Sin dudas la inflación impacta sobre el bolsillo de amplias franjas del pueblo trabajador, especialmente los sectores más pobres. Pero hay otro sector de los trabajadores que desde hace años viene sufriendo cada vez más el impacto de la inflación sobre sus ingresos: son los casi dos millones de asalariados que pagan el mal llamado «impuesto a las Ganancias».
El año pasado por presión de las bases se consiguió que el gobierno aumentara el mínimo no imponible a $ 15.000 de bruto, sin distinción entre casados y con hijos versus los solteros, en ese momento bajaron a 1.200.000 los trabajadores que pagaban. Pero hoy luego de los aumentos conseguidos en paritarias, otra vez se incrementó el número de quienes trinbutan este gigantesco robo, de manera que casi 1 de 4 trabajadores en relación de dependencia terminará pagando.
Pero hay dos cuestiones que hacen que no sólo sean más los que pagan, sino que cada uno paga proporcionalmente más. Por ejemplo el IVA recaudó 28% más (por debajo de la inflación real, porque hay menor actividad económica y la gente se ajustó el cinturón, consumiendo menos), pero el impuesto a las «ganancias» recaudó 29.295,3 millones de pesos, esto es un 33,7 %, es decir igual o por encima de la inflación, cuando los salarios en general no alcanzaron a la inflación.
Esto es así en primer lugar porque hasta ahora (y distinto del año pasado) este año el aguinaldo fue incluido en el impuesto, por la necesidad de recaudar para los voraces buitres. En segundo lugar porque como las escalas no se modificaron desde 1999, al aumentar nominalmente los salarios, el impacto se nota cada vez más en las escalas más bajas, es decir que están pagando más las escalas más bajas que arrancan de 15 a 25 mil pesos. Para graficarlo veamos, un empleado que en 2012 $12.000 pagó $3.600 de «ganancias» (un 2,8% de su sueldo bruto), hoy en 2014 si logró alcanzar a la inflación en paritarias ganará $ 20.900 y pagará $ 14.300 anuales (un 6,5% de su sueldo bruto). Esto demuestra claramente que nos están robando no sólo parte de nuestro salario, sino que año a año nos roban cada vez más.
Nuestra posición es clara, no se arregla con subir a $20.000 o $ 25.000 el mínimo no imponible, como piden Yasky o incluso Moyano: hay que movilizarse y parar por la eliminación total de este impuesto al salario. Y reemplazarlo por un sistema tributario con impuestos progresivos a las grandes ganancias, impuestos a la riqueza y la renta financiera y minera entre otros. Sólo yendo a fondo a cambiar la estructura tributaria, que incluya la eliminación del IVA a los productos de consumo popular como parte de un plan econónico alternativo obrero y popular, tendremos una más justa distribución de la riqueza y no la declamada (ya no tanto) por el gobierno de Cristina.
Gerardo Uceda