Con una dialéctica implacable, la economía se complica al ritmo de la crisis política del gobierno. El dólar paralelo pronto duplicará el valor del inconseguible dólar oficial. La inflación se dispara con él y con el aumento de los combustibles. Cae el empleo y los aumentos otorgados en paritarias se licuarán en menos de medio año. El panorama político económico no puede ser peor para el gobierno. En Olivos, junto a la presidente el «gabinete» de los más cercanos analiza cómo descargar la crisis económica sobre nuestras espaldas.
De los múltiples problemas de la economía que ya hemos comentado en notas anteriores, en estos días podría decirse que el aumento de los combustibles y la escalada sin techo del dólar paralelo, se llevan las palmas.
De la noche a la mañana, el gobierno decidió ponerle un tope a los combustibles por unos meses, paradójicamente 48 hs después YPF aumentó los propios más del 10%, con el argumento que el tope era para Shell que tenía los más caros del mercado. Pero Shell también aumentó y le echan la culpa a los estacioneros. Ahora todo aumentará por que los fletes se encarecerán. Mientras, los mismos Súper confiesan que el gobierno les autoriza remarcar, reafirmando que el «congelamiento» de precios es una ilusión electoralista.
Pero el otro elemento que empuja hacia arriba los precios es la escalada del dólar paralelo, que ya superó el 90% del valor del «oficial» que nadie consigue. Hay muchísimas razones para que se dispare. La primera es responsabilidad del gobierno, que para retener los dólares que entran por las exportaciones (los necesita como al aire por la caída de más de U$S 500 millones en el último año), no tiene más remedio que emitir más y más pesos, lo que lógicamente alimenta la inflación. Pero también hay una cuota tremenda de especulación de la gran burguesía y los grandes comerciantes, que al ver el dólar «blue» tan alto ya se frotan las manos pensando en la casi segura devaluación del peso frente al oficial y además remarcan por las dudas. Y por último «calculan» las operaciones para fin de año con un dólar a $10! Ante este panorama, es impensable que puedan parar la inflación, por más reuniones que haga Cristina con su «gabinete económico» más cercano.
A esto hay que agregarle que la falta de inversión de los grandes capitalistas extranjeros y los autóctonos (que prefieren seguir fugando cerca de U$S 20.000 millones por año, como si no hubieran aprendido nada de la crisis del 2001), ha llevado a una desaceleración profunda en la generación de nuevos puestos de trabajo y empiezan a perderse miles de puestos más en sectores como la construcción. Y muchas complicaciones más, como el déficit fiscal creciente, la pérdida de reservas, la crisis energética que obliga a importar más de 12.000 millones de dólares al año en combustibles, agravando la sangría de dólares al extranjero; agreguemos un sistema tributario regresivo donde pagamos más los que menos tenemos y del que ya no se puede tirar más la soga.
Por estas razones, no es extraño que el ministro de economía Lorenzi-no, ante una simple pregunta sobre la inflación en el país, haya pronunciado su más célebre frase: Me quiero ir, me quiero ir!! Y dicen que no es el único del gabinete que se quiere ir, es que cuando el barco se hunde las ratas lo abandonan.
Descargan la crisis sobre nuestras espaldas
Muchas veces hemos dicho que el gobierno quiere descargar el peso de la crisis sobre la espalda de los trabajadores y el pueblo, pero en estos momentos de aceleración de la crisis esto se hace más patente, más tangible y visible para todos. Así nos roban día a día con el «impuesto inflacionario». Queda claro también, el por qué del apuro para cerrar las paritarias por el 20% cuando ya se avizoraba una inflación del 30 o más. Por eso, un objetivo central de la Reforma K de la Justicia, es quitarle a los trabajadores y jubilados la posibilidad de apelar a medidas cautelares para defenderse de los abusos del gobierno.
Y ahora se viene una vuelta más de tuerca, con tarifazos de servicios y sobre todo del boleto porque por la crisis ya hablan de retirar los subsidios al transporte que significa el 40% del monto operativo total y más del 60% del sueldo de los trabajadores del transporte.
Gerardo Uceda
Derrotemos este plan de ajuste, miseria e inflación
La crisis y deterioro político que acompaña a la aceleración de la crisis económica abre la posibilidad de luchar por cambiar de raíz este plan económico, que habla de redistribución y se burla de nosotros diciendo que se acabó la indigencia en el NOA y NEA, mientras sigue beneficiando a lo más concentrado de capitalismo. No hay lugar para parches o retoques, hay que luchar por cambiar el plan por otro al servicio de los trabajadores y el pueblo, empezando con medidas concretas como:
1. Atacar la inflación Imponiendo un aumento general de salarios, jubilaciones y planes sociales al nivel de la canasta familiar con actualización trimestral. Eliminando el IVA a los productos de consumo masivo y popular. Imponiendo un verdadero control de precios por parte de los usuarios, organizaciones de consumidores y trabajadores. Aplicando la Ley de abastecimiento para todos aquellos que especulen escondiendo mercaderías o remar-cando, hasta incluso expropiando las grandes empresas acaparadoras si no cumplen con la Ley.
2. Atacar la devaluación hay que impedir la devaluación que empuja la burguesía local y deja correr el gobierno. Para eso hay que impedir la fuga de capitales de las grandes empresas y bancos y sobre todo dejando de pagar la Deuda que se lleva miles de millones de dólares año tras año.
3. Invertir la estructura tributaria con este plan más de la mitad de los ingresos del estado lo aportamos los trabajadores con el IVA. Tenemos que hace que paguen más los que más tienen y ganan, con impuestos progresivos y crecientes a las grandes ganancias y las riquezas. Imponer impuestos a la renta financiera en vez de impuesto a las «ganancias» de los trabajadores.
5. Reactivar la economía al servicio de los trabajadores contra la pérdida de los puestos de trabajo y el parate, con las medidas anteriores sobra la plata para impulsar un plan de obras públicas en infraestructura energética y caminera por ejemplo. Así como un verdadero plan de construcción de viviendas populares, que daría trabajo a millones y reactivaría toda la industria proveedora.