Cuando comenzó el tironeo por el fallo de Griesa a favor de los buitres, el gobierno lanzó una campaña publicitaria muy fuerte, buscando aparecer como antiimperialista o al menos defensor de cierta soberanía. Aunque han venido pagando puntillosamente esta deuda ilegítima y fraudulenta (y lo van a hacer también en este caso), desde la rosada salieron con la consigna «Patria o buitres».
Con la reforma al Código Civil y con la pretendida para el Código Penal, los voceros del oficialismo salieron a festejar la inclusión de derechos. Sin embargo tanto en un caso como en el otro, se hicieron concesiones a la Iglesia católica y a los planteos reaccionarios que pretenden estigmatizar a los extranjeros, a los jóvenes marginados, etc. Así quedó demostrado con la reciente negativa a poner en el temario del congreso el debate sobre el derecho a decidir, planteado por el proyecto que motoriza la Campaña Nacional por el derecho al aborto Legal, Seguro y Gratuito.
Con la Ley de Hidrocarburos, mejor bautizada «Ley Chevrón», se actuó de manera similar. Discursos hablando del desarrollo y la soberanía energética, para esconder una descarada entrega de recursos naturales a la multinacional norteamericana. Ahora está en debate un proyecto que, aunque se presenta como democratizador, favorece claramente a las empresas de telefonía para que se queden con una gran parte del negocio de las telecomunicaciones.
De esta manera se mueve el gobierno: avanza en nuevas medidas de ajuste sobre el pueblo y grandes negocios para las corporaciones, pero las presenta adornadas con un disfraz progresista.
No hubo en el último trimestre ninguna señal de recuperación de la economía. Fracasó el «compre» en 12 cuotas, las ventas no recuperaron los números anteriores. Sigue en crisis la industria automotriz, caen los patentamientos y las ventas de usados, sobre todo autos de media y baja gama y motos, mantienendo los de alta gama, confirmando la mayor concentración económica. La disminución de la brecha en el dólar no despeja el fantasma de una nueva devaluación. El otro dato duro es la crisis energética, que obliga a importar combustible y gastar reservas para pagarlas, sumadas al problema estructural de déficit de infraestructura. Todo un combo de cara al verano avizorando nuevos y mayores cortes de luz. La inflación sigue altísima y los reclamos del bono de fin de año arrecian en los gremios. Los docentes bonaerenses y los bancarios pararon 48 hs, en medio de una extendida bronca que nutre la jornada de la CTA Autónoma convocada para el 20 de noviembre. Lamentablemente el paro nacional que se necesitaba para derrotar el impuesto al salario y reabrir las paritarias, ha quedado borrado de la agenda de Moyano y sus amigos.
El accionar del gobierno puede llegar hasta donde ha llegado, en primer lugar, por la responsabilidad política de los partidos y dirigentes de la oposición. Massa, Macri, Cobos, Sanz y los distintos pedazos de la UCR, Carrió, Binner y UNEN. Más allá de sus diferencias, todos se colocan a la derecha del propio gobierno. No tienen propuestas para la inflación, la inseguridad, la pobreza, la educación o la salud. Sólo sacarse fotos para negociar listas para el año que viene y pelearse por hacer alianzas electoraleras que no sirven para resolver nada.
Moyano y Barrionuevo, también tienen gran responsabilidad. Mientras el país entero debate que los sueldos no alcanzan, se reclama bonos de fin de año, aumentos, etc., estos «representantes», sacan cuentas para ver con qué fracción del PJ se acomodan, pensando en mantener sus privilegios con el próximo gobierno.
Este «pacto de gobernabilidad» entre el gobierno, la oposición y las distintas alas de la burocracia sindical tiene como objetivo llegar a 2015 con el barco a flote, evitando que los reclamos sociales puedan poner en riesgo los negocios capitalistas.
Estos movimientos y pactos «por arriba» pueden impedir una expresión generalizada del malestar que se ha venido incubando en amplias franjas de la sociedad. Pero no puede detener un fenómeno de enorme importancia: la búsqueda de cambios de fondo en la que se encuentran millones, a lo largo y ancho del país.
Más aún, el corrimiento a derecha en las acciones del gobierno y la ubicación de la oposición y las burocracias, agigantan el espacio político a la izquierda de todos esos proyectos.
Sin dudas, será éste el proceso más dinámico de los próximos meses, que el sistema intentará detener y los que queremos cambiar esta realidad tendremos que ayudar a extender. Si la izquierda se uniera, podría ser opción de gobierno. Mientras instalamos nuestro proyecto de nueva izquierda en todo el país y la fórmula Bodart, Ripoll, insistimos en nuestras propuestas de unidad de toda la izquierda polñitica y social. Las PASO pueden ser un mecanismo apto para conseguirlo.