Reuniones y más reuniones por la deuda y… Del salario, ni noticias

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Todos los indicadores salariales muestran un desplome en el país. Salario mínimo, estatal e industrial caen mientras suben la inflación y el dólar. El gobierno ya señaló sus prioridades: cumplir con el FMI y los acreedores externos; a los trabajadores bonos miserables y pedidos de “mesura”.

Arrancamos el 2020 con el salario mínimo por el piso, con $16.000 y monedas corre de atrás a los $38.000 de la canasta de pobreza del propio INDEC. Tomando el dólar oficial más el 30% del impuesto “solidario” de Fernández estamos hablando de 200 dólares. La miseria que representa no solo tiene valor en sí misma, sino por lo que implica este ingreso como medida de comparación para jubilaciones y otros salarios estatales como el docente. Hoy un docente que recién inicia gana apenas un 20% más que el salario mínimo y un jubilado con 30 años de aportes el 82% de ese número.

El bono decretado por el gobierno para los primeros meses del año no hace más que intentar esconder el atraso brutal de los salarios frente al avance de otros indicadores económicos claves como la inflación o la devaluación, desvirtuando las escalas salariales y generando parches que lejos de “curar” la pérdida del poder adquisitivo la encubren mientras esta se desarrolla.

Mientras tanto, la burocracia sindical mira para otro lado y pone todos sus esfuerzos en ponerle paños fríos a la situación, no presiona ni siquiera para que se reúna el consejo del salario, trabajando activamente para el gobierno contra los trabajadores, no solo ocupados, sino también los más humildes, los desocupados, ya que los planes sociales toman como medida el salario mínimo vital y móvil.
Lejos de lo que dice la ley de contratos de trabajo, hoy el salario mínimo no permite a nadie vivir, vestirse, tener vacaciones, ni siquiera salir de la línea de indigencia.

Industria y Estado, con salarios devaluados

Pero no solo es el salario mínimo el que está por el piso. El índice de salarios industriales y, por supuesto, los salarios estatales también vienen en picada desde hace años. A valor en dólares, el salario industrial está alcanzando apenas a superar el desastroso momento del 2001-2002 y se calcula que ronda los U$S 800.

En numerosos sectores aún quedan pendientes debates paritarios del año pasado, actualizaciones que nunca se cumplieron y cualquier trabajador que compara su vida cotidiana con los dichos del gobierno sabe que mientras se habla mucho de poner “plata en el bolsillo” de los que menos tienen y reactivar la economía, todas las señales concretas son hacia los mismos de siempre.

No es necesario repetir el conjunto de medidas tomadas por Fernández y su gobierno, pero cualquiera que no sea un fanático puede darse cuenta que los sectores que reciben los beneficios distan mucho de ser los más “necesitados”. Sin ir más lejos, el obstinado empeño por pagar hasta el último peso de la deuda externa odiosa e ilegal, sin realizar una mínima investigación, muestra a las claras cuáles son las prioridades y quiénes los sectores beneficiados por este gobierno.

¿Quién paga la fiesta macrista?

Está claro que Fernández y el PJ volvieron al gobierno porque el gobierno de Macri fue tan perjudicial para los trabajadores y el pueblo como productivo para los grandes empresarios, las petroleras, mineras y sectores del agro y sobre todo, para los grandes especuladores financieros. Sin embargo, las primeras medidas del gobierno han recibido las felicitaciones de estos mismos sectores y también de los organismos internacionales de crédito como el FMI. No hace falta ser un genio para darse cuenta que si aplauden los mismos que en la fiesta anterior, es probable que los costos los sigamos pagando los de abajo.
¿O acaso mientras no hay fecha aún de paritarias no se les bajaron ya las retenciones a petroleras y mineras? ¿O es que se trata de un invento de la izquierda la suspensión de la fórmula jubilatoria y el congelamiento del salario mínimo mientras se aumentan los subsidios a privatizadas y empresas de transporte? ¿Es acaso una fantasía de la izquierda que el asado (ilusión de campaña predilecta del PJ) no sale arriba de los $400 pesos y que no hay programa de “precios cuidados” que lo ataje?
Está claro que venimos de la fiesta de los especuladores, que el gobierno de Macri fue un desastre, pero el camino que traza Alberto Fernández no lleva de ninguna manera en el camino opuesto, el de mejorar la condición de los trabajadores y el pueblo, sino que se dispone a “intentar corregir los excesos” pero sosteniendo la dirección: ajuste fiscal, beneficios a los poderosos de siempre, salto adelante en el saqueo y la contaminación vía minería y fracking. Todo para pagar la deuda fraudulenta.
Pelear por el salario y por otro modelo

Hay que torcer el rumbo y para eso los trabajadores solo podemos confiar en nuestras propias fuerzas, las que tenemos y las que tenemos que procurar conseguir. Está claro que la burocracia (aún la más “combativa”) se ha alineado con todo a la orientación del gobierno. Aunque la CGT se ve obligada a decir que “cada gremio resolverá”, ha aceptado la postergación de las paritarias. Los dirigentes de las demás centrales también pecan de oficialistas. Por eso hay que impulsar a fondo la organización de base, para discutir en asambleas y plenarios, en cada lugar de trabajo, cómo imponemos un plan de lucha por nuestros salarios, por cláusulas gatillo que lo sostengan frente a la inflación, por recuperar lo que nos arrancó la devaluación y la inflación hasta ahora. Desde el Plenario del Sindicalismo Combativo tenemos que empujar en esa dirección.

Esta pelea no es solo económica, por las condiciones mínimas para vivir mejor, sino también para ir construyendo desde esas bases una representación democrática, clasista y de lucha que nos permita barrer a la burocracia de todos los gremios y por supuesto también para tonificar la pelea por otro modelo, que no sea dependiente del imperialismo y el FMI, que priorice las necesidades sociales frente a los usureros externos y los extractivistas contaminadores. Hay que levantar este pliego obrero y popular. Reclamando inmediato aumento general de salarios, jubilaciones y planes sociales con cláusula gatillo de actualización automática. Reestatización de las empresas de servicios con control social. Prohibición por ley de despidos y suspensiones, defendiendo la fuente de trabajo y expropiando bajo control obrero a toda empresa que cierra o despida. Trabajo genuino mediante un plan de obras públicas y el reparto de las horas de trabajo sin merma salarial para que trabajen todes. Con la plata que se va a la usura de la deuda y una reforma impositiva progresiva, es posible avanzar en estas medidas para que el salario no sea variable de ajuste y la crisis la paguen los capitalistas.

Martín Carcione

 


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