Hace unas horas acaba de renunciar Jebali, el primer ministro tunecino. Ocurre luego de fracasar en sus intentos de formar un gobierno de tecnócratas con el cual pretendía poner un paño frio a las movilizaciones y protestas provocadas por la muerte de Belaid. No se sabe todavía si el gobierno provisional y su presidente aceptarán la renuncia de su primer ministro, pero, de todas formas, muestra a las claras la crisis política abierta por la respuesta de masas a la acción de las milicias de ENNAHDHA.
El Frente Popular ya es actualmente la tercera fuerza política detrás del islamismo y otro partido burgués estructurado alrededor de viejos políticos de la época de Burguiba y Ben Alí. El Frente Popular reúne también al PTT (Partido de los Trabajadores Tunecinos) de origen maoísta y otras organizaciones, entre ellas la Liga de Izquierda Obrera organización de la IV internacional y con la cual tenemos relaciones fraternales.
El ascenso del FP se asienta en el descontento creado con el gobierno islámico que ha sido incapaz de mejorar la situación de los trabajadores y el país. Por el contrario, el desempleo que afecta principalmente a los jóvenes ha aumentado, la deuda pública ha subido, y las grandes empresas y bancos internacionales, (especialmente franceses) siguen expoliando.
La demora en formar una fuerza alternativa que genuinamente quisiera profundizar la revolución democrática, facilitó que un gran sector de masas fuera hacia la dirección islamista; pero los nuevos hechos que se han sucedido en los últimos días muestran que ese sentimiento se está minando, se erosiona. Esto quiere decir también que no se provoca una ruptura total. El islamismo es una fuerza social que canaliza a grandes masas creyentes, y se apoya en una fuerte estructura sustentada no solo por las mezquitas sino en una derecha fundamentalista que conforma las milicias armadas. Cuenta además con el sustento que le dan los regímenes islámicos que gobiernan los países de la península arábica. (Arabia Saudita, Qhatar etc).
Lo que sí parece como seguro es que se ha abierto una nueva fase de la revolución que ahora pone sus focos contra este nuevo régimen de los islamistas que surgió después de la revolución. Una nueva polarización; de un lado los sectores burgueses y el gobierno provisional apoyado en las masas creyentes, (lo que imprime a esta lado un fuerte componente ideológico y religioso); del otro, la lucha democrática (principalmente de las mujeres) contra ese reaccionarismo secular islamista, y del mismo lado la lucha de la juventud y los trabajadores. No es una casualidad que las milicias hayan atacado en diciembre el local de la UGTT (Unión General de los Trabajadores Tunecinos), una central única muy poderosa con una gran inserción en los trabajadores de todo el país y que jugara un rol decisivo en la caída del dictador Ben Alí. ·
Esta nueva fase es seguramente más compleja y larga que la que tiró a Ben Alí. Es más fácil unir a todo el pueblo en un frente anti-dictatorial que en un frente contra el gobierno provisional islámico, asi su régimen no está consolidado. En su último escrito Gilbert Acchar dice que ¨el comentario más general que puede hacer es que las cosas están realmente cambiando y moviéndose a un ritmo muy rápido, de forma que la región ha entrado en lo que llamo un proceso revolucionario a largo plazo¨. Podemos agregar que Túnez (y Egipto) está mostrando que los cambios van rápido y que sus tiempos, son largos porque son estratégicos; van hacia un nuevo poder de los trabajadores y el pueblo.