El 23 de setiembre se iniciaron grandes bombardeos de EEUU sobre Siria para «frenar el avance del ISIS». Contaron con el respaldo de las potencias europeas y Arabia Saudita, Jordania, Bahrein, Qatar y los Emiratos Árabes. Y continúan los ya realizados en Irak desde agosto. Los ataques imperiales se realizan con la excusa «humanitaria» de proteger a las poblaciones perseguidas por los ultra islámicos, como actualmente está sucediendo con miles de kurdos de la localidad de Kobane ubicada en el Norte de Siria.
En verdad la coalición imperial pretende sostener el pro imperialista régimen de Irak, armado por los yanquis, con la complicidad de la burguesía chiita iraquí, la burguesía kurda y la teocracia iraní, entre otros y al asesino régimen de Al Assad de Siria, que ha desarrollado una brutal guerra civil contra el levantamiento democrático de su pueblo que ya lleva 130.000 muertos y millones de desplazados.
El presidente Obama, se ha «autocriticado» de haber subestimado y dejado tomar cuerpo a esta formación que hoy cuenta con entre 30 y 50.000 combatientes, domina un territorio que entre Irak y Siria tiene más extensión que Gran Bretaña y está fuertemente armado. Utilizando las riquezas petroleras de la región para autofinanciar su «Califato» islámico.
Sin embargo, fue el propio imperialismo el que lo dejó crecer. Primero el ISIS fue una pieza fundamental para asesinar por la espalda a la revolución Siria. Este levantamiento y sus primeras formaciones armadas agrupadas en torno al ELS (1), no solo no tuvieron apoyo armado suficiente para enfrentar al sanguinario Al Assad, sostenido por Rusia e Irán entre otros gobiernos, sino que vieron crecer una guerrilla fundamentalista financiada por Arabia Saudita, Turquía, Qatar, entre otras burguesías sunitas de la región, que tenían el objetivo de evitar que una dirección democrática del pueblo en lucha tomara el gobierno sirio si Al Assad era finalmente derrotado. El ISIS, la fracción de Al Qaeda, y otros grupos similares atacaron duramente a la oposición republicana, haciéndole un enorme favor al sanguinario dictador.
Pero el «monstruo» así creado se salió de madre cuando empalmó con una rebelión del pueblo sunita contra el gobierno pro imperialista de Irak, acaudillado por la burguesía chiita. Así el ISIS pudo sumar a muchos cuadros que respondían al partido de Saddam Hussein y la tolerancia de la importante población sunita, martirizada, con miles de víctimas, desplazamientos forzosos, discriminación en el empleo, etc. por el gobierno sostenido por EEUU, que alentó el enfrentamiento entre las distintos sectores que conforman en el pueblo iraquí en una guerra civil que duro varios años. Ahora las burguesías de la región que en principio armaron al ISIS se coaligan con los yanquis para defender la estabilidad de los gobiernos de ambos países.
Nada bueno se puede esperar de los bombardeos de aquellos que, para sostener sus negocios petroleros han invadido, empobrecido, alentado guerras civiles para dividir a los pueblos con la complicidad de sus burguesías locales, o desarrollado fracciones fundamen-talistas para liquidar las organizaciones democráticas de los pueblos en lucha. Es la acción del imperialismo y sus secuaces la responsable de las guerras y masacres intestinas y que puedan crecer engendros como el ISIS.
Solo los pueblos podrán desplazar al ISIS y a las direcciones cómplices del imperialismo
Los bombardeos por sí mismos no pueden derrotar una fuerza implantada en el territorio. La debilidad del ejercito títere de Irak, las complicidades de la burguesía kurda iraquí con los negocios de la multinacionales, el régimen asesino de Al Assad, no tienen la fuerza política ni militar suficiente para derrotar a los yihadistas. La debilidad imperial les impide invadir esos países, obligándolos a descargar su carga letal desde el aire, con el seguro saldo de muchas víctimas inocentes.
Los métodos del ISIS están provocando a su vez desastres humanos como es la actual fuga de más de 200.000 refugiados kurdos a Turquía para salvar la vida. La falta de una alternativa democrática y anti capitalista a las viejas direcciones se ha convertido en un grave problema para la esa enorme revolución democrática llamada «primavera árabe». Sin embargo y pese a las dificultades, como lo demostró la resistencia del pueblo palestino a la brutalidad del gendarme nazi de Israel, son los pueblos los que están a la ofensiva y los imperios los que no pueden controlar como antes. Pese a sus contradicciones, idas y vueltas, grandes peleas y derrotas parciales, confiamos en su lucha continuará y creará las condiciones para que surja esa dirección que tanto necesitan.
Más que nunca debemos cerrar filas contra la intervención imperialista y exigir el cese del bombardeo a la nación Siria. En ese camino es necesario fortalecer a las organizaciones que como el ELS o la minoría kurda de Siria enfrentan al asesino Al Assad y a los fundamentalistas del ISIS.
Gustavo Giménez
(1)Ejército de Liberación Sirio.