El próximo 3 de noviembre se cumplen 40 años del asesinato del dirigente del PST César “el Negro” Robles a manos de una banda fascista de la Triple A. Su asesinato siguió al de otros dos militantes de base, el trabajador de Nestlé Juan Carlos Nievas y el estudiante secundario Rubén Bouzas, en un día de furia para las bandas fascistas ya que los Montoneros habían asesinado al jefe de policía de Isabel y López Rega el comisario Villar.
Se realizaba en Buenos Aires el Congreso Nacional del PST y César, que había asistido al mismo había perdido el vuelo de regreso a su regional Córdoba y fue interceptado por un operativo cuando se dirigía a la casa de un familiar en Caballito.
Cuando las balas fascistas le arrebataron la vida, César con sus 36 años de edad ya era un dirigente probado y muy querido del Partido Socialista de los Trabajadores. Proveniente de una familia anti peronista militante, a los 17 años ingresó a Palabra Obrera y se fogueó en las luchas de los trabajadores de aquellos años. Cuando en el año 1970 va a militar a Córdoba con la tarea de meter al partido en esa magnífica vanguardia que dio el Cordobazo sólo seis compañeros integraban la militancia de la regional. En tan solo cuatro años Córdoba era una regional de 400 militantes y contaba entre sus filas a dirigentes obreros de la talla de José Francisco Páez, Domingo Bizzi, Sufi o Milesi.
César, como todos los militantes de aquellos años se forjaron en la pelea por construir un partido revolucionario con fuerte implantación en el movimiento obrero dando una fuerte batalla política contra las organizaciones guerrilleras y las corrientes ultras de la época que propiciaban acciones foquitas y ejemplares y jugaban un rol lamentable arrastrando a una pelea estéril a muchos dirigentes obreros y estudiantiles.
Como parte de esa batalla y al servicio de construir la corriente internacional liderada por Nahuel Moreno fue a Europa y Estados Unidos, para combatir contra la fracción que dirigía Ernest Mandel y que encabezaba el SU de la IV Internacional.
El asesinato de César, como el de Juan Carlos y Rubén, fue un segundo gran golpe al partido ese duro 1974. Antes, el 29 de Mayo fueron asesinados el Tano, Tony e Hijitus en la conocida Masacre de Pacheco, que junto al asesinato del Indio Fernández iniciaron una cadena de muertos del PST a manos de las bandas fascistas. Ninguno de esos golpes pudo detener a los compañeros del PST. Su pasión revolucionaria, su confianza en las luchas de la clase obrera y en el partido eran su sello de vida.
Entre sus papeles César nos dejó una frase que grafica esa tradición: “no tengo nada de qué arrepentirme de lo hecho en mi vida, ya que mis mayores esfuerzos los he entregado a la lucha por la clase obrera internacional y el socialismo; las únicas causas por las que merece la pena vivir en esta etapa de la humanidad”.
G.G.