El viernes 6 de junio miles de compañeros y compañeros de las organizaciones sociales cortamos en el Puente Pueyrredón y la Autopista La Plata en reclamo de la restitución inmediata de los alimentos a los comedores. Nuestro MST Teresa Vive estuvo en primera fila y aportó una importante y combativa columna que participó en el corte sobre Av. Mitre y tuvo además una destacada presencia en el corte de La Plata.
En Avellaneda fueron largas horas de tensión con los gendarmes que vinieron preparados con perros, gases, balas de goma e hidrantes. Un verdadero ejército para pelear contra columnas llenas de madres con sus hijos, de las compañeras que, con su esfuerzo sostienen los comedores que asisten a miles de pibes y adultos pobres.Un escenario similar se produjo en La Plata con la policía. La persistencia de los compañeros tanto sobre la Av. Mitre como sobre Pavón, torció la decisión represiva y subimos al histórico Puente Pueyrredón al grito de «el Puente es nuestro la p…».
Mientras todos los canales de televisión y muchas radios transmitían en directo nuestro reclamo el Ministro de Desarrollo Social de la provincia Eduardo Aparicio contestaba «que no debía nada a las organizaciones». ¡No debía nada después de haber realizado una sola entrega de alimentos en ocho meses! Después de que la grave devaluación y la inflación descontrolada han hecho aumentar los alimentos de la canasta básica más del 50% en un año y algunos imprescindibles como la harina o la yerba más del 100%.
El plan de lucha está ganando la partida
La movilización en La Plata de las organizaciones sociales del pasado 27 de Mayo fue un primer paso. Obligó a los funcionarios a tener que abrir una negociación, torciendo el curso de una decisión ya tomada: la de liquidar las partidas alimentarias.
Pero en las primeras reuniones los funcionarios no ofrecían nada concreto, sino promesas vagas de volver a comprar alimentos, sin fechas de entrega, ni volúmenes, ni calidad. La indignación no podía ser más grande entre los representantes de todas las organizaciones y se aceptó la propuesta de nuestro Teresa Vive que, junto a otros compañeros, insistía en había que salir a una medida sin demora, que era tarde y malo salir la semana del inicio del Mundial, que era la propuesta en discusión. La Marcha de La Plata fue un golpe a las intenciones del gobierno, pero quedó circunscripta su repercusión al ámbito y los medios de esa ciudad. Era necesario que el país se enterara del pérfido juego del gobernador y candidato Scioli, que como hace Cristina, habla de los pobres para luego descargar los costos de la crisis sobre ellos. La Jornada en el Puente Pueyrredón y la Autopista lo logró. Por eso Aparicio luego tuvo que reconocer que están negociando con los proveedores de alimentos y las organizaciones sociales en lucha.
Vamos a pelear hasta el final
No podemos permitir que en una provincia rica como Buenos Aires los trabajadores y los pobres sean los que paguemos la crisis producida por la sed de ganancias de los capitalistas amigos de Scioli, de Cristina y de toda lo oposición patronal. Son ellos los que deben pagar los costos de la crisis con las enormes ganancias que han acumulado durante estos años.
Si no entregan los alimentos, el Mundial no va a pararnos para que reclamemos por los comedores populares, que son una conquista de 13 años de sacrificio y de la lucha de miles de compañeros.
Hechos lamentables
Pese a lo importante de la Jornada, se produjeron sobre el Puente una serie de hechos lamentables, de agresiones públicas totalmente injustificadas contra los dirigentes de nuestro Teresa Vive, por parte de un sector de referentes de pequeñas organizaciones, que con un criterio irresponsable pusieron en peligro la unidad de la acción sobre el Puente, cuando estábamos en medio de una medida de lucha que enfrentaba el accionar de las fuerzas represivas. A estos hechos se le sumaron luego una serie de calumnias que en nada ayudan a la unidad de los que luchan y que van contra de los métodos más elementales de lucha de los trabajadores.
Gustavo Giménez, coordinador nacional del MST Teresa Vive