MST - Movimiento Socialista de los Trabajadores Lunes 27 de Agosto, actualizado hace 4 hs.

El espía Alejandro Américo Balbuena

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«Un buen perro de presa»

Así, relata Rodolfo Grinberg, uno de los fundadores de la Agencia Rodolfo Walsh, como lo calificaba a Balbuena el profesor que tenían cuando eran compañeros de estudios en la Escuela de Periodismo. En aquel momento el profe no le veía pasta de editorialista o escritor, sino de hombre de calle, de reportero, «en la calle va a ser un buen perro de presa». Lo cierto es que hacía más de diez años que este topo de la Policía Federal, que revestía como oficial de inteligencia de la sección Reunión de Datos, división Análisis, se dedicaba a espiar a las organizaciones populares, bajo la fachada de movilero de la Agencia Walsh.
Su jefa la Ministra de Seguridad Nilda Garré, lo puso en disponibilidad inmediatamente, cuando sus compañeros de la Agencia Walsh requirieron sobre su función en la Policía Federal, tres días antes de que los propios periodistas denunciaran el hecho públicamente. Y para colmo declaró que van a averiguar si este policía actuaba por su cuenta.
Pobre escusa la de una Ministra, que ya ha caído en muchas contradicciones y mentiras, en torno a sus espías. Empezando por el escándalo del Proyecto X, el megaproyecto de espionaje de la Gendarmería contra las organizaciones populares. Espionaje destinado a atacar a los trabajadores, organizaciones sociales, estudiantiles, de derechos humanos y dirigentes de izquierda. A cosechar pruebas para que los juzgados procesen a los que luchan contra las políticas de ajuste del gobierno y sus empresarios amigos, como le sucedió a nuestra compañera Vilma Ripoll, por el «delito» de haber ido a solidarizarse con los trabajadores de Kraft en lucha contra los despidos.

Una colección de espías heredados de la Dictadura

Era frecuente encontrar a Balbuena en las marchas, cortes, protestas. Personalmente recuerdo muchas acciones en las que no venía ningún medio importante a cubrirla, pero allí estaba Balbuena. Tan familiar era su presencia que era un «compañero» más. En cuantos piquetes, mezclado entre los compañeros, habrá pasado la data a la policía, este «abnegado» periodista – militante. La memoria de todos lo registra a partir de los hechos del 2001, a este cana que viene de las épocas de la Dictadura.
Y en esto no es original. El MST de Neuquén fue infiltrada durante varios años por el espía del Batallón 601 (de inteligencia de la Dictadura) Raúl Tarifeño. Y la presidenta tiene como uno de sus sindicalistas preferidos, nada más ni nada menos, que al espía del 601, y luego Secr. Gral de la UOCRA, Gerardo Martínez. ¿Cuántos más milicos, canas y buchones, tendrá infiltrando a las organizaciones populares, el gobierno de Cristina K?

Cuando se cae el doble discurso

Cristina y el kirchnerismo siguen tratando de mantener la mentira de que son el gobierno de los «derechos humanos». Cuando mantienen, violando todas las leyes, un importante aparato de espionaje contra las organizaciones populares. Sus topos son una herramienta imprescindible de una política de amedrentamiento, que a través de la criminalización de la protesta y de una ley antiterrorista destinada a encarcelar a los que luchan, despliegan contra los que se oponen a sus planes de ajuste y entrega del país.
Por eso dejan correr, o son directamente cómplices, de las patotas que atacan a los Qom de Formosa, o utilizan a la Justicia para encarcelar a los trabajadores de ATE de la DGCyE de La Plata, unos días antes de la primera medida conjunta de la Coordinadora Nacional de Gremios Estatales.
Es que Cristina, al igual que Macri en la Ciudad, sabe que no puede mantener sus negocios, sin ajustar duramente a los trabajadores y el pueblo. Y como se dice desde hace mucho «no hay ajuste sin represión». Allí se termina el doble discurso K y empiezan las luchas del pueblo contra sus topos, represores y atropellos.
Como dicen los periodistas de la Walsh, el espía agredió a todas las organizaciones en lucha. Y por eso hace falta la más amplia unidad para terminar con los topos y la persecución a los luchadores del gobierno de Cristina.

Gustavo Giménez

Balbuena