Crisis económica y plan agotado
Que el modelo K está agotado no es ninguna novedad, hasta los analistas burgueses que decían hace unos meses que podría haber una cierta recuperación de la economía luego del mal 2012 hoy lo reconocen.
Nosotros siempre sostuvimos que este modelo se agotó cuando por 2006, la megadevaluación de Duhalde (que nos bajó el salario real a la tercera parte) fue carcomida por la inflación creciente y las luchas de los trabajadores lograron aumentos salariales intentando recuperar lo robado. El superávit fiscal se transformó en déficit, la deuda pública fue creciendo y la llegada de la crisis mundial desatada en el 2008 fue penetrando lentamente (amortiguada por los altos precios internacionales de los productos agropecuarios) pero implacablemente.
Los ejes de la crisis
Sucintamente digamos que el modelo K requería de un superávit fiscal prolongado por 20 años que permitiera pagar Deuda Externa con el excedente y en que la burguesía siguiera ganando fortunas producto de pagar bajos salarios. Además subsidiaba con miles de millones de dólares a los sectores «perjudicados» por la devaluación como las empresas de transporte y servicios. Confiaban en que con estas condiciones iban a venir las inversiones y un verdadero crecimiento económico. Pero el plan desnudó lo peor del carácter parasitario de los empresarios, las inversiones no vinieron de afuera (Argentina es el país con menos % de inversión extranjera de toda Latinoamérica) y los grandes burgueses locales en vez de invertir en renovación de tecnología y maquinarias, siguieron fugando miles de millones de dólares al año.
Sin dólares de afuera ni inversión local, el gobierno fue comiéndose las reservas del Central para pagarle la deuda a los acreedores externos y generando más Deuda Pública, tomando plata de la ANSES, del BCRA y de cuánta caja pudiera. Al no alcanzar y el déficit seguir creciendo, se disparó la emisión monetaria que ingenuamente pensaron que serviría para pagar la Deuda ahora con acreedores locales. Pero la inflación se disparó, el humor social cambió para mal del gobierno y hoy Cristina y los suyos están en una trampa de las que les resulta difícil salir.
La inflación carcome los salarios de los trabajadores que luchan para recuperar lo perdido (no al revés como dicen los economistas del régimen). Los empresarios trasladan a los productos este aumento y más, por la desconfianza que genera el futuro del plan
y la espiral no se acaba más. La Deuda aumentó a 200.000 millones, que habrá que pagar más temprano que tarde y las reservas del Central siguen cayendo.
Manotazos de ahogado
Que el gobierno no sabe cómo salir del atolladero está claro también, las últimas tres medidas son como manotazos de ahogado, que ya fracasaron o están en vías de hacerlo: las restricciones al dólar, el supuesto congelamiento de precios y la «Moreno-Kard». Como bomberos locos, los funcionarios intentan apagar el fuego con nafta en la hoguera del humor social.
Las restricciones al dólar no lograron disminuir la fuga de dólares del sector medio o medio alto que viaja al exterior (por el contrario el déficit comercial en lo turístico aumentó, es decir se van al extranjero más dólares de los que traen los turistas). Tampoco impidió la fuga de divisas de los grandes capitalistas a través de transacciones bancarias y la bicicleta de facturaciones de exportaciones. Por último y más importante para el grueso de la gente: hizo subir el precio del dólar paralelo a más de $ 8,60 mientras que el oficial está en $ 5!! Y esto al revés de lo que nos vendía Cristina sí impacta en el bolsillo de la gente común: Hoy muchísimos productos son «facturados» a dólar paralelo de manera que aumentan su precio 60%…y la tendencia es creciente.
El supuesto congelamiento de precios, como todo los parches de este gobierno lo que ha logrado es que nadie sepa cuánto valen los productos, si aumentan o no y el gobierno es incapaz de controlar que se cumpla y sobre todo de garantizar el normal abastecimiento de mercaderías.
Y como postre está el lanzamiento de la Supercard o Moreno-card. Supuestamente el gobierno con esto cree que está haciendo una hábil carambola. Presiona o amenaza a los bancos para que bajen las comisiones del 3 al 1% que cobraría a los Super la nueva tarjeta (obviando que los bancos fueron los principales beneficiarios de este modelo con más de $ 32.000 de ganancia en los últimos 5 años). Quiere perjudicar a Clarín impidiendo la propaganda de los Súper y Casas de elctrodomésticos y a la vez pretende que con estas dos concesiones el «congelamiento» dure hasta después de Octubre para asegurar una buena elección del oficialismo. Pero en realidad en el mejor de los casos estas medidas sobre las tarjetas y el «ahorro» de la propaganda de los Súper no tendrá ningún impacto sobre el precio final de los productos y si lo tuviera no sería mayor del 3-4%, mientras que si el gobierno estuviese realmente preocupado por el bolsillo de los trabajadores tendría que eliminar el IVA a los productos de consumo masivo lo que bajaría los precios más del 20% y ponerle impuestos a las grandes ganancias y fortunas, pero esta medida está muy lejos de las verdaderas intenciones de Cristina que por más que hable de justicia y redistribución de la riqueza, la realidad es que los que están cada vez más ricos son los ricos y sobre todo el peor sector de ellos como son los grandes especuladores bancarios y financieros. Y lo más probable es que fracasen, porque los bancos boicoterán el modelo aunque hasta ayer hayan sido beneficiados por los K, los Súper volverán a publicitar sus «ofertas» para intentar ganarle mercado a la competencia y mucho menos cumplirán con el congelamiento de precios a menos que Moreno y cía. Estuviesen dispuestos a tomar medidas más de fondo como la aplicación de la Ley de Abastecimiento, la expropiación de todos aquellos grandes comercializadores y distribuidores que acaparen, etc. , cosa que por supuesto no harán por eso necesitamos un cambio radical del plan y poner uno al servicio de los trabajadores y el pueblo, donde paguen más los que más tienen y evite que la crisis la paguemos siempre los de abajo.
Gerardo Uceda