El pacto del bipartidismo, conocido como «Pacto de Olivos» abrió las puertas a la reforma constitucional de 1994 en Argentina. Carlos Menem y Raul Alfonsín, principales dirigentes del PJ y la UCR negociaron los cambios en la carta magna a medida de las necesidades políticas de la burguesía.
A los cambios que se producían en materia de entrega de los recursos y empresas públicas se le sumó esta reforma que garantizó la reelección para el PJ y la posibilidad de recomponerse al radicalismo luego de su salida anticipada del gobierno.
Un pacto para consolidar la entrega de los 90
El partido radical, con el objetivo de fortalecer algunas posiciones y fundamentalmente rearmarse luego de la salida anticipada del gobierno y el avance de otros sectores como el FREPASO sobre su espacio político tradicional, no dudo en negociar con Menem y el PJ la reforma constitucional que permitió la reelección del caudillo riojano. Los que tradicionalmente se presentaban como opositores y rivales, mostraron su verdadera cara de sostenedores del sistema capitalista en nuestro país y su alineación indiscutida con los poderosos de turno. Con algunos chispazos, la flamante «centro izquierda» que comenzaba a tomar fuerza terminó convalidando la truchada a cambio de unos cuantos decorados progresistas en la nueva constitución. Hoy, a 20 años de su aprobación, casi el 40% de esos «decorados» no están reglamentados por ninguna ley, es decir, no se aplican.
El centro de la reforma consistió en acortar el mandato presidencial de 6 a 4 años, establecer el voto directo, introducir la figura del «jefe de Gabinete» que actúa como un fusible de la institución presidencial, introdujo el tercer senador por la segunda fuerza (la mayor parte fue obtenida por los radicales en las elecciones posteriores), le otorgó una autonomía segmentada a la CABA y entrego el control de los recursos del subsuelo a las provincias. Por supuesto también incorporó pactos internacionales, reconocimientos formales a los pueblos originarios y otros derechos que son bastardeados por los gobernantes hasta nuestros días.
Todos los caciques provinciales fueron a buscar su parte
Cristina y Néstor Kirchner, constituyentes por Santa Cruz, encabezaron la ofensiva de las provincias petroleras para capturar el control de los recursos hidrocarburiferos. Duhalde y Aldo Rico aprovecharon para cerrar un pacto propio que les permitió reformar la constitución de Bs As donde también incorporaron la reelección. El partido Radical se garantizó una cuota de senadores y una serie de instituciones para «controlar» al PJ como el Consejo de la Magistratura o la Auditoria General de la Nación.
En definitiva, muchos de los que aun hoy conducen los destinos del país, se dieron cita en Santa Fe para cerrar un pacto que les garantizara gobernabilidad y continuidad de negocios a los poderosos de siempre. Solo por mencionar a algunos casos podemos decir que Insfran, Duhalde, los Kirchner, Alfonsín, Aguad, Ro-dríguez Saa, De la Rua, Sapag y Menem fueron los apellidos estampados en la nueva Constitución.
También fue parte el «socialista» Estevez Boero y Elisa Carrio. Los mismos que hoy se disputan la presidencia del país o siguen ubicados en cargos de responsabilidad fueron los que prepararon las condiciones para ello. Como si el país fuera un gran banquete, pusieron la mesa en el 94 y desde ese momento se encargan de permitir que las multinacionales y los empresarios nacionales lo devoren hundiendo a miles en la miseria.
La nueva Constitución fue votada por unanimidad, con la excepción de Jaime de Nevares, Obispo de Neuquén en ese momento y convencional por el FREPASO, que renunció a su banca denunciando el pacto.
El Argentinazo: un golpe mortal al pacto bipartidista
En diciembre del 2001, las intenciones «constituyentes» a largo plazo de los poderosos se encontraron de frente con la decidida acción de las masas movilizadas. La gente en la calle echó a los ministros, el presidente, se movilizó a la justicia y al poder legislativo, durante meses cuestionó las formas tradicionales de la política y construyo asambleas, recuperó fábricas y construyó un programa para la constitución de un gobierno y un estado nuevo. Son muchos los motivos y las razones por las cuales ese proceso no logro institucionalizarse, muchos más de los que entran en esta nota, sin embargo, podemos decir sin temor a equivocarnos que todo lo que diez años de gobierno K pretendieron cerrar esta empezando a retornar, anunciando que las próximas batallas serán por establecer una constitución de los trabajadores y el pueblo, contra la actual surgida del pacto entre los poderosos.
¿Que fue el Pacto de Olivos?
Fue el acuerdo sellado entre los principales dirigentes del Radicalismo, Raul Alfonsin y el PJ, Carlos Menem, para reformar la constitución en el sentido de introducir cambios profundos en el régimen político y el diagrama económico del país, favoreciendo a sus dos partidos. El premio mayor lo llevo el Riojano, obteniendo la reelección, pero incluso este hecho sirvió de conjunto a los intereses de ambos ya que luego de su desbarranque en el 89, los radicales perdían espacio como alternativa de gobierno frente a nuevos fenómenos políticos como el FREPASO, necesitaba tiempo para rearmarse.
Este pacto evidencio el carácter perverso del bipartidismo y la relación entre PJ y UCR que desde hace años se alternan en el poder ya que coinciden en el núcleo fundamental del capitalismo y han sido sus principales herramientas. Por eso lograron acordar las reformas constitucionales, como coinciden aun hoy en muchos temas, más allá de que cada uno interprete el papel de «opositor» u «oficialista» según corresponda. Desde el MST estamos convencidos de que nada progresivo puede venir de la mano de están perversas estructuras, que ya demostraron que solo sirven a los poderosos. La salida de la situación, en la cual ellos nos metieron, es sin duda por izquierda.
Democratizar la democracia es más necesario que nunca
Sin dudas el proceso del Argentinazo y otros que recorrieron Latinoamérica los últimos años, tienen que ser un anclaje fundamental para pensar una nueva democracia en nuestros países. Teniendo en cuenta incluso sus limites, ya que se viene demostrando que es imposible el desarrollo de una democracia real en los marcos del capitalismo.
La nueva democracia que proponemos desde el MST esta asentada en tres principios fundamentales, debe ser anti imperialista, porque es necesario recuperar todos nuestros recursos hoy en manos de potencias extranjeras, rompiendo los lazos de dominación como la deuda externa. Anticapitalista, porque se ha demostrado que la lógica de acumulación indiscriminada, el enriquecimiento como principio básico y el control de todas las decisiones económicas y políticas por un puñado de ricachones, se expresa en un avance mayor de la miseria y la expoliación para los trabajadores y el pueblo. Ecosocialista, porque necesitamos construir una nueva lógica productiva, que ponga por delante las reales necesidades de la gente, garantizando trabajo, salud y educación pero no a costa del ambiente y la salud.
¿Quienes de manera coherente pueden enfrentar esos desafíos y llevarlos hasta el final?¿Son los mismos que nos hundieron para enriquecerse, los que nos van a sacar del pozo? De ninguna manera. Una nueva constituyente tiene que apoyarse en las luchas de los trabajadores y los pueblos. Tiene que ir a fondo contra los privilegios de los políticos, exigiendo que ganen lo mismo que una maestra, se atiendan en hospitales públicos y envíen a sus hijos a escuelas públicas. Tiene que ir a fondo contra las instituciones podridas de corrupción, terminando con la cámara de senadores e incorporando la revocatoria para todo aquel funcionario que no cumpla con sus promesas electorales, pagando con su patrimonio si hace negocios con lo que es de todos. Tiene que establecer que todos los recursos naturales son estatales y garantizar mecanismos de control popular de los mismos, prohibiendo las técnicas contaminantes.
Tiene que establecer como principio fundamental la participación de los trabajadores y el pueblo en la toma de decisiones de todos los aspectos fundamentales de la vida del país.
Esa son las batallas políticas que te invitamos a dar juntos para poner en pie una alternativa, sumate al MST Nueva Izquierda y vamos juntos por los cambios de fondo que necesitamos.
Martín Carcione