Kicillof, apretar para acabar pagando ¿No hay otra que pagar la deuda bonaerense?

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El drama de la deuda tiene varios capítulos y un actor principal que no está claro si sabe su papel. Como la escena “default” transcurría de hecho, Kicillof tensó, pataleó, pero… pagó. Al contado, sin quita ni nada. ¿No queda otra…?

Se trata de un drama porque lo sufre el pueblo, que paga con la continuidad del ajuste que dejó Vidal. Pero es más una novela o tragicomedia si vemos el rol del protagonista: Kicillof tensó, bramó contra los bonistas y amenazó con que no iban a cobrar si no aceptaban sus términos. Pero sus “términos” eran pedirles “buena fe”, “buena voluntad” y pagar. Eso hizo después de patalear, repetir que no tenía plata y terminar pagando con fondos propios. Fiasco total.

La prioridad es clara: pagar una deuda eterna, que crece gobierno tras gobierno. En su libreto, a Kicillof le sale bien despotricar contra Vidal y Macri por el endeudamiento. Lo de Vidal es un desastre que enfrentamos en la calle cada año, mientras el PJ le aprobaba los presupuestos de ajuste, impuestazos y el mayor endeudamiento de la historia. Es decir, si la deuda es “irresponsable” como dice Kicillof, el PJ en sus distintas alas, es corresponsable de tamaña irresponsabilidad.

Pero la deuda por la que se podía ir al default es de Scioli y de Solá. Sí, de dos gobernadores del PJ, hoy funcionarios de Alberto. Uno canciller, el otro embajador en Brasil, el principal socio comercial. Claro que hay pagos por deuda de Vidal y muchos, pero Kicillof podía ir a un default obligado por deudas que contrajo el PJ.
Y esa deuda suma 726,6 millones en dólares y 114,6 millones en euros. Lo que implica más de 68.000 millones de pesos y supera lo destinado a los presupuestos de Salud, de Trabajo, Vivienda, del Astillero y Vialidad juntos. “La única verdad es la realidad”, decía el general.

Épica de guapetón que termina garpando

Los capítulos de su bravata arrancan el 7 de enero, cuando López, su ministro de Hacienda, “convoca al diálogo” a los tenedores del Bono BP21 por U$D750 millones que vencían el pasado 26. Kicillof les pedía “compartir sus puntos de vista” para ver cómo “alcanzar un alivio financiero” de la Provincia. Cándida postura, acompañada de llamados a la “buena fe” y reiterar su “compromiso genuino de voluntad de pago”.

La novela siguió el día 14 cuando les pide a los bonistas extranjeros que acepten patear el cobro de capital de esa deuda que vencía el 26, al 1º de mayo. Como están protegidos por legislación de EE.UU., requería el consentimiento del 75% de los bonistas para no ir al default. Kicillof seguía entonces amenazando: “el rechazo del mercado resultaría en pérdidas para los inversores”.

Pero no hubo caso y estiró el plazo al 31 para que den ese consentimiento que no llegaba. Como parte del relato y la mentira, López dijo tener “el apoyo de un número significativo de bonistas”. Pero lo deschavó Guzmán, ministro de Economía de Alberto, cuando aclaró desde Nueva York que solo el 26% de bonistas aceptaba. Las bravatas y pedidos de comprensión a los usureros, no conmovían sus acaudaladas billeteras.

Kicillof quiso endulzarlos y ofrece pagar por “anticipado y en su totalidad” los U$S27 millones de intereses. Pero llegó el 31 y nada. Los usureros saben que es un bravucón que termina pagando como hizo en otras negociaciones, al mando de su Jefa. Así pasó con Repsol en 2012 y el Club de París en 2014, donde el ex ministro de Cristina arrancó con el cuchillo entre los dientes y terminó pagando lo que pedían.

Ahora les decía que esperaran dos meses, estiró los plazos una y otra vez, ofreció pagar intereses adelantados y luego agrega pagar el 30% de los U$S250 millones de capital. Mientras un grupo de banqueros ofrece prestar plata, con más endeudamiento. Con esa “estrategia” apenas si llegó a tener el apoyo de la mitad de bonistas que cobrarían igual, solo que con algún retraso.

Como ninguna buena fe conmueve a los fondos de inversión, banqueros y bonistas –lo que es sabido bajo el capitalismo-, Kicillof terminó de rodillas ante la usura mundial. Y reconociendo que se deben pagar este año U$S 2.900 millones de deuda, cuando la Provincia recauda en pesos, no en dólares. Mucho relato épico, supuesta “patriada” y arrugue final del gobierno del PJ-Frente de Todos. Así nos condenan a pagar con ajuste, una deuda usuraria en una moneda que la Provincia no produce.

Hay otro camino: Auditoría y saldar la deuda social

Nos dicen que no hay otra que pagar para tener los mercados de crédito del mundo abiertos, pero hace rato que ni el FMI quiere prestar. Todos quieren cobrar. Y son los que tienen más para perder. Incluso el valor de los bonos había caído y los usureros daban por hecho la pérdida. Pero volvieron a repuntar cuando Fernández, junto a Kicillof y otros gobernadores ratificaron que su prioridad es pagar.

Nos dicen que se cerrarían los mercados, pero debido a las devaluaciones de Macri y de Fernández, la Argentina exporta más que lo que importa, Y el imperialismo quiere que siga así para que el país y la Provincia -que concentra el 40% de las exportaciones-, junten dólares y así puedan cobrar. Otra vez, ellos son los que tienen más que perder.

Dicen que nos hundiremos y habría más pobreza, pero por pagar cada vez más, hoy el 63,6% de pibes del conurbano es pobre. Y el 44% de niños, niñas y adolescentes bonaerenses sufren de malnutrición. La que abarca dos grupos de afecciones, la desnutrición que comprende el retraso del crecimiento, un peso inferior al que corresponde a estatura o edad y la insuficiencia de nutrientes (falta de vitaminas y minerales) para el desarrollo. Más el sobrepeso, obesidad y afecciones relacionadas con la mala alimentación. Lo que aumenta el riesgo de enfermedades infecciosas y muerte.

En este contexto el gobernador repite que “es muy difícil defender la política de endeudamiento de Macri y Vidal”. Pero ¡no tiene que defenderla! Ni pagarla. Sino suspender los pagos, convocar a una auditoría social para investigarla, apelar a la jurisprudencia internacional ante lo que se consideran “deudas odiosas”, contraídas irresponsablemente como dice Kicillof. Para empezar a saldar ya la enorme deuda social con trabajadores y el pueblo.

Lo que se pagaría en los primeros seis meses, suman U$S 2.120 millones entre capital e intereses, es decir, 170.000 millones de pesos. Con eso, en vez de pagar la usura extranjera como hace Kicillof, se debería llamar ya a paritarias y dar un aumento de 19.000 pesos mensuales por todo el año al medio millón de docentes, estatales, profesionales de la salud, enfermeras y judiciales bonaerenses.

Pero además sobraría para construir 20.000 nuevas viviendas, lo que equivale a hacer de cero dos ciudades como Ensenada y Magdalena, con 73.000 habitantes. Y generar 100.000 puestos de trabajo genuino. Además, quedarían aún otros $6.000 millones para arreglar el 50% de escuelas bonaerenses y no los míseros 800 millones que Kicillof piensa volcar a refaccionar menos del 10% de escuelas en situación crítica.

Esto sin apelar a mano de obra híper precarizada como plantean junto a Alberto Fernández al lanzar el plan “Escuelas a la obra”. Quieren que cooperativas con planes sociales, más un adicional que sume $17 mil en negro, sin obra social ni seguro ni aportes jubilatorios, hagan las reparaciones de escuelas que deberían encarar Infraestructura y Educación, con personal en planta y no precario.

Hay otro camino, opuesto al de Kicillof que insiste en congelar presupuestos, precarizar, dar sumas fijas y salarios a la baja para cumplir con una deuda impagable, ilegítima y usuraria. Es posible un default soberano, para investigar y pagar la deuda social con el pueblo, no con bonistas y usureros.

Francisco Torres

 

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