Esta sección de Alternativa Socialista presenta artículos que abordan la temática ambiental: la lucha del pueblo de Córdoba contra la instalación de la planta de Monsanto en Malvinas; el reinicio del proceso de movilización en Gualeguaychú contra la pastera Botnia y hasta el encarcelamiento de activistas de Green-peace en Rusia. Queremos aportar entonces nuestro punto de vista a la lucha ecológica que cada vez más moviliza a pueblos enteros en defensa de la vida, contra las corporaciones.
Es inevitable anclar la reflexión ambiental hoy constatando que el mundo está atravesado por la más aguda crisis ecológica de que se tenga memoria. Lo segundo para afirmar es que esa crisis ambiental es una dimensión de la crisis sistémica del capitalismo en esta etapa. Más todavía: un rasgo distintivo de la crisis capitalista actual respecto de por ejemplo, la de 1929, es su arista ambiental.
Y en nuestra opinión es imposible analizar la crisis ecológica disociada de la crisis general del sistema capitalista y sin partir de auscultar en él mismo las causas que llevan al desastre en curso. La orientación productivista estimulada por la realización de ganancia es incompatible con la variable del equilibrio ambiental. Todo se mercantiliza con un sistema cuya esencia supone ampliar la ganancia cueste lo que cueste. Todo se privatiza y no tiene límites la mercantilización masiva de la naturaleza. Las necesidades sociales son secundarias incluyendo las necesidades ecológicas de la humanidad. Se trata de un sistema que no garantiza las necesidades básicas de la mayor parte de la población y que amenaza la propia supervivencia de la humanidad. La decadencia sistémica y la incompatibilidad con el equilibrio ecológico plantean por lo tanto la necesidad impostergable de reorganizar el mundo sobre nuevas bases. Las claves de esa estrategia es parte de lo que desde nuestra ubicación política queremos discutir.
Modelo de saqueo y contaminación en Argentina
Como en todo el continente Argentina es territorio dominado por una versión del capitalismo de naturaleza particular en la exacerbación de sus rasgos más característicos: despojo de bienes comunes, mercantilización del agua, la tierra, la cordillera y todo usurpado con métodos de altísimo impacto medioambiental. Esto es así por una razón básica: redunda en mayor rentabilidad a las corporaciones del saqueo. Todo el continente está cruzado por la misma lógica desde Guatemala hasta nuestro país. Y los nombres de las fuerzas ocupantes se repiten: Barrick, Chevron, Monsanto, IRSA.
Por eso, se impone a fondo un debate crucial en la izquierda y los movimientos sociales que resisten en el campo, la cordillera o la ciudad:¿con qué programa enfrentar este ataque de las corporaciones en alianza estratégica con gobiernos de turno y falsos opositores de las fuerzas políticas tradicionales?
Soberanía y democracia real: un programa para luchar
Hay un primer aspecto para la movilización socioambiental en nuestro país que hace a tareas de soberanía e independencia nacional dado el encorsetamiento impuesto por las multinacionales de la usurpación contaminante. La cesión de soberanía territorial, económica, alimentaria y finalmente ambiental al capital transnacional es un primer escollo a revertir. Nuestro pueblo no decide que cultiva ni que come –lo deciden los pooles de siembra y las semilleras como Monsanto o Cargill. Tampoco decide con soberanía sobre su energía, sus minerales, su espacio público en las ciudades. Es una Argentina secuestrada por las corporaciones extractivistas. Por eso, el punto de partida es desmo-nopolizar el modelo económico y productivo de toda injerencia de corporaciones. Para avanzar en ese camino hay una segunda tarea: democratizar a fondo la toma de decisiones y que el poder real lo tenga el pueblo que se moviliza. Como exige la asamblea de Malvinas en Córdoba, como reclama el movimiento contra la megaminería o como plantean en las ciudades los vecinos contra la avanzada de la cemen-tación inmobiliaria de matriz especulativa: la decisión sobre si avanzar o no con determinados emprendimientos económicos la tiene que tomar el pueblo informado y conciente deliberando de forma horizontal y libre a través de consultas populares o plebiscitos vinculantes.
Hay una salida estratégica para superar el extractivismo
Para nosotros anticapitalismo y ecologismo son dos peleas que se tienen que transitar en completa unidad. Cualquier propuesta de ruptura con el actual modelo económico que no tenga en cuenta la variable ambiental está destinada a fracasar. De forma paralela toda perspectiva ecologista sin una orientación de izquierda y anticapitalista, de total delimitación del actual sistema, tiene poco futuro. O peor aún: se queda en la apariencia del problema y hasta puede terminar siendo un recurso de publicidad del capitalismo verde.
Estamos convencidos que el objetivo no es «pintar de verde» el sistema capitalista. Se trata de romper con él y reorganizar la economía, la producción, el sistema político y todo sobre nuevas bases. Tampoco sirve extrapolar mecánicamente experiencias anticapitalistas del siglo XX. Hay que asumir a fondo los desafíos del siglo XXI y desarrollar a escala nacional un amplio proceso unitario de movilización social y a su interior una sólida corriente ambiental de izquierda que luche por una salida anticapitalista.
Mariano Rosa