Cuando escribo estas líneas miles de personas acaban de marchar por las calles de Hong Kong en repudio a la violenta represión contra los jóvenes y manifestantes pro democracia en horas de la noche del martes. La represión utilizó porras, gas pimienta, agentes disfrazados de paisanos, para desalojar una avenida y la entrada de un túnel en las cercanías de la sede del gobierno local. Dejando como saldo 45 manifestantes detenidos, entre ellos a Ken Tsang, miembro del opositor Partido Cívico y uno de los notables encargados de elegir al gobernador.
Esta nueva represión policial, es parte de una escalada de ataques que, utilizando incluso elementos parapoliciales de la mafia de las triadas, intenta desarticular una masiva protesta que en la ciudad china de Hong Kong ha ocupado las calles desde el 28 de Setiembre pasado exigiendo elecciones libres y la dimisión inmediata del gobernador Leung Chun-ying.
La rebelión democrática que en las últimas semanas cobró un vuelo inesperado para las autoridades de Hong Kong y de Beijing, tiene sus orígenes en el reclamo del pueblo hongkonés para que se cumpla la promesa del régimen chino de instaurar un gobierno democrático en esta antigua colonia británica, que fue traspasada al control de China en el año 1997, bajo el lema “dos sistemas, un país”. Esta consigna hace alusión al respeto que el régimen de la dictadura China tiene sobre los negocios de la burguesía local, las multinacionales y el funcionamiento capitalista del viejo enclave británico, con el cual tiene grandes intereses en común, cimentados en el proceso de las últimas décadas de vuelta al capitalismo. La población de Hong Kong como parte de este estatus especial, pese a no poder elegir a su gobernador, ha logrado algunas reformas parciales en un sistema electoral restringido y goza de libertades democráticas que no posee el conjunto del pueblo chino.
El gobernador de Hong Kong es elegido por un club de 1.200 notables representantes de la élite empresarial hongkonesa. El reclamo de elecciones con sufragio universal llevó a la burocracia gobernante en Beijing a prometer estas elecciones para el 2017. Pero en Agosto de este año el gobierno de Xi Jinping informó que en realidad lo que el pueblo podía elegir, era solo entre 2 o 3 candidatos previamente aprobados por el gobierno central.
La revolución de los paraguas (1)
El anuncio de Beijing fue el detonante de la protesta estudiantil. El 22 de Setiembre la HKFS (Federación Estudiantil) convoca una huelga que suma a más de 13.000 estudiantes universitarios. El 26 del mismo mes se suman los secundarios. Los profesores de la Universidad dictan clases públicas en la Plaza Cívica frente a la sede del gobierno y el parlamento local.
El último día de la huelga los estudiantes y la gente que los apoyaba rompieron las barreras de la policía, la que los reprimió con gas pimienta y detuvo a tres de los principales líderes estudiantiles. En respuesta miles salieron a las calles exigiendo la liberación de los estudiantes. El 27 Occupy Central llamó a la desobediencia civil y el 28 decenas de miles de personas ocuparon las principales calles de la ciudad. Volvió a reprimir la policía y en respuesta 100.000 hongkonesés colmaron las calles el día 29. Para ese día la Confederación de Sindicatos de Hong Kong (HKTUC) declaró una huelga general, y varios sindicatos respondieron al llamado. Desde entonces y hasta ahora la policía no había vuelto a reprimir un levantamiento que en las horas de la noche a llegado a convocar hasta 200.000 personas ocupando cuatro zonas céntricas.
La dirección de la protesta
Joshua Wong un adolecente de 17 años es una de las caras más conocidas de la protesta. Pese a su corta edad fue fundador cuando tenían 15 años de la agrupación estudiantil secundaria “Scholarism” que logró convocar a marchas de 120.000 estudiantes contra el programa “Educación Nacional y Moral ”que elogiaba las virtudes del Partido Comunista de China. El programa fue finalmente descartado.
El otro componente es la Federación de Estudiantes de Hong Kong, dirigida por Alex Chow Yong-kang, que es un ala muy combativa de la protesta y finalmente el Movimiento Ocuppy Central con Amor y Paz, que catalizó las protestas prodemocráticas en Hong Kong hasta la irrupción estudiantil y dirigido por el profesor de derecho Benni Tai tiene propuestas de lucha más moderadas.
La fuerza de la movilización y la ausencia de fuertes aparatos que intenten contenerla se expresa también en lo que analistas y cronistas del conflicto señalan sobre la falta de estamentos definidos en la organización de la protesta y un importante estado asambleario en su funcionamiento.
Las perspectivas
La pelea es muy dura. Por un lado la protesta democrática tiene un masivo apoyo de la población de 7 millones de hongkoneses que en un plebiscito no oficial se pronunciaron en un 90% por elecciones libres (votaron 800.000 personas). Y que, frente a la represión a los estudiantes han salido masivamente a las calles. La “primavera democrática” hongkonesa tiene sus raíces también, en un deterioro del nivel de vida del pueblo y una creciente desigualdad social, fruto de las consecuencias de la crisis mundial en la otrora prospera colonia capitalista.
Por el otro, al gobierno chino de Xi Jinping le es difícil aceptar hasta pequeñas concesiones políticas. Ya que la burocracia china tiene terror al efecto contagio y que la lucha de Hong Kong se extienda por todo el territorio continental, en el cual los trabajadores vienen desarrollando importantes protestas y reclamos, como consecuencia de la ralentización del crecimiento del gigante chino y sus consecuencias sobre su nivel de vida.
El fantasma de Tiananmén surca el cielo de Hong Kong. Que esta provincia China se convierta en la puerta por la que ingrese la revolución democrática es un motivo de grave preocupación del poder central. Su táctica, hasta ahora, han sido promesas de diálogos nunca concretadas, combinadas con la represión policial y de patotas de la mafia para hostigar al movimiento. Para aplastarlo necesitarían las tropas, que ahora vacilan en usar. Apuestan al desgaste. Pero aún cuando la protesta sufre el natural cansancio de semanas en las calles, su vitalidad renace ante cada golpe represivo, ante cada ataque.
Están equivocados los que como el Partido Obrero señalan: “El contenido de clase del movimiento, sin embargo, es capitalista” (Prensa Obrera 1334). No entienden que las luchas y revoluciones democráticas tienen un contenido anti capitalista en esta etapa, porque van contra el corazón de los regímenes que sostienen el sistema. Por eso la burocracia capitalista de China cambio el régimen de propiedad, pero mantiene una férrea dictadura para sostenerlo. Y esta maniobrando para evitar que la revuelta se convierta en revolución triunfante.
Por eso la primavera democrática hongkonesa tiene tanta importancia. Y es necesaria la más amplia campaña internacional de apoyo a sus reclamos, para que cese la represión, se vaya el gobernador y se organicen elecciones libres y democráticas.
¡Viva la revolución de los paraguas!
Gustavo Giménez
(1) Se llama así al levantamiento hongkonés, dado el uso constante de paraguas que tiene la población para protegerse del sol y de las frecuentes lluvias. Los paraguas se convirtieron en un arma defensiva contra el gas pimienta de la represión policial.