“…la asociación ilícita organizada por los accionistas, directivos y gerentes actuantes en TBA S.A., por medio de actos de administración infiel de los fondos públicos transferidos por el Estado Nacional generaron una ‘cadena de la felicidad’ destinada a enriquecer de manera ilícita y espuria a una serie de empresas vinculadas entre sí y pergeñadas alrededor de Sergio Claudio Cirigliano, Mario Francisco Cirigliano y el grupo Plaza y finalmente destinadas a maximizar sus ganancias personales más allá de toda avaricia posible…
“Este accionar sólo fue posible por la inacción parcial de los organismos de control y los funcionarios que… no realizaron los controles que en tiempo y forma debían hacer… además… cuando éstos detectaban anormalidades omitieron accionar en consecuencia…
“…párrafo aparte merece la actuación de los gremios en este proceso de deterioro sistemático y continuo… lo cierto es que a fin de conservar prebendas sindicales también impidieron implementar sistemas de gerenciamiento moderno que hubieran dejado al desnudo todas estas falencias.” (del auto de procesamiento dictado por el juez Bonadío en la causa por el choque de Once).
Bonadío señala la trilogía de responsables de la tragedia de Once: el Estado, los empresarios amigos de los gobiernos de turno y la burocracia sindical. Tridente mafioso que forjó sus negocios a partir de la política menemista, apoyada en los ‘90 por los Kirchner, que llevó a la explotación privada de un servicio público esencial.
Ahora van a juicio Sergio y Mario Cirigliano -entre otros directivos de TBA- y Juan Pablo Schiavi, Ricardo Jaime y Antonio Guillermo Luna, a cargo de la Secretaría de Transporte los dos primeros y de la Subsecretaría de Trasporte Ferroviario el tercero, así como dos interventores de la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT). Lo importante es mantener la movilización, el apoyo a los familiares de las víctimas y la denuncia política y social hasta que el último de los responsables sea condenado.