Es vox populi en el periodismo mundial que nunca una intervención de los EEUU había tenido tantas complicaciones, tanta discusión en las filas de las potencias mundiales, como la que se está preparando en Siria. Ya han pasado dos semanas del anuncio de la inminente intervención y cuando escribimos este artículo, está menos claro qué va a hacer Obama; sin votos favorables en el congreso, con una mayoría de su país en contra y ahora con la nueva instancia que ha surgido en la ONU. Patinazos y vaciladas son buenos adjetivos latinos para este momento de Obama.
Sería un error ver que el imperialismo es solo «un tigre de papel» (como decía Mao). El imperialismo es siempre «reacción en toda línea», (como decía Lenin) pero no siempre la reacción o contrarrevolución puede ser la misma; no depende de sus intenciones sino también de sus posibilidades determinadas por la correlación de fuerzas. Si bien las revoluciones árabes hasta ahora solo pudieron terminar con dictaduras (Mubarak, Ben Ali, Kadafi), crearon una situación de inestabilidad nueva que hace que Obama esté empantanado en Siria, muchísimo antes de lo que estuvo en Irak y Afganistán. EEUU tiene una contradicción que no puede resolver por ahora. No puede seguir perdiendo poder político y económico en la región, pero al mismo tiempo, no está en condiciones de imponer golpes para reconquistarlo.
La idea de que el imperialismo «reconquistó» Libia al bombardear el país quedó totalmente desmentido; sin Kadaffi la situación es tal, que en ese país no hay un Estado que tenga el monopolio de las armas. Era mucho mejor para las inversiones extranjeras el «Estado» Kadaffi.
¿Hay un campo progresivo?
En la izquierda se presentan un abanico de posiciones sobre lo que está pasando. Hay quienes sostienen que Obama ataca Siria para liquidar al régimen antiimperialista de Al Assad que con Irán y Rusia es parte de un campo objetivo de resistencia al imperialismo. Hay un elemento parcialmente cierto (Irán apoya a Hamas en Palestina y a Hezbolah en Líbano) pero presentar la realidad mundial hoy en día como confrontación entre estos campos es mucho más grosero de lo que hacía el estalinismo durante la guerra fría que justificaba los pactos y traiciones en nombre de la «defensa del campo socialista». Una comparación equivocada sería también hacer la analogía que Trotsky usó para Latinoamérica, entre la Inglaterra «democrática» y la dictadura de Vargas en Brasil, que nosotros utilizamos correctamente en la guerra de Malvinas. (En Siria hay un levantamiento revolucionario contra un dictador asesino y no un territorio ocupado). Ambas maneras de ver la realidad dejan afuera «el análisis concreto de la realidad concreta». Los campos están determinados por la lucha de clases y en Siria hay una guerra civil desatada por la brutal masacre de Assad ante el levantamiento revolucionario del pueblo sirio; estos son los elementos centrales.
La revolución siria y el islamismo
Es verdad que esta revolución tiene muchas contradicciones y problemas. Es difícil (estando lejos) saber a ciencia cierta hasta dónde, en esta coyuntura, el movimiento de la revolución se sostiene frente al carácter de guerra sectaria que imprime el sector del islamismo sunita apoyado por los sauditas. La Corriente Revolucionaria Siria (ver artículo en «Sin Permiso») cuenta que un ejemplo muy notable de la auto-organización de las masas es la ciudad de Raqqa, «única capital provincial liberada de las fuerzas del régimen (desde marzo de 2013). Aún sometida a bombardeos del régimen, Raqqa es completamente autónoma y es la población local la que gestiona todos los servicios para la comunidad». (..)»Otro elemento importante en la dinámica de la revolución popular es la explosión de periódicos independientes producidos por las organizaciones populares. (Desde los tres de antes de la revolución, a más de sesenta de estas organizaciones). Y lo más significativo que dice es que en Raqqa los Comités Populares han organizado una campaña «la bandera revolucionaria siria me representa» contra el intento de la Yihad de imponer la bandera negra.
Estos son hechos; nos resistimos a creer que la conciencia democrática revolucionaria de los millones que se han movilizado contra la dictadura estén absorbidos por la lucha sectaria.
Pedro Fuentes