Basta de Inflación, ajuste y mentiras K
Los estigmas de la crisis y el fracaso K, golpean a los trabajadores y a los sectores medios y populares. La sensación térmica también sube en el termómetro social y vienen semanas de lucha. Los anuncios de Cristina, lejos de descomprimir el clima de malhumor, terminan siendo un revulsivo ante la magnitud de las mentiras implementadas. La cuádruple mentira de ganancias y el verso del control de precios no convencieron a nadie. Cada vez más quedan al desnudo las verdaderas intenciones de descargar la crisis sobre los de abajo.
La burla del “control de precios”
Mientras los índices de inflación de Enero se situaron entre un 2,6 y un 2,9 %, como producto del impacto de los aumentos de colectivos y trenes decretados por el gobierno en la última quincena de Diciembre (1), de muchos alimentos y de los precios del turismo. Con una inflación de arrastre del 26% en el 2012, que trepa a más del 30% si se considera el rubro alimentos, el gobierno tenía que “inventar” alguna medida para empezar este año electoral.
Seguramente no fue por el reto del FMI, que “descubrió” varios años después que cualquier ama de casa de nuestro país que el INDEK miente, que Moreno anunció con bombos y platillos que los Super no van a aumentar nada hasta el 1º de Abril. Es que no convenció a nadie el discurso reciente de la presidente, que al mejor estilo de Lita de Lazzari, mandó a la gente a no comprar en los comercios que se abusan con los precios, como si ella y su gobierno no tuvieran nada que ver.
Como ya lo han denunciado las centrales sindicales, no se puede ocultar el enorme deterioro que han sufrido los salarios, jubilaciones y planes sociales. Por ejemplo, la reciente actualización del 20 % del mínimo imponible en el impuesto a las ganancias de los sueldos de los trabajadores fue anunciado como una pérdida del Estado de 8.000 millones de pesos. Sin embargo, como el año pasado no se tocó el mínimo (salvo para el aguinaldo), esos 8.000 millones de pesos ya le fueron arrebatados a los trabajadores y como este año los reclamos salariales rondan un 30%, en pocos meses, aún más trabajadores que los que tributaban hasta ahora van a pagar ganancias. Ni hablemos de los mínimos para cobrar las asignaciones familiares, del miserable aumento a los jubilados o del congelamiento de los planes sociales.
En una economía que no crece, la inflación brutal se convierte además en estanflación. Si a esto le sumamos los pagos de la deuda, los subsidios a las grandes empresas, que hay una bajísima inversión de los empresarios en infraestructura e industrias, un dólar negro que ya está en $8 y la maquinita de imprimir dinero puesta a funcionar al servicio de las necesidades electorales de los K, el panorama no podría ser más sombrío.
Por eso el gobierno va a pretender usar este supuesto acuerdo para imponer paritarias con un techo del 20%, con la excusa usada por todos los empresarios de que los aumentos de salario generan inflación. No tienen cara. Durante el gobierno de los Kirchner los empresarios han aumentado sus ganancias en forma récord (2), y son estos empresarios, con los que gobierna Cristina, los que no quieren perder un peso frente a la crisis mundial y aprovechan el mecanismo inflacionario para que la crisis la paguen los trabajadores y mayorías populares.
Para frenar la inflación: controlar a las grandes empresas formadoras de precios
En este acuerdo de dos meses firmado con los Súper, estos no se comprometen a mantener el congelamiento de los precios si los proveedores se los aumentan, o si aumentan sus costos operativos (salarios fundamentalmente). Por eso es solo por 60 días, ya que si todo anduviera bien, en abril tienen la paritaria de Comercio.
Para frenar realmente la inflación hay que controlar a los grandes grupos formadores de precios. En la Argentina 500 empresas producen el 30% del PBI. La concentración de estos años sumado a la extranjerización de los capitales que controlan nuestra economía es atroz. Solo atacando este modelo de concentración, poniendo nuestros recursos al servicio del país, se puede erradicar de fondo la inflación, sin afectar los intereses populares como en la época de la convertibilidad.
(1) El tren aumentó el 28% con la SUBE y 63% sin ella y el colectivo 36% con SUBE y 50% sin la tarjeta.
(2) Según el investigador del FLACSO Pablo Stancanelli, habría aumentado del 24% de épocas de la convertibilidad al 36% en el 2006.