Por el año 1974 y hasta inicios del ‘76, Propulsora Siderúrgica era una de las fábricas más combativas de ensenada y toda la zona. Los obreros elegían, una tras otra, comisiones internas de lucha que eran sistemáticamente desconocidas por la burocracia sindical peronista de entonces.
Carlitos Scafide era delegado de esas internas y militante del PST. Recuerdo que nos reuníamos con algunos compañeros en una casilla que él tenía alquilada en Punta Lara.
El miércoles 13 de enero de 1976, luego de dictarme un volante que yo tipeaba en la máquina de escribir, nos fuimos a cenar al restaurant Abruzzese, en La Plata. Al desatarse una terrible tormenta, me dejó en casa y fue a Ensenada a acompañar a su madre y su hermana. A los minutos de llegar, golpean la puerta diciendo ser la policía. Carlitos le dice a su madre que no abra y trata de escapar por los fondos. Pero todo estaba rodeado por unos 20 encapuchados de la CNU y la Triple A.
Nicolina, su madre, me contó que lo cargan, golpeándolo, y la encierran a ella y a la hermana en el baño. Se lo llevaron en un Ford Falcon. En ese momento se llevaban también al «Pampa» Delaturi, del PRT. Esa noche ambos aparecen asesinados en Ignacio Correa, que por esos tiempos era una «zona liberada». El velatorio de Carlitos fue a cajón cubierto porque, además de acribillarlo a balazos, le ataron las manos conun bulto con carga de trotyl, que le voló uno de sus brazos.
Carlitos era muy querido en Propulsora. Amaba la vida, siempre sonreía. Era buen amigo, buen hijo y buen compañero. Al cementerio lo acompañaron más de mil obreros de Propulsora y compañeros del PST que fueron en varios micros. En nombre de la dirección del PST habló el «Petizo» Páez.
Carlitos, ¡estás presente! ¡Hasta el socialismo siempre!
Mabel Formigo, MST La Plata