Sobre llovido, mojado

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El país no gana para sobresaltos. Una sucesión de hechos se van encadenando para configurar un escenario de mayores complicaciones. Todavía están sensibles los ánimos de millones por la mezcla de dolor, desastre y muerte por las inundaciones que vivieron cientos de miles, y conmovieron a millones en los cuatro puntos cardinales. La capital del país y la de la principal provincia, ambas bajo el agua, con pérdidas de vidas y enormes daños materiales, mientras los gobiernos que no previeron absolutamente nada se peleaban entre sí, fueron la postal de un país que desmiente los fantasiosos anuncios presidenciales.

Mientras el pueblo daba muestras de una impresionante capacidad de ayuda con los afectados, sin que las soluciones oficiales lleguen en el tiempo y la cantidad correspondientes, CFK pisaba el acelerador y lanzaba su proyecto de reforma judicial. La tan nombrada democratización no se vislumbra por ningún lado en un proyecto oficial donde se profundiza el control gubernamental sobre los jueces, se pretende limitar las posibilidades del pueblo de hacer frente al Estado y hasta se esconde un intento de limitar (casi prohibir) el derecho de huelga de los trabajadores judiciales y otros sectores. Afloran las urgencias de un proyecto político que está declinando y necesita mantener el mayor control de los resortes del poder para intentar sostenerse.

Los dos males anteriores eran mezcla suficiente. Pero apareció la denuncia sobre la multimillonaria fuga y lavado de dinero que el difunto Néstor, Lázaro Báez y otros “empresarios capaces”. Capaces de cualquier cosa para hacer ganancias, sobre todo con dinero público. Suiza y otros paraísos fiscales recibieron las mieles de los negociados K, que vienen a sumarse a otros tantos escándalos de corrupción nac&pop. La maquinaria oficial ya está en pleno movimiento para cubrir las pruebas. Pero una mayoría social, con sobradas razones, sabe que hay mucha basura bajo la alfombra del régimen.

Estos sinsabores vienen a sumarse a los nubarrones que sobrevuelan la economía. La inflación que no para y se burla de un control de precios inexistente. El parate que sigue achicando puestos de trabajo. Las finanzas provinciales en rojo y sin soluciones a la vista. Un “combo” que llegó para quedarse y está desnudando las miserias de un modelo que, al contrario de los fraseos libertarios que gusta emitir el poder oficial, tiene al saqueo y la dependencia como marca indeleble.

Semejante escenario alimenta la bronca y el malhumor social. Retoman el conflicto los docentes bonaerenses y siguen los reclamos en Chaco y Neuquén. Se viene un nuevo cacerolazo que, aunque esté visiblemente convocado por referentes de la oposición de derecha, volverá a expresar el malestar de los sectores medios en muchos lugares del país. Y asoma la realización de un nuevo Paro Nacional de la CTA, que puede incorporar a la CGT y repetir la contundente manifestación obrera del 20 de noviembre pasado.

Apoyar los reclamos de los vecinos afectados por las inundaciones; sumar fuerza a los reclamos de docentes y estatales. Seguir impulsando la pelea por salario y condiciones de trabajo. Tareas de primer orden para los días que se vienen, que deben complementarse con la propuesta de soluciones reales, que busquen terminar con los problemas de los de abajo. Pero los que pelean por sus derechos, tienen por delante otra oportunidad para golpear a los gobiernos. Nos referimos a la batalla político-electoral. Con los oficialismos en baja y millones buscando respuestas de cambio real, sobran los motivos para dedicar esfuerzos a la construcción de una alternativa política unitaria que dé batalla para transformar la realidad. Hay que unirse en torno a un programa de cambio profundo, que plantee recuperar nuestros recursos naturales, los trenes y el subte, dejar de pagar la deuda externa, implantar una reforma impositiva para que paguen más los que más tienen y otras medidas. No será con la UCR o Carrió con quienes vamos a lograr esta herramienta, porque no representan un proyecto como el que hace falta. Si amontonamos sin importar el programa sólo llegaremos a nuevas frustraciones, como pasó con la Alianza.

Desde el MST, tal como expresamos en otro artículo de este periódico, llamamos a conformar una alternativa de cambio. Apostamos a confluir con todos los sectores que defienden un programa de transformaciones profundas, como las que necesita el pueblo trabajador. Las próximas semanas serán muy importantes para avanzar en esta tarea clave. Nuestro partido pondrá todo su esfuerzo y compromiso para que avanzar hacia este objetivo en todo el país.

Editorial

 


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