CFK y el «león» Kicillof: Servidores de Repsol

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El acuerdo alcanzado por el gobierno y Repsol, entrará en los relatos de la historia argentina, en el capítulo de las entregas y estafas. Luego de años de explotación, de vaciamiento, destrucción ambiental y fuga de divisas; ahora Repsol es premiada con un pago que en total terminará superando los 11 mil millones de dólares, 6 mil en deuda pública argentina y otros 5 mil millones en concepto de intereses.

En su discurso de apertura de sesiones del Congreso, en un «sincericidio» CFK reconoció que la privatización menemista de YPF fue un gran negocio, debió agregar que la falsa nacionalización de YPF fue un negocio similar para Repsol. Cristina Kirchner también agregó, en referencia al acuerdo que Kicillof «peleó como un león». Como vamos a analizar el problema no es cuánto peleó, sino a favor de quien.
Kicillof peleó por garantizarle a los vaciadores de YPF una suma millonaria que además tiene clausulas de garantía: si surgen problemas de embargos el estado argentino se hace cargo. Si hay conflictos no resuelven los tribunales argentinos sino la Comisión de Naciones Unidas para el derecho mercantil. Repsol puede vender bonos en mercados especulativos y si están por debajo de su valor el estado argentino les dará nuevos bonos. Y durante el tiempo que no los venda, recibirá anualmente una suma cercana a los 500 millones de dólares.
Además nuestro país -que en boca de Kicillof había anunciado una investigación por vaciamiento y daño ambiental- renuncia a realizar juicios de cualquier índole contra Repsol, metiéndose en…algún oscuro lugar, el «informe Mosconi» que se suponía investigaba el vaciamiento. El actual ministro, algo izquierdista en su juventud, es ahora gerente de negocios trasnacio-nales disfrazado de nac&pop. No falta mucho para que pierda toda vergüenza y se transforme en derechista confeso. Algunos años cobrando jugosos salarios le están enderezando sus ideas.

Falsa nacionalización, nueva entrega y regreso a los mercados

Cuando en el 2012 el gobierno anunció la nacionalización de YPF, denunciamos la falacia de su proyecto. La realidad confirmó esa apreciación. En su momento YPF concentraba algo más del 30% de la producción petrolera, al comprar el 51% de las acciones sólo recuperábamos la mitad de ese porcentaje. Y se mantenía a YPF como Sociedad Anónima abriendo las puertas a su re privatización. La misma no tardó en llegar, pronto apareció el acuerdo con la trasna-cional Chevrón, cubierto por cláusulas aún secretas y llevado adelante con represión a trabajadores neuquinos.
El acuerdo con Repsol es también parte de una estrategia económica general y petrolera en particular. Está al servicio del plan oficial de recuperar confianza en los mercados internacionales, mostrarnos como «país serio» reabriendo la posibilidad de nuevos créditos, rediscu-tiendo más pagos de la deuda dictatorial con el Club de París y renegociando el pago a los fondos buitres que no entraron en el canje. Y es parte de la estrategia petrolera que impulsa Galuccio, que es la mejora de los números de YPF mediante la suba permanente del precio de los combustibles a la población, mientras busca atraer nuevas inversiones. El pago a Repsol es un espejo para que se miren Chevrón y otros pulpos y vean que existen «garantías de inversión». No es casual que tras el acuerdo, se organice un viaje a EEUU para debatir con más de treinta grandes empresa las bondades del modelo petrolero argentino. Debatirán como repartirse el yacimiento petrolífero de Vaca Muerta y otros más.

Gobierno y «oposición»… lejos de Mosconi

La realidad no admite falsas epopeyas, la entrega es tan abierta que no hay retórica que la tape. La política petrolera del kirchnerismo en nada envidia a la menemista, de la cual también fue parte. A su vez, la oposición de derecha critica a CFK por haber tardado en acordar con Repsol o por la forma; no por el contenido ya que apoyan el mismo modelo privatista.
En nuestro caso, convocamos a unir fuerzas por un modelo petrolero y energético soberano, estatal y con control social. Cuya explotación esté bajo el estricto cuidado ambiental consensuado con las poblaciones. Su producción esté en primer lugar al servicio de las necesidades populares y su comercialización conducida por el país con sus ganancias para fines sociales. En este marco, impulsar también el debate sobre energías renovables. Nuestro país, que ha sido vanguardia en la industria petrolera, tiene que terminar con la pérdida de nuestros recursos estratégicos. Se puede lograr con lucha y con organización política desde la izquierda. Hay que pensar el país priorizando las futuras generaciones y la naturaleza y no sobre la base de la extracción indiscriminada de recursos. Ese modelo es urgente y necesario. Las bases del control integral y estatista de Mosconi, combinado con la defensa ambiental y los avances tecnológicos; son una base necesaria que urge llevar adelante.

                              Sergio García

 

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