La revuelta juvenil y popular brasilera pone sobre la mesa una serie de cuestiones que están hace tiempo en debate en la izquierda latinoamericana y el denominado campo progresista.
Contra aquellos que decían que la situación en nuestro continente era diferente a la del mundo árabe o Europa, o sea que aquí no se vivía esa crisis económica, (y por lo tanto estábamos en un período de más tranquilidad), gracias a la gestión de gobiernos como el del PT, muestra con claridad que Latinoamérica es parte de una nuevo periodo mundial caracterizado por la crisis y los levantamientos populares, en los que la juventud juega un papel de vanguardia.
La movilización estudiantil de Chile y ahora de Brasil significa que los indignados también están en nuestro continente y se extenderán como una mancha de aceite a más países.
Se ha derrumbado también una idea y un modelo: de que el PT y su gobierno eran progresistas y estaban llevando adelante medidas que favorecían al país y a las clases populares. Que ese era el modelo a seguir en nuestro continente. Con su rebelión el pueblo brasilero lo ha desmentido.  Hay una ruptura y un salto en la conciencia de las masas que no es un suceso inesperado, sino que se fue incubando en los últimos años en que aparecieron los primeros grandes conflictos y el rechazo generalizado a los partidos del establishment.
Los sectores intelectuales y dirigentes ligados a movimientos populares que opinan (de una forma más velada o explícita) de que es un golpe para justificar ese progresismo, deberían reflexionar porque las masas se insurreccionan en Brasil y el mundo. Si los millones que salen a la lucha en todos lados están ganados por la derecha, o se trata de una reacción genuina de un movimiento que se levanta procurando en la movilización y en la toma de las calles para luchar por una democracia real y resolver sus problemas de hambre y miseria.
La nueva situación en Brasil entierra definitivamente el foro de Sao Paulo como alternativa, quien a partir de ahora quines acudan deben saber (si no lo sabían) que van a sentarse en la misma mesa en la que están los cuadros políticos de un partido que está al servicio de los grande bancos y las grandes empresas.
Y por último para aquellos que veían en el PSOL un partido dirigido por ultraizquierdistas y-o troskystas, deberían reconocer que el PSOL fue quien acertó cuando comenzó a construir una alternativa superadora del PT.

Pedro Fuentes

Pedro Fuentes