La inflación carcome nuestros bolsillos. En la industria, el parate lleva a suspensiones y amenazas de despidos masivos. Algunas consultoras privadas, ante el silencio oficial, publicaron que la pobreza creció sustancialmente. Pero para Kicillof es «ridículo creer que haya aumentado la pobreza si creció el PBI». No es que el ministro aplique una lógica tan formal como pueril para abordar el tema: se trata de un cinismo al que ya nos tiene acostumbrados el kirchnerismo.
Todos sabemos, no nos hace falta ningún estudio de la UCA para ello, que la devaluación de enero y la consecuente aceleración de la inflación nos ha dejado a todos más pobres. Los precios de los alimentos y demás productos de primera necesidad son los que más aumentaron, superando el 20-30%. Como ya hemos dicho una y mil veces, los sectores de trabajadores de menores ingresos y los más pobres en general (como los jubilados o con planes sociales) se ven particularmente perjudicados por esta “inflación diferenciada”, ya que la mayor parte de sus ingresos son utilizados para estas compras. No es más que esto lo que reflejan los datos de la Universidad Católica Argentina cuando publicó, ante el silencio desde hace meses de cifras oficiales, que la pobreza creció del 25% a fines del 2013 a más del 27,5% en este trimestre del 2014. Lo mismo opinan los técnicos desplazados del INDEC por el kirchnerismo, que opinan que el gobierno oculta más de 13 millones de pobres.
Desde el gobierno, en boca de Kicillof o Capitanich, salieron rápidamente a desmentir estas cifras que todos sentimos en carne propia, aplicando lo que pareciera ser una lógica formal (digamos hasta pueril) diciendo que si el PBI creció en los últimos 10 años y se crearon millones de puestos de trabajo, hablar de que creció la pobreza sería “ridículo y malintencionado o políticamente utilizado”. Nada dicen que su comparación arranca del 2001-2002, cuando la economía Argentina estaba destruida cual si hubiésemos padecido una guerra. Tampoco dicen que el crecimiento económico del país en general oculta que los que se enriquecieron exponencialmente en estos 10 años fueron los grandes capitalistas, aumentando groseramente la concentración económica y la desigualdad social y también claro los empresarios y amigos del poder K. Esto ya lo hemos abordado múltiples veces desde estas páginas y muchos otros han demostrado lo mismo, de modo que las declaraciones de los ministros más cercanos a Cristina no son producto de una mal manejo de información o de lógica formal, sino de una burda manipulación, con un grado de cinismo pocas veces visto, ya que se trata del hambre de millones.
La inflación-devaluación nos empobrece a todos:
Pero no es sólo el 27,5% el afectado por las consecuencias de la inflación creciente, acelerada desde principios del 2014: somos todos los trabajadores los que estamos afectados. Es por eso que salieron a luchar los docentes y estatales de todas las provincias, para tratar de recuperar en las paritarias o las calles lo robado por la inflación. Lo mismo reflejó el masivo acatamiento al paro del 10 de abril. Pero todo se complica aún más porque cuando se empiecen a efectivizar los aumentos conseguidos en paritarias, entonces la AFIP nos lo quitará a través del impuesto a las “ganancias” al sueldo, ya que nuevamente el gobierno dilata o se niega a aumentar el mínimo no imponible! Y sumémosle a todo esto que producto de la crisis del Estado y el déficit creciente se vienen los aumentazos en el transporte (ahora motorizado por los aumentos en combustibles) y las tarifas de servicios públicos producto de la quita en los subsidios a las empresas.
Por si todo esto fuera poco, al sacarnos cada vez más plata de los bolsillos en tarifas, transporte y comida, el consumo de los demás productos viene en picada libre. La producción industrial ha caído un 10% en general y la automotriz más del 25%. Cierran negocios en el centro de las ciudades todos los días. Las consecuencias como siempre las pagamos los trabajadores. Renault, IVECO ya han suspendido 1.100 trabajadores en estos días y Volkswagen anuncia que “le sobran” 720 operarios y le dio al gobierno hasta fines de mayo para empezar a despedir o suspender. Si esto pasa en la industria automotriz, ya sabemos lo que cabe para el resto: lo que debemos esperar son más suspensiones, pérdidas de puestos de trabajo en comercio y aumento del trabajo en negro, lo que inevitablemente lleva a más pobreza ya que se trata de sueldos 40-50% por debajo del trabajo en blanco.
Hay otra salida
De esta situación, los trabajadores no salimos con mentiras y dobles discursos al estilo Kicillof-Cristina, ni con las recetas recesivas y de ajuste como proponen el resto de la oposición tradicional de Macri, Massa o los radicales de UNEN, que sólo quieren un ajuste más clásico y acelerado como forma de frenar la inflación.
La salida pasa por cambiar de raíz este modelo, por uno donde la crisis la paguen los grandes capitalistas que la originaron, como las automotrices que luego de “cosechar en pala” durante los últimos años a la primera de cambio comienzan con suspensiones y despidos. Tenemos que lograr que la plata la pongan ellos, empezando por dejar de pagar la deuda externa (ni un peso más para el Club de París, ni para Repsol, ni más endeudamiento con el FMI), imponiendo grandes y progresivos impuestos a las superganancias y la riqueza. Atacando la inflación y la especulación a través de eliminar el IVA a los productos de consumo popular y con un control de precios real en manos de los trabajadores y consumidores, aplicando la Ley de Abastecimiento para evitar el acaparamiento y la especulación capitalista, y renacionalizando las empresas de servicio y transporte bajo control público para tener tarifas y transporte accesibles. Para ello necesitamos redoblar las fuerzas y la contundencia de las medidas. Por eso proponemos la exigencia a las CGTs y CTA de un nuevo paro general de 36 horas y un plan de lucha hasta lograr cambiar este modelo K. De lo contrario, lo que nos espera es más hambre, miseria y desocupación.
Gerardo Uceda