El sábado 8 de diciembre a las 9 y media de la noche, hora venezolana, comenzaba la Cadena Nacional menos querida por el pueblo bolivariano. En ella el presidente Chávez anunciaba la necesidad de una nueva intervención quirúrgica, la cuarta en menos de un año y medio, para atacar la reaparición de un cáncer. El dramatismo de la situación a la que se enfrentaba quedó en evidencia cuando anunció que: si sucedía cualquier evento inesperado que le impidiera mantenerse al frente del gobierno, pedía que se apoyara al Vicepresidente Nicolás Maduro como candidato del PSUV y de los partidos y movimientos del Polo Patriótico para sucederlo. Hoy, 18 de diciembre, a una semana y media de aquel día y una semana de realizada la operación, con una evolución favorable de su estado, continúa la incertidumbre sobre si podrá asumir el mando del nuevo periodo presidencial el próximo 10 de enero. Y, a pesar del contundente triunfo electoral de sus candidatos en las elecciones regionales del pasado domingo 16, en el aire flota una palpable sensación de momento histórico.
Lo que viene no está escrito
Desde el 4 de febrero de 1992, hace ya veinte años Chávez ha sido el protagonista central de la política venezolana. Y en los últimos 13, ya en el gobierno, se fue convirtiendo además en una referencia internacional de un proceso tan admirado como rechazado. La sensación de momento histórico que señalamos más arriba tiene gusto amargo. La mayoría absoluta de los pronósticos sobre su recuperación total mostrarían que ya no le será posible, aunque pueda asumir el nuevo mandato, seguir al frente de las exigentes tareas de gobierno. De ser ciertos estos pronósticos estamos frente a un cambio abrupto en la conducción en la conducción del proceso y de la política venezolana que impactará necesariamente en América latina.
Un abismo media entre Chávez y los dirigentes del partido y del gobierno. Chávez es el punto de contacto, la relación directa con un movimiento de masas que solamente confía en él. Se podría decir que no solo es el presidente del país o el líder del pueblo bolivariano. Él es además el sistema político de la Revolución Bolivariana.
El quiebre que se produciría por la imposibilidad de Chávez de asumir el gobierno o de que una vez asumido no pudiera continuar, tiene alcances históricos. La oposición sumaría a sus dos recientes derrotas electorales una diferencia de visión que ya se percibe entre los principales partidos de la MUD, sobre cómo enfrentar el nuevo periodo, y nada garantiza que se mantenga unida. Pero al mismo tiempo en el PSUV, las disputas internas por los equilibrios de poder podrían desatarse en una disputa por el control del partido y el gobierno. El nombramiento de Maduro como candidato y sucesor nombrado por el propio Chávez, no asegura que todos los sectores internos de la burocracia estatal y partidaria lo acepten si se produce el peor desenlace en la enfermedad del presidente.
El pueblo revolucionario debe tomar palabra
Desde Marea Socialista llamamos, junto a diversos movimientos y personalidades a comprender en profundidad la nueva fase abierta en la revolución. No se trata de una sucesión normal. El vacío creado por una ausencia de Chávez del gobierno no podrá llenarse con elecciones aunque estas le den el triunfo al candidato de Chávez el PSUV y el Polo Patriótico. Ha comenzando un proceso re fundacional en la institucio-nalidad de la revolución boli-variana. En el que el pueblo movilizado y participando en proceso constituyente y refren-dario debe decidir en las principales decisiones a tomarse. Ya antes de esta lamentable situación sosteníamos la necesidad de un cambio de rumbo en el gobierno y el proceso que llevará a tomar medidas anticapitalistas y anti burocráticas, hoy la participación popular para reorientar el proceso se hace urgente. Para que la encrucijada en la que ha entrado la Revolución Boli-variana se resuelva favorablemente para el pueblo trabajador es necesario que el pueblo bolivariano, los trabajadores, los campesinos, los movimientos sociales, tomen la palabra.
Contundente victoria del chavismo en las elecciones regionales del 16/D
El domingo 16 de diciembre se realizaron las elecciones regionales que eligen gobernadores y legisladores estatales. Marcaron un contundente triunfo del chavismo. El PSUV ganó 20 de los 23 estados en disputa y la mayoría de los diputados estatales. Recuperó cinco de los 8 estados en manos de la oposición (Táchira, Zulia, Carabobo, Monagas y Nueva Esparta). La oposición solo pudo mantener el importante estado Miranda donde fue reelecto por una diferencia de apenas 4% el ex candidato presidencial Capriles Radonsky. Esta segunda derrota en dos meses ha instalado una fuerte crisis en la oposición. El triunfo del PSUV es una prolongación del triunfo en las presidenciales del 7 de Octubre más que un resultado del surgimiento o aceptación de los liderazgos regionales del partido. Aquellos que vean en estas elecciones un triunfo del partido o de los líderes se equivocan. El triunfo en estas elecciones fue de Chávez.
C. M.