). Adicionalmente, hay que sumar que, con el gobierno derechista actual, en Brasil aumentó la ocupación ilegal de tierras en la selva para especulación, reserva de valor y futura venta. Los latifundistas están envalentonados por las declaraciones del presidente reaccionario de ese país que dijo “que el reclamo ambientalista es un obstáculo para el desarrollo de la economía de Brasil”.
Para sumar más datos, esta vez relevados por la Agencia Espacial de Brasil (AEB): esta institución denuncia una deforestación de 4.565 km2 en los seis primeros meses de este año, un 15% más respecto al 2018. Las imágenes satelitales cruzadas con la información de campo son concluyentes: desde que asumió Bolsonaro, por cada minuto que transcurre se pierde en la Amazonia una superficie equivalente al Maracaná, el famoso estadio de fútbol.

No es accidente: son negocios capitalistas

La catástrofe actual en la principal selva planetaria, reserva de la mayor biodiversidad de la Tierra y “pulmón” de oxígeno, no tiene nada de accidental. Existe un patrón de conducta de las corporaciones del agronegocio y las megamineras en la región que es la de usar el fuego para limpiar zonas que ya han sido deforestadas, o bien para habilitar pistas de aterrizaje o para preparar tierras para soja. La improvisación y la ilegalidad, el despropósito empresarial, propaga muchas veces los incendios hacia zonas no previstas y así se multiplica rápidamente. La alteración del clima de hace años, la falta de barreras naturales de contención, incentiva el fuego y lo expande. Es decir, tenemos la siguiente combinación criminal:

La acción depredatoria del capital sojero y megaminero, extractivista, que usa los incendios como parte de su proceso de despojo.
El desplazamiento forzoso, violento, con asesinatos de comunidades campesinas y originarias enteras que habitan milenariamente la Amazonia por parte de los latifundistas y sicarios de las empresas megamineras.
El cambio climático de arrastre de años no favorece la obstaculización natural del ecosistema ante un peligro amenazante. Hay menos vegetación húmeda y lluvias.
La deforestación y este retroceso de selva liberan enormes volúmenes de dióxido de carbono contenido en las plantas a la atmósfera, y refuerza el calentamiento global y así un ciclo en espiral que se profundiza.
En resumen: la lógica de acumulación capitalista no solamente está detrás del salto en la superexplotación laboral y la precarización de millones de trabajadores, sino que también acrecienta las condiciones de catástrofe socioambiental a escala de todo el mundo con el agronegocio, la megaminería y distintas formas de extractivismo. Todo para alimentar una modalidad sistémica basada en la superproducción de “cosas” para vender, el estímulo al sobreconsumo artificial y el propósito de obtener mayores niveles de rentabilidad privada. Hay que pararlos, es urgente.

Movilización internacional, organización anticapitalista y eco-socialista

En esta selva, el fuego opera a nivel del suelo, pero eso basta para matar a árboles muy grandes. Los árboles muertos pierden sus hojas, lo que hace que penetre más la luz del sol en la selva, lo que hace que la vegetación se vuelva más inflamable. En el mejor de los casos, si se logra parar el incendio, estimaciones optimistas indican que se tarda varias décadas en recuperar la misma densidad de vegetación. En algunas zonas quemadas, el espacio es invadido por especies vegetales de zonas más secas e impide que regrese la vegetación que había antes. En lo que hace a las consecuencias regionales, con los daños ya causados, se esperan derivas que afecten el régimen de lluvias en el resto del país. Además, incremento de inundaciones, desertificación, el impacto sobre el campesinado, los vientos extremos, la invasión de las zonas costeras por el mar y las olas de calor constituyen un drama anticipado. Ese es el cuadro que deja hasta hoy lo que está ocurriendo en Brasil. Todos los gobiernos capitalistas del mundo hacen ejercicio de hipocresía y “se ponen a disposición” de ese país, se lamentan por la catástrofe y otras frases de compromiso. Son contaminadores, depredadores del ecosistema, responsables del desastre.

En lo inmediato es clave desarrollar una intensa y sostenida movilización internacional, unitaria, para forzar al gobierno de Brasil y a todos los gobiernos del mundo a intervenir para detener el fuego. En esto, lo fundamental radica en invertir todos los recursos necesarios para ese objetivo. En simultáneo se impone una investigación a fondo, para que se esclarezca todo. Los socialistas de la LIS y otras organizaciones firmantes, levantamos una exigencia: que se forme una Comisión Investigadora Independiente, integrada por representantes de los pueblos originarios y campesinos pobres de esa zona; por activistas y luchadores socioambientales de reconocida trayectoria, y que haga saber toda la verdad a sus pobladores y al mundo, ya que está siendo violentado un bien común, patrimonio de la humanidad. Juicio y castigo a los responsables políticos y empresariales. Y a la vez, que se hagan cargo de todos los gastos de remediación en la zona. Es lo más urgente.

Y levantamos otros planteos programáticos:

  • Prohibir la tala, quema de árboles y del bosque nativo.
  • Prohibir la minería contaminante de oro y otros metales.

Reconversión laboral y profesional con garantía de continuidad salarial para todos los trabajadores desafectados de esas actividades, a cuenta de las empresas prohibidas.
Declarar la emergencia socioambiental en toda la región, constituyendo un fondo especial para financiar planes de control y alerta temprana en base a la expropiación de activos de las corporaciones involucradas.

Este sistema de consignas, son propuestas básicas para intervenir en la emergencia y preparar las condiciones para una transición a otra forma de producir e interactuar con la naturaleza. Esa reorganización de la economía y la relación con los ecosistemas planetarios es sin capitalismo, sin la acumulación y la “producción por la producción misma” como parámetro. A esa modalidad, le oponemos como alternativa la planificación democrática de toda la producción social en base a las necesidades sociales reales, con directa intervención de la clase obrera y los sectores populares. Esa salida es el socialismo con democracia real para la mayoría que trabaja y es factible a partir de la movilización masiva, la organización militante internacionalista por estas banderas y un horizonte estratégico: que gobernemos los que nunca gobernamos, los trabajadores y los pueblos pobres de todo el mundo. La Liga Internacional Socialista y las organizaciones que firmamos esta declaración nos proponemos, además, articular en la más amplia unidad de acción, iniciativas para intervenir en la semana de acción mundial contra el cambio climático del 20 al 27 de setiembre de este año incluyendo la huelga estudiantil internacional convocada para la última jornada.

Turquía, 26 de agosto de 2019


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