Del 20 al 24 de octubre se inicia una 2° ronda de elecciones en la principal universidad del país. Facultades de la importancia de Filosofía y Letras o Sociales que marcan el pulso de la orientación global del movimiento estudiantil. En ambos Centros de Estudiantes el FIT-PO conduce como “Izquierda al Frente” desde el año pasado. Junto a ese actor importante aparece el kirchnerismo como expresión política y una novedad positiva: el acuerdo del MST-Nueva Izquierda y La Mella con otras agrupaciones para constituir “El Vendaval” un nuevo reagrupamiento de izquierda en el escenario de la UBA.
Las elecciones en la UBA son más que apenas “elecciones gremiales” del movimiento estudiantil. Esta ronda electoral se inscribe en un proceso político de transición general del país hacia un post-kirchnerismo donde se disputan distintos proyectos estratégicos y el estudiantado se prepara para intervenir en esa coyuntura. El propio gobierno intenta jugar su carta en la sucesión y ser parte del oficialismo “2015” posiblemente encabezado por Scioli. Para eso, intenta con volantazos a un lado y otro reafirmar su base más dura, pero en camino firme hacia la normalización total de relaciones con el capital financiero y la consolidación del modelo extractivo-capitalista. La oposición tradicional se ubica todavía más a derecha que el propio gobierno y hasta el centroizquierda desapareció como espacio de opción política. Nada de eso es casual. La crisis capitalista mundial y su secuela sobre Argentina ponen blanco sobre negro la naturaleza semicolonial y dependiente del modelo económico-productivo y político consolidado en la última década más allá de la sobre actuación y el doble discurso. Esta supone que para aplicar un plan de emergencia que construya un puente hacia la reorganización de la economía y el sistema político hacen falta medidas de cambio estructural de neta matriz antiimperialista y anticapitalista que solamente desde el campo de la izquierda se pueden impulsar.
La situación interna de la UBA o ¿por casa cómo andamos?
Tal como escribimos en la plataforma de “El Vendaval” sobre la UBA “La Universidad de Buenos Aires, siendo la más importante del país en cantidad de estudiantes, es víctima de un ahogo presupuestario estructural y continuado por el gobierno nacional. En nuestra universidad miles de docentes son “ad honorem”, muchísimos estudiantes no acceden a becas, sufrimos la crisis edilicia, etc. Además, la política del rectorado apunta a instalar una lógica mercantilista donde cada facultad genere recursos propios a través de negociados con la educación pública. La UBA está atravesando una nueva etapa marcada por el avance de los sectores más conservadores, que han llegado al rectorado y se afianzan en varios centros de estudiantes. La asunción de Barbieri (con el apoyo de sectores kirchneristas, radicales y macristas) en la asamblea trucha del 5 de diciembre como Rector de la UBA, garantizada con represión policial en un Congreso Nacional vallado, mostró la negativa a discutir la reforma de los estatutos y democratizar la universidad”. En síntesis: el recambio de gobierno 2015 seguramente agudizará todas las contradicciones del ajuste en la universidad y la confrontación entre las camarillas y los intereses del movimiento estudiantil recolocando un escenario de posible conflictividad en este frente político.
Luces y sombras en el movimiento estudiantil:¿qué política y orientación hacen falta?
Es indudable que parte de las conquistas del Argentinazo fue el avance de las distintas expresiones de la izquierda en la conducción de Centros y Federaciones, y en particular en la UBA este proceso se fue consolidando en la última década. A escala nacional no hay una clara hegemonía de ninguna corriente, aunque hay actores importantes. Sin embargo, es un hecho que la combinación de factores objetivos y limitaciones políticas se desarrolla una etapa contradictoria en el terreno de la conducción de la FUBA. Por un lado, no se ha logrado hacer de la federación y los centros organismos vivos, de participación activa y bien anclados en la base estudiantil. Diferencias políticas no fueron procesadas con mecanismos democráticos e integradores en una síntesis superior al interior de la izquierda, sino que han sido causa de estériles disputas de aparato que disociaron más todavía la FUBA y los Centros del conjunto del estudiantado. Por eso, hay notorios avances de las fuerzas más conservadoras de la UBA como el radicalismo en Medicina, Económicas o Derecho. Ya explicamos en un artículo anterior de este mismo periódico que no vemos un avance “aluvional” de la “derecha”, ya que en el movimiento estudiantil el voto a Nuevo Espacio o Nuevo Derecho no expresa de forma lineal un voto a la UCR o el PS. Es más confusa la relación. Pero sí hubo retroceso de la izquierda y esto fue categórico. En particular de FIT-PO en Medicina. Por eso, es clave barajar y dar de nuevo: hace falta una orientación que relance la Federación y los Centros como organismos vivos y democráticos, plurales y representativos del conjunto de las corrientes de ideas del movimiento estudiantil y que sean palancas de movilización en defensa de las reivindicaciones sectoriales y del conjunto de los trabajadores y los sectores populares contra el ajuste en curso. Para esa tarea es imprescindible un nuevo marco de alianzas al interior de la política universitaria.
Ni sectarismo ni oportunismo: reagrupamiento programático de izquierda, amplio e integrador
Frente a este cuadro de situación desde nuestra ubicación política impulsamos un reagrupamiento político que sintetice en programa esa orientación necesaria. Confluimos positivamente así con La Mella y otras organizaciones –Seamos Libres/Gleyzer, FER (El Brote/La Brújula)– con las que tenemos una comprensión común de la situación en la universidad y las tareas hacia adelante. Tenemos matices y diferencias importantes, eso es innegable. Pero nuestro contrato político se resume en el conjunto de propuestas que formulamos y la concepción que abonamos para el relanzamiento de los centros y la FUBA. Frente al cerrado sectarismo del FIT que critica las diferencias del Vendaval al que ataca como “rejunte” no puede explicar por qué sería superior un frente meramente electoral de carácter cooperativo como Izquierda al Frente que no logra siquiera distribuir un volante en común en la UBA y actúan con una dinámica donde lo más importante es lo que los diferencia entre sí, más que lo que los une. Esa concepción monolítica y cerrada fue llevando al movimiento estudiantil a una encerrona que plantea hoy como posibilidad cierta por primera vez después del 2001 que las fuerzas conservadoras de la UBA recuperen la FUBA. Esa hipótesis ya condensa un primer balance necesario. De nuestra parte reivindicamos un tipo de orientación táctica que combina dialécticamente la unidad programática entre fuerzas distintas y la diversidad política de identidades que expresa de forma manifiesta diferencias y matices que puestos al servicio de una perspectiva común y procesados con métodos democráticos son una variable de fortaleza. Con este anclaje nos preparamos para dar la pelea política en las próximas semanas por otro curso para el movimiento estudiantil.
Federico Castagnet, candidato a vice-presidente en Filo y Sofía Martínez, candidata a vice-presidenta en Sociales.