Empobrecidos, sin techo y criminalizados

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Desde fines del año pasado se desarrollan tomas de tierras, pero la pandemia y la terrible crisis económica que atravesamos profundizó el fenómeno. Muchas familias empobrecidas solo ven esa posibilidad para tener un lugar donde vivir. Sin recibir respuesta ni solución al problema habitacional, son criminalizados y presionados para desalojar. Priorizando negocios inmobiliarios millonarios.

Escribe: Andrea Lanzette

Guernica es el caso paradigmático, pero no es el único. “Hay una oleada de tomas de tierras que se va a profundizar”, para algunos como Grabois en radio el Destape, es “para evitar estar hacinados por el coranavirus”. Como si solo fuera una cuestión sanitaria. Efectivamente la gente vive hacinada, mal, y en terribles condiciones que afectan su salud directamente, con o sin coronavirus. La situación económica ha imposibilitado sostener alquileres o pensiones, la pobreza y marginalidad expulsa a muchos de sus casas o villas y crece desmedidamente la población en situación de calle.

Las tomas de tierras se dan en todo el país, en la Provincia de Buenos Aires es más grave el problema habitacional, por lo que aumenta la toma como solución. El ministerio de seguridad de la provincia afirma que hubo “más de 1800 usurpaciones de terrenos en lo que va del año”, por supuesto el solo hecho de llamarlas usurpaciones muestra la política que se despliega para su tratamiento. En la mayoría de los casos, es la amenaza al desalojo y el procesamiento de quienes sin tener donde vivir, solo buscan un pedazo de tierra para hacerlo.

Están las tomas… y “las tomas”

En otras notas que publicamos hemos desarrollado el terrible problema habitacional en nuestro país. La pobreza supera el 40% según las cifras oficiales, y ya hay algunas estimaciones que calculan que a fin de año alcanzarían el 50%. Más de un tercio de la población hoy no tiene casa, ni un lugar digno para vivir.

Los testimonios de los protagonistas en la toma de Guernica, por ejemplo, son desgarradores; “Tuve que elegir entre darle de comer a mis hijos y pagar el alquiler”, “¿A dónde quieren que nos vayamos?”, explicaban varios vecinos en el Pre Encuentro de Tierras, realizado hoy en la toma, con referentes de 28 tomas actuales. Con el alto porcentaje de pobreza y la caída general del poder adquisitivo, no son solo los más pobres los que no pueden acceder a una vivienda digna, con un mercado inmobiliario dolarizado, el acceso a créditos limitado, y los alquileres sin control; más del 50% de la población tiene hoy déficit habitacional. Contradictoriamente, según la ministra de Desarrollo Territorial y Hábitat María Eugenia Bielsa, “existe casi un 50% de viviendas ociosas”, según sus declaraciones para la BBC en la nota del 2 de Octubre.

No solo hay viviendas ociosas, también hay grandes kilómetros de tierras en pocas manos. Pero esto no es nuevo. Gabriel Turone, historiador revisionista, en su análisis sobre la “Conquista del Desierto” explica que fue tal el escándalo por el reparto de tierras a un pequeño grupo de especuladores, que hasta los militares que debieron llevar adelante el aniquilamiento de originarios en el sur se quejaron. En la lista de familias entre las que habían repartido “el desierto”, la mayoría amigos de Roca, ya había muchos con nombres ingleses. Así mismo la propia historia encuadra este evento en la lucha contra los malones, una manera de justificar el exterminio para la apropiación de las tierras que quedaron en estado ocioso.
Hoy más de 12.5 millones de hectáreas rurales de nuestro país, o sea un 5,57% de ese territorio se encuentra en manos de extranjeros, esto representa más o menos 622 veces la superficie de la ciudad, según los datos del registro Nacional de Tierras Rurales. Siendo Salta, Mendoza, Santa Cruz, Buenos Aires, Catamarca, San Juan y Chubut las provincias con más tierras en esta condición, según el propio registro.

Andres Klipphan y Daniel Enz, en su libro Tierra S.A, enumeran entre los grandes terratenientes argentinos dueños de estos latifundios, a los extranjeros Luciano Benetton, o Joseph Lewis, pero también otras figuras como Gabriel Batistuta, Marcelo Tinelli, Manu Ginobili, o Ramón Puerta. Además, hay más de 2 millones de hectáreas que están en manos de paraísos fiscales y cuentas off-shore. Muchas de estas tierras eran fiscales y con apropiación fraudulenta, y otras a igual que con la Conquista al desierto, son fruto del desamparo y del desalojo de originarios de sus propias tierras. Pero claro, a estas tomas se las presenta como legales. A igual que los barrios cerrados, presentados como el proyecto de zonificación y urbanización ideal, pero están lejos de ser así. Según datos de ARBA (Agencia de Recaudación de la Provincia de Buenos Aires), en la provincia hay 1000 countries, pero solo el 50% tributan y están regularizados. No cumplen con la ley, pero se los sigue privilegiando.

Ahora, cuando son los pobres los que se ven obligados a la toma de tierras, eso se convierte en un delito y sin grieta. Los partidos del régimen criminalizan a todas estas familias.

¿Qué hay detrás de la criminalización?

El gobierno de Kicillof ha utilizado diferentes estrategias para desalojar la emblemática toma de Guernica. Son más de 3000 familias en una de las tomas de tierras más grandes. El desalojo duro y violento es un costo que hasta ahora no han querido pagar. Aunque lo evalúan. El intento manipulador de darles plata por un tiempo para que se vayan no avanzó. Por eso, han usado datos de personas de la toma para perseguir a las familias, amenazarlas y hasta enjuiciarlas. O como Larroque, que difama y demoniza a las organizaciones sociales y vecinos que conforman la comisión de delegados de la toma con un discurso falso y montado sobre la inseguridad de la zona. Asegura que dentro de la toma crece el delito, pero que también ha crecido en la periferia a la toma. En primer lugar y como ya lo han expresado desde la toma de Guernica, rechazamos estas falsas acusaciones y difamaciones por parte del gobierno que pretende preparar el terreno para el desalojo. Pero además es necesario recordar que los índices de delincuencia han crecido en todos lados, más asociado a fenómenos sociales en este marco de situación actual.

En el imaginario popular gravita la idea de cárceles repletas de delincuentes peligrosos por haber cometido delitos graves y barbaros, cuando en realidad la mayoría son arrestados por delitos lucrativos. Más allá de esta mirada social indulgente sobre la pena, como si la misma en el marco del proceso penal y el sistema carcelario actual fuera útil, nunca se evalúa la relación pobreza y actividades delictivas. Es lógico que con mayores índices de pobreza crezcan los delitos lucrativos en general.

Pero los vecinos de las tomas no son delincuentes, buscan que se cumpla un derecho ante una necesidad: la vivienda; y debe ser velado por el gobierno para todos los habitantes. Lejos de eso, no resuelven la problemática de los sin techo, y se los acusa de un delito. Un formato que habilita el desalojo para dar paso al negocio inmobiliario que en su mayoría es irregular o fraudulento como lo dice ARBA.

El desalojo de la toma institucionaliza la criminalización, y profundiza la grieta entre los más pobres y un grupo de millonarios fraudulentos. La solución no es sacarlos, sino garantizar que todos tengan tierra y techo para vivir. No al desalojo ni al apriete. Desde el MST seguiremos acompañando porque no queremos casas sin gente, ni gente sin casas.

 


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