En Túnez, cuna de la Primavera Árabe
Durante la semana del 24 al 31 de marzo, estuve representando a la CTA y a la CICOP en las actividades y deliberaciones de este evento que convocó a miles de activistas y organizaciones de diversos países. Más allá de los debates de actualidad, el viaje fue muy útil para articular con los actores de esos procesos revolucionarios en función del reagrupamiento mundial que se necesita.
Esta vez el FSM, que nació en Porto Alegre allá por el 2001 al calor de los sucesos de Seattle, se reunió en un epicentro de grandes convulsiones sociales. Túnez dio el puntapié inicial al proceso de revoluciones democráticas que recorrió todo el Magreb y que dio impulso a las grandes manifestaciones que hoy recorren Europa cuestionando el ajuste y los efectos de la crisis capitalista mundial.
La marcha inaugural recorrió varias de las calles por donde transitó la insurrección de la dignidad. Fue indudablemente masiva, con la impronta no sólo cuantitativa sino reflejando la combatividad de miles de trabajadores, jóvenes y mujeres tunecinos, junto a delegaciones predominantes del mundo árabe y , en menor medida, de organizaciones sociales y activistas multicolor de varios países de los cinco continentes.
Sin lugar a dudas la experiencia de las revueltas árabes hizo parte fundamental de los debates del foro, junto a la evolución de la crisis capitalista y las alternativas a construir. La política hacia el proceso revolucionario sirio en curso, se dio con parte de sus protagonistas, con posiciones encontradas donde insistimos en la confrontación con Al Assad a la vez que rechazar toda injerencia imperialista en el lugar.
Participamos de reuniones preparatorias de la Asamblea de Movimientos Sociales, de varios debates como los del Espacio Climático y nos entrevistamos con diversas delegaciones politicas y sociales. Sin dudas los intercambios con la central obrera UGTT y con dirigentes del Frente Popular Tunecino fueron de lo más valorable, por las relaciones construidas y los intercambios.
La declaración final de la asamblea de movimientos sociales, si bien muy general, contuve afirmaciones correctas como «afirmamos el aporte fundamental de los pueblos del Magreb-Mashreck (desde la África del Norte hasta el Medio Oriente) en la construcción de la civilización humana… Luchamos por la anulación de la deuda ilegitima y odiosa… Denunciamos la «economía verde» y rechazamos todas las falsas soluciones a la crisis climática… Defendemos el derecho de los pueblos a su autodeterminación y a su soberanía como en la Palestina, el Sahara Occidental y en el Kurdistán…. Fortalezcamos nuestras herramientas de solidaridad entre los pueblos como la iniciativa de boicot, desinversión y sanción hacia Israel y la lucha contra la OTAN…
El balance y el futuro del propio foro, muy debatido, encierra una contradicción. Ya que por un lado resultó evidente la pérdida de fuerza y limitaciones del evento en sí mismo, con predominio de ONG, muchas sostenidas por gobiernos, por sobre las organizaciones sociales y políticas que juegan roles en los procesos más dinámicos que recorren el mundo al calor de la nueva etapa abierta con la crisis capitalista internacional. Muchas de las cuales tuvieron presencia en el evento pre-foro convocado por el Frente Popular (ver aparte). La contracara es que tonificó a miles de luchadores tunecinos que, retomaron las calles en decenas de mitines diarios, fueron un animador en debates y acciones durante todos esos días y, seguramente, habrán recogido nuevas energías y experiencias para seguir desarrollando la revolución en curso.
Guillermo Pacagnini