Presentado por el gobierno nacional y los gobiernos provinciales como un avance hacia la soberanía energética, el Fracking amenaza a nuestro país con graves consecuencias sociales y ambientales. A la explotación iniciada en Neuquén, se suma el inicio de exploraciones en Chubut y Entre Ríos también se encuentra en la mira.
El fracking o fractura hidráulica es el método utilizado para la extracción de hidrocarburos de yacimientos “no convencionales” en los cuales están alojados en rocas no permeables. Consiste en la perforación vertical hasta la roca, seguida de una perforación horizontal. Para liberarlos se inyectan miles de litros de agua y arena con un coctel de alrededor de 500 químicos de los cuales 8 poseen efectos canceríwwgenos comprobados.
Fracking y la crisis del capitalismo “en serio”
La crisis capitalista mundial, de carácter civilizatorio, incluye la dependencia en los hidrocarburos (no renovables) como principal fuente de energía a nivel mundial. Las poderosas multinacionales del petróleo y el gas, con la complicidad y participación de los gobiernos capitalistas, han actuado permanentemente para evitar el desarrollo de fuentes de energía alternativa. Ante la caída de sus tasas de ganancia, la creciente escasez de hidrocarburos y el permanente aumento en su precio, buscan exprimir hasta la última gota destruyendo todo a su paso.
Modelo, relato y saqueo
El gobierno K habla de un modelo “nacional y popular” y presenta a la exploración y explotación de yacimientos no convencionales como un logro de la “nueva” YPF y un avance en la soberanía nacional. Sin embargo, en la etapa K se ha profundizado el modelo neoliberal avanzando hacia la consolidación de un país semicolonial, extractivo y agro-minero exportador. El Fracking es un nuevo salto en esa dirección. En primer lugar porque favorece la dependencia energética ya que la “nueva” YPF ya ha firmado convenios con grandes multinacionales como Chevron para la explotación de los yacimientos no convencionales. YPF corre con el gasto de exploración y luego comparte las ganancias de la explotación con las grandes multinacionales. En segundo lugar porque continúa postulando al país como exportador de materias primas, consolidando el carácter dependiente de nuestra economía. En tercer lugar, porque las riquezas fluyen hacia el exterior y la destrucción del medioambiente es lo que queda. Las consecuencias ambientales del Fracking incluyen la contaminación del agua de superficie y de las napas de agua a causa de las filtraciones de los químicos utilizados, de minerales radioactivos alojados en la roca y del propio gas que fluye a través de las fracturas generadas y llega a las reservas de agua de las cuales se alimentan los hogares. Para darnos una idea de la magnitud del consumo de agua se calcula que una plataforma de 6 pozos necesita unos 54.000 a 174.000 millones de litros de agua en una sola fractura. Otras consecuencias ambientales son la contaminación del aire por las emisiones de gas metano, e incluso pequeños terremotos ya que las fracturas generadas inciden sobre las fallas sísmicas de la tierra.
El caso de Entre Ríos
La designación de un entrerriano como presidente de YPF no es casual. Esta provincia se encuentra en el ojo del huracán Fracking. El gobernador Urribarri formó parte de la comitiva que en septiembre del 2012 viajo a Nueva York y Londres donde se entrevistó, entre otros, con el CEO de Exxon Mobil. Mientras tanto, el secretario de energía de la provincia se escuda diciendo que “es solo exploración, no explotación”. La aplicación del Fracking en nuestra provincia tendría consecuencias catastróficas. Los yacimientos se encuentran debajo del acuífero Guaraní, una de las reservas de agua dulce más grande del mundo. La contaminación del mismo alcanzaría al Litoral, la Mesopotamia e incluso Brasil, Uruguay y Paraguay.
Por todo esto formamos parte del movimiento Entre Ríos Libre de Fracking junto con organizaciones sociales, políticas, ambientalistas y activistas. Desde el MST Entre Ríos convocamos a dar la pelea contra el Fracking y llamamos a construir una alternativa política para frenar el saqueo y la contaminación del modelo K.