Se cumplen 69 años de uno de los sucesos más importantes de la historia de nuestro país. El llamado «día de la lealtad» fue una gran movilización obrera para exigir la liberación de Juan Domingo Perón, un joven militar que había forjado una alianza con sectores sindicales, avanzando en importantes conquistas para el movimiento obrero.
La enorme demostración de fuerzas no solo sacó a Perón de su detención sino que lo catapultó a la presidencia al año siguiente.
Un «malón» contra los conservadores
Edelmiro Farrel presidía un gobierno militar que se estaba deshaciendo. Los últimos restos de los gobiernos conservadores de la «década infame» se disolvían ante la acción cada vez más decidida de fuerzas contradictorias. Por un lado, el movimiento obrero tomaba fuerza ante la reactiva-ción económica producto de la guerra mundial. Por otro lado, las patronales y sectores empresarios (del campo y la ciudad) que comienzan a organizarse alrededor de la embajada de EEUU y la construcción de la «Unión Democrática».
Desde la Secretaria de Trabajo, Juan Domingo Perón fue uno de los que mejor leyó esa situación y apoyándose en toda la fuerza del movimiento obrero comenzó un proceso de reformas que chocaban de frente con las medidas que los gobiernos tomaban hasta ese momento, lo que le valió su desplazamiento y posterior detención.
Pese a que la convocatoria de la CGT era un paro general para el 18 de octubre, desde la madrugada del 17 desde Berisso, Quilmes, Avellaneda, Lanús y los principales barrios obreros de Capital Federal una verdadera multitud de trabajadores comenzó su marcha hacia la Plaza de Mayo exigiendo la libertad de Perón, quien finalmente será liberado y hablará a los trabajadores desde un balcón de la casa de gobierno.
Tres banderas pendientes
El peronismo ha generado y genera muchos debates. Durante mucho tiempo fue incluso casi un partido-Estado, que logró contener en su interior tendencias irreconciliables de la sociedad y fue Perón quien construyó una ideología de esa realidad. Mientras aprovechaba la situación económica internacional para cumplir con las crecientes demandas del movimiento obrero logró cooptar su organización política, el Partido Laborista al cual disolvió en el movimiento justicialista. Mientras avanzaba en la estatiza-ción de los ferrocarriles y el desarrollo de las industrias nacionales explicaba que los intereses de los obreros y los patrones podían convivir, que no se trataba ya de una lucha de clases sino del enfrentamiento a los «yankis y los marxistas».
Luego de surgir como un líder que podía comandar las victorias del movimiento obrero, Perón edificó un movimiento político que terminó adaptándose en cada situación a los intereses de la burguesía y los sectores patronales. Así las tres banderas que flamearon en sus días de gloria, la justicia social, la independencia económica y la soberanía política, siguen vigentes hoy más que nunca. Aun- que se encuentran muy lejos de los representantes del PJ se siguen expresando en las luchas de los trabajadores y el pueblo y son levantadas por la izquierda.
Los hombres, los movimientos y las causas
Horas y horas pueden ser dilapidadas discutiendo sobre las características de Perón y sus intenciones. Muchas más podemos derrochar discutiendo sobre como serían las cosas si no fueran cómo fueron. Pero lo que es realmente importante discutir es si es posible que las causas que dieron origen al peronismo y que hoy siguen vigentes pueden encontrar en la izquierda un emergente político.
Desde el MST-Nueva Izquierda creemos que sí. Creemos que las tres banderas «históricas» del peronismo sólo se encuentran hoy en manos de la izquierda y se expresan en la pelea por no pagar la deuda y enfrentar a los buitres, en el enfrentamiento al extractivismo capitalista y la necesidad de reconstruir una industria nacional y sustentable, y por supuesto en los planteos de decidir soberanamente que hacer con nuestros bienes comunes para garantizar que no haya un solo pobre en nuestro país. Esas causas siguen vigentes en nuestro programa. Te invitamos a que luchemos juntos por hacerlas realidad.
Martín Carcione