Ciertamente conmemorar un día entre los 365 que tiene un año, no sirve de mucho, apenas para cumplir con el mandato del calendario. Pero si la fecha en cuestión es el 12 de octubre, el asunto adquiere otro matiz. Hasta no hace mucho, cuando estudiábamos en la escuela, festejábamos el Día de la Raza que consistía en celebrar la «providencial» llegada de Colón para «descubrir» estas tierras alejadas de la mano de Dios que confundieron con la India y de aquel error geográfico devino el error semántico de «indios».
Hasta no hace mucho, se hacía un poderoso culto de la desmemoria, en realidad se le imponía a la sociedad toda, una pedagogía del olvido y la mentira, algo parecido al homenaje que el PRO de Mauricio Macri quiere realizar el próximo 19 de octubre al cumplirse el centenario del fallecimiento del general Roca. Justamente la desmemoria busca borrar culpas, busca mirar para otro lado, procura la inocencia imposible, aspira a que todo siga como está. Pero como ya lo dijo Borges: «solo una cosa no hay y es el olvido». Y como agregamos nosotros, no existe el olvido porque existen huellas, evidencias, testigos, realidades y documentos que denuncian con toda claridad lo ocurrido. Y todo esta concatenado, y toda está en relación. Justamente los defensores del Día de la Raza, son los mismos que defienden el genocidio perpetrado por el esclavista y anti-obrero Julio Argentino Roca, son los mismos que durante el Proceso de Videla coreaban aquella absurda letanía «por algo será» que repetían como si se tratara de un axioma filosófico capaz de explicar lo imposible de explicar o justificar, como fue la desaparición de decenas de miles de ciudadanos y hasta el secuestro de 500 bebés, de los cuales, felizmente, ya casi un centenar ha sido recuperado.
Primer día de la Resistencia
De un tiempo a esta parte, desde distintos ámbitos educativos, centros culturales, concejos deliberantes, secretarías de culturas municipales, sindicatos y del Congreso de la Nación, comienza a cuestionarse la celebración del «Día de la Raza». Cada vez es mayor el consenso que no acepta celebrar con júbilo esa invasión. Por ejemplo, en múltiples actos, se conmemora el 11 de octubre como «ultimo día de la libertad americana» y está bien que así se haga. Es necesario. Sin embargo, en nuestro caso, preferimos celebrar «lo primero» en lugar de «lo último». Preferimos conmemorar el 12 de octubre como el «primer día de resis-tencia» ante ese ultraje, ante esa ocupación criminal que fue la Conquista, que está tan pero tan lejos de haber sido un edulcorado «encuentro de culturas».
Actos como los que estos días se están realizando en todo el país, sirven, no para terminar, pero si para resquebrajar a la pedagogía de la amnesia y la desmemoria de lo que fue el mayor genocidio de la historia mundial. Estos actos que se multiplican indican un cambio, algo está cambiando, hay deseos de terminar con un país y una histo-riografía que festeja los genocidios y encumbra a los genocidas.
Los Hernán Cortes, los Francisco Pizarro, los Julio Argentino Roca, los Jorge Videla deben quedar atrás de una buena vez. Deben quedar atrás aquellos racistas que no pueden aceptar la condición humana del indígena, aquellos que necesitan que los pueblos originarios mantengan su lugar de siervo de la gleba, de combustible biológico, de bárbaro sin raciocinio ni cultura, de sirvientes, en definitiva: de esclavos ante la sombra del amo.
Es lento, pero viene
Justamente para terminar con ese racismo, para acabar con esa discriminación, nos complace sobremanera esta multiplicación de contrafestejos, y las luchas que se derivan de ellos como las que se están protagonizando en tantos lugares del país para sustituir el malsano nombre de Conquista del Desierto y al cruel general Julio Roca, que si logró treparse al bronce de calles y monumentos, se debió al reparto de los millones de hectáreas que en su momento entregó durante su primer presidencia a los apellidos más conspicuos de este país, que como muestra de gratitud lo insertaron para siempre en las láminas escolares de Anteojito. Y durante la segunda, se promulgó la máxima ley represiva del movimiento obrero como fue la Ley 4144 de Residencia que expulsaba a los extranjeros de ideas.
Más allá de algún último estertor del estilo del homenaje que el PRO de Mauricio Macri pretende realizar el 19 de octubre al conmemorarse el centenario del fallecimiento de Roca, afortunadamente esas voces cada vez son menos, algo está cambiando, un nuevo tiempo de justicia y fraternidad que recupera el espíritu de mayo, está naciendo. Es lento, pero viene… ya está llegando.
Marcelo Valko, psicólogo, escritor y docente de la UBA