Guernica, conclusiones y continuidad de la lucha

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El brutal desalojo en Guernica dejó varias conclusiones. La principal, el derecho a la propiedad que el poder defiende es el de los privilegiados. En esto no hay grieta. Usan la receta conocida de represión, macartismo y caza de brujas a la izquierda. La lucha sigue.

Escriben: Nahuel Orellana y Andrea Lanzette

Se cumplen dos semanas de la brutal represión y desalojo a las 1400 familias que eran parte de la recuperación de tierras de Guernica. Orden de desalojo que fue solicitada por el fiscal Juan Cruz Condomí Alcorta, autorizado por el gobernador Axel Kicillof y Larroque y efectuado con más de 4000 efectivos de la policía Bonaerense comandados por el represor y ex carapintada Berni. El repudio generalizado provocó que el gobierno saliera a justificarse, con mentiras sobre el gran esfuerzo que se había realizado, mientras demonizaba a la izquierda.

Pero ¿cuál era la propuesta del gobierno?

El gobierno de Kicillof y su ministro de desarrollo de la comunidad, tuvieron más de tres meses para resolver y darle una salida a la problemática que sufren las familias, pero nunca tuvieron la decisión política de hacerlo. Recién la última semana hicieron una propuesta por escrito, que debía ser firmada por la interministerial encabezada por Andrés Larroque, el cuerpo de delegados de los vecinos y las organizaciones sociales que fuimos parte de la mesa de negociación.

Desde el MST sostuvimos que no se podía firmar esa acta-acuerdo. Como lo describimos en notas anteriores, solo decía generalidades imprecisas con una transición muy incierta, ya que no se planteaba la suspensión del desalojo y tampoco dejaba constancia que hubiera tierras definitivas para los vecinos. Además de dividirlos, el acta no reconocía a las 1400 familias como adjudicatarios de lotes con servicios, si no que los dividía en dos, para una parte habría lotes inciertos en lugar incierto y para el resto, habría lotes y/o subsidios según los resultados de la socio-ambiental que se le realizaría a cada familia.

Por otra parte contenía puntos inaceptables, como el punto 7 donde se proponía que: «A medida de que se vaya desocupando el barrio La Unión, ingresara personal policial y en el caso que haya algún inconveniente en el territorio, se daba intervención a las autoridades policiales y judiciales correspondientes». Como cierre, en el punto 10 especificaba que las personas que procedan a desalojar voluntariamente el predio en el marco de los acuerdos alcanzados quedaban sujetas a los efectos procesales. Todos puntos inaceptables. Tratando a la gente como delincuentes y no como sectores vulnerables con necesidades habitacionales.

El gobierno no buscó una solución. Hubo reuniones, a las que Larroque denomina «un extenso trabajo de negociación», donde se fue modificando el acta pero sin llegar a una propuesta concreta y real.

La derecha lo pedía a gritos, el gobierno se lo dio
El desalojo se llevó adelante con una numerosa cantidad de efectivos policiales y cuatriciclos, camiones hidrantes como se ve en los distintos medios de comunicación. El operativo fue desplegado en todo el municipio de Presidente Perón. Entraron al territorio por el barrio La Unión para luego distribuirse en los tres barrios restantes, disparando balas de gomas, gases lacrimógenos contra las familias sin importar los niños que estaban allí. La policía, con Berni a la cabeza, estuvo horas reprimiendo a los vecinos, dejando a decenas de heridos y detenidos.

Quienes estuvimos en el lugar acompañando a las familias sufrimos este avance represivo, aunque gracias a la solidaridad de los vecinos de los alrededores que nos permitían pasar a las casas, muchos pudimos resistir e evitar ser detenidos, ya que la policía no solo reprimía en el predio, salía a cazar gente para «demostrar que tenían el control».
La toma de Guernica tuvo un desalojo brutal muy lejos del «desalojo cuidadoso» que esgrime el gobierno nacional y provincial; y más lejos de resolver el problema habitacional de cientos de familias, solo los expulsó a la calle donde siguen sin un techo donde vivir.

Macartismo y caza de brujas

El repudio social, trajo el macartismo del gobierno. Acusando a la izquierda de obstaculizar la negociación y hasta de ser responsables de quemar casillas. Puras falsedades dignas de una novela, mas mágica que realista.

Tal y como lo denunciamos en la conferencia de prensa del FIT Unidad, en respuesta a las acusaciones del tándem Berni-Larroque, las fotos y videos muestran el verdadero rostro del gobierno. La campaña que montó contra quienes apoyamos la recuperación de tierras en Guernica y especialmente con la izquierda es completamente repudiable. Fue la Bonaerense comandada por Berni la que destruyó y quemó las casillas. También nos acusaron de tirar gases lacrimógenos, pero sin presentar pruebas que corroboren estas acusaciones nefastas.
Lo que sí queda claro es quienes ganaron con la represión a Guernica: Bullrich y los defensores de la mano dura, los Etchevehere y todos los ricachones que hicieron campaña durante semanas para que se priorice la propiedad privada. Alberto Fernández y Kicillof se decidieron por la salida represiva que festeja la derecha, colocándose como un gobierno a favor de la propiedad de los más ricos. La contraparte es el repudio que recibió el gobierno de parte de jóvenes y trabajadores.

Las acusaciones de Berni contra la izquierda, muestra que estuvimos del lado correcto y que no pudieron nunca comprarnos, ni separarnos de la lucha de las y los vecinos. Por eso solo les queda difamar para justificar su injustificable represión.

Acusaciones falsas que dividen la lucha

Es necesario aclarar que algunas organizaciones integrantes de la mesa de negociación, tuvieron confianza en el gobierno como herramienta de solución, trabando muchas veces el desarrollo de medidas más fuertes y el plan de lucha. Obedeciendo a una lógica de no movilizar durante «la negociación». El día anterior a la represión, tanto el FOL, como la Víctor Choque entre otras organizaciones, aun contra la voluntad de muchos vecinos y las limitaciones señaladas, decidieron ir a firmar el acuerdo, pero no pudieron hacerlo cuando el gobierno no les dio ninguna certeza, tal cual se lo habíamos advertido.

Lamentablemente, algunos delegados y compañeros de estos sectores, en vez de ver críticamente lo que hicieron, han repetido también que no hubo acuerdo por culpa de organizaciones trotskistas, entre ellas el MST. Lo cual además de ser falso es un argumento macartista similar al del gobierno. Y repetirlo habla muy mal de quienes lo hacen para tapar sus propios errores políticos durante esta lucha. Los llamamos a dejar ese camino, a no dividir más y a retomar la lucha por vivienda en unidad y en la calle.

Hay familias que quieren seguir peleando y hay que apoyarlas como hacemos desde la izquierda. En ese camino volvimos a marchar a La Plata la semana pasada, tuvimos ya dos asambleas los últimos sábados y este miércoles realizaremos un corte en Guernica, para visibilizar que la pelea sigue y rodearla de solidaridad.

Tierra para vivir

Como hemos señalado, la mayor cantidad de tierras están concentradas en pocas manos, una propiedad privada que no fue conseguida con el sudor de la frente, sino obtenida con violencia y muerte desde los tiempos de la campaña al desierto. Ese formato violento de obtener «la propiedad privada» persiste con variantes: acuerdos, estafas y apropiación de tierras fiscales, en manos de algunos grupos económicos, para el agronegocio y el negocio inmobiliario, quitándoles a los más pobres las tierras para vivir y convirtiéndolas en tierras de negocios privados.

Desde el MST tenemos otras propuestas; declaración de utilidad social de terrenos privados y ociosos, expropiación de tierras aptas para construir viviendas populares, destinarlas para resolver los problemas habitacionales urgentes y el desarrollo de las iniciativas de los movimientos sociales. Una reforma agraria agroecológica, devolviendo la tierra, su productividad y la decisión sobre ellas, a las mayorías sociales. Con estas propuestas seguimos acompañando a las familias de Guernica hasta que la tierra sea para vivir, no para la ganancia de unos pocos.

 


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