Los que se están vengando del 25 de Abril saben ahora, después del 15 de Setiembre y del 2 de Marzo, que la movilización popular generalizada no es un fenómeno aislado o un puntual grito del alma. Es la expresión de un campo social en lucha, un dato permanente de la situación nacional, una mayoría que toma la palabra contra los recortes que transforman la sociedad.
La agenda inmediata de este campo social es el derrumbe del gobierno. La moción de censura popular leída en el Terreiro do Paço podría ser su manifiesto. En los próximos días se conocerá la verdad de los nuevos recortes, escondida por la troika y el gobierno hasta la manifestación. Durante las próximas semanas, la exigencia del fin de este poder y de este programa que nadie eligió debe tomar la forma de un reconocimiento mutuo -territorial, descentralizado y abierto- de las fuerzas que se unieron el 2 de Marzo. En cada plaza, en cada localidad, este pueblo debe volver a reunirse, informarse e informar, recoger apoyos. Y continuar masificando la censura para expulsar este gobierno.
La fuerza de las mareas
El corte de los 4 mil millones, sean donde sean aplicados por la troika, lo sufrirá el Estado social. Pero la resistencia a este ataque tuvo el 2 de Marzo, un momento único. No sólo por la construcción orgánica de este proceso por las “mareas” de la Educación, la Salud y de los jubilados -que lo preparan en lugares de trabajo y servicios públicos, en las asociaciones y sindicatos- sino también por la fuerza unitaria de su llamado, que congregó a profesionales y usuarios, sindicalistas y militantes de movimientos, trabajadores activos y jubilados, ciudadanos afectados donde más duele.
En vísperas de duros enfrentamientos sindicales, estas iniciativas dieron señales de una amplia disponibilidad para una movilización política unitaria en defensa de la escuela pública del Sistema Nacional de Salud y de la Seguridad Social. El calendario de las luchas continúa cada vez más fuerte.
La hora de la verdad
El pueblo de la Grândola* exige a las fuerzas anti memorando el enunciado de una respuesta común y pasos concretos hacia una alternativa común. Desde luego, tienen esa responsabilidad el Bloque y el PCP (Partido Comunista Portugués) porque ambos exigen nuevas elecciones y proponen un gobierno de izquierda para romper con la troika. Pero esta unidad no debe limitarse al diálogo entre los partidos anti troika. Al contrario, el proyecto de un gobierno de izquierda será tan amplio como la claridad de su programa. En espacios como el Congreso Democrático de las Alternativas o la Auditoría Ciudadana de la Deuda, se encuentran centenas de opiniones y voluntades que deben ocupar un lugar central en la construcción de una alternativa política. En las múltiples expresiones organizadas que emergen con este pueblo que ocupa las ciudades, estará también la fuerza de ese proyecto. Entre esas voces están aún las de mucha gente socialista que rechaza los planes de austeridad. Son aquellos que reconocen la necesidad de la renegociación de la deuda y de una inversión real de las opciones económicas. La unidad de la izquierda pone en jaque a toda la política del memorando.
Nuestra lucha es internacional
La dimensión de la movilización popular en Portugal es un ejemplo continental. Por su escala, por la claridad de su grito, por su inspirada referencia a la liberación de 1974. Gobiernos inestables y violentos están devastando toda la periferia europea. En España, sólo una semana antes del 2 de Marzo, centenas de miles salieron a las calles en la Marea Ciudadana que recorrió más de 80 ciudades. Construir una agenda internacional contra la dictadura de la deuda está al alcance de los pueblos que hoy se levantan.
Al calor de estas tareas urgentes las izquierdas pueden actuar ahora. El río que la Grândola juntó debe crecer unido.
* N.de R: Al final de la manifestación «Que se lixe a Troika» (Que se joda la Troika), celebrada el sábado 2 de marzo en numerosas ciudades de Portugal, decenas de miles de personas, congregadas en el Terreiro do Paço de Lisboa, cantaron la canción «Grândola, vila morena», símbolo de la Revolución de 1974.
Jorge Costa, Bloque de Izquierda de Portugal