Reproducimos la declaración de nuestro partido, ante el acuerdo entre Cuba y EEUU del mes de diciembre.
El anuncio del acuerdo alcanzado por los gobiernos de Obama y Raúl Castro tras la gestión y protagonismo del Vaticano, trajo aparejados toda una serie de debates. Antes de referirnos a los mismos, partimos de compartir con el pueblo cubano y con la militancia antiimperialista del mundo, la conquista de haber logrado la libertad de los héroes cubanos que estaban presos en las cárceles de los Estados Unidos. Nuestro partido ha sido parte de la campaña internacional por su libertad, incluyendo hace pocos meses un viaje de Alejandro Bodart a Cuba reforzando ese reclamo. Por eso compartimos con toda Cuba y con las familias de los presos, la alegría de su retorno a la isla que es una victoria concreta ante el enemigo imperialista que durante años privó ilegítima-mente de la libertad a estos cubanos.
Compartimos también con el pueblo cubano, la constatación de que la política de embargo y aislamiento sobre Cuba de más de 50 años, se evidencie hoy derrotada al abrirse paso a una nueva situación y a relaciones políticas distintas. El heroísmo, la capacidad de resistencia y la enorme conciencia anti-imperialista del pueblo cubano, han logrado que el imperialismo yanqui no haya podido derrotarlos en tantos años. Todo esto, es un triunfo político muy positivo, EEUU tiene que renunciar a seguir con su política anterior de hostigamiento, y esto nos motiva a realzar como conclusión política y social, que los pueblos cuando luchan con todas sus fuerzas, tienen enormes posibilidades de vencer y evitar que los poderes imperiales quieran aplastarlos. En ese sentido va nuestro reconocimiento al pueblo cubano y a su rica historia.
Los motivos del cambio de EEUU
Al mismo tiempo, el acuerdo alcanzado por los gobiernos de Cuba y EEUU se transformó en un hecho de alcance mundial y en motivo de todo tipo de análisis. El cambio en la política de EEUU y Obama hacia la isla parte, como decimos al inicio, del fracaso de su política anterior por un lado y se combina con una serie de razones por otro. EEUU hoy está afectado por movilizaciones y reclamos dentro de su frontera y por un contexto mundial que dinamiza su propia crisis; estamos ante un imperialismo muy debilitado en su poder hegemónico que necesita nuevas políticas para intentar seguir actuando para no perder más poder ante otras potencias en ascenso comercial como China o Rusia. En el contexto de esta crisis global, no casualmente la Iglesia viene actuando más enérgicamente con política e iniciativas y aquí también lo hizo. Y como sabemos, no es en función de intereses socialistas que lo hace sino de salvaguardar el capitalismo existente.
A su vez, EEUU necesitaba cambiar de política sobre Cuba para que esto también repercuta sobre su política en Latinoamérica, donde tiene el objetivo de recuperar algo del terreno perdido esta última década. No casualmente Obama, en su explicación sobre el acuerdo incluyó la frase «Hoy vamos a renovar nuestro liderazgo en el continente americano». Reafirmando que es uno de sus objetivos con este acuerdo.
Al mismo tiempo, no son estos los únicos elementos que hacen posible el acuerdo. También entra en juego la necesidad de EEUU de ser parte activa del proceso de apertura económica que se evidencia en la isla. En el plano económico de su relación con Cuba, ya un sector importante de su propia gran burguesía se manifiesta a favor de ser parte de los negocios que se abren en la isla, negocios que hasta hoy usufructúan las potencias europeas, China, Rusia y Brasil. Esos sectores quisieran terminar con el bloqueo para facilitar su estrategia. El acuerdo marca, desde este punto, un cambio a favor de estos intereses económicos yanquis para comenzar a entrar en los debates comerciales de la isla y como de nuevo dijo Obama frente a la prensa, «quiero influir en los cambios que vienen en Cuba». Dejando en claro el peligro de su intencionalidad.
¿Hacia dónde va Cuba?
Junto al acuerdo alcanzado, hay un debate profundo sobre las perspectivas de Cuba. Las medidas económicas que se vienen tomando desde hace varios años y que dieron un salto este 2014 con la votación de la nueva Ley de Inversiones extranjeras colocan la incertidumbre sobre el rumbo. Se han comenzado a abrir las puertas de Cuba a distintos actores económicos europeos, chinos y brasileros, y al normalizar las relaciones con EEUU esa apertura comenzará a llegar a empresas de origen estadounidenses.
Esto abre nuevos interrogantes y tenemos que hacernos preguntas importantes ¿Esas medidas fortalecen a la revolución cubana? ¿O más bien la debilitan por el riesgo que abre en dinámica? En nuestra opinión, lo más probable es esta última hipótesis; el peso de los capitales extranjeros va a ir actuando como una presión constante sobre el carácter socialista de la revolución y generando nuevas desigualdades sociales. Y puede incluso hacer que Cuba vaya cada vez más hacia un modelo análogo de capitalismo de estado. Esa dinámica ya ha comenzado a palparse y sentirse con el comienzo de las desigualdades en la isla, aunque todavía sea en el marco de grandes conquistas sociales como en salud y educación, pero el problema esencial no es ver el glorioso pasado ni el más contradictorio presente, sino ver la dinámica del proceso general y del acuerdo alcanzado en particular, eso es lo más preocupante desde el punto de vista socialista.
Otro debate lógico y actual, es si estas medidas de apertura son parciales y tácticas por una coyuntura nacional e internacional difícil, o si es un rumbo que va a ir consolidando hacia otro proyecto político-económico. La respuesta a esa pregunta no es menor, ni se soluciona con declaraciones desde Cuba reafirmando «el socialismo cubano». Por dar sólo un ejemplo, el gobierno chino aún hoy habla de socialismo y se dice comunista, sin embargo el capitalismo ha entrado por todos los poros de ese gigante, impulsado y controlado desde el aparato de estado y del PCCH. Desde ya China y Cuba tienen enormes diferencias, no se trata de pretender igualarlos. Pero al menos como hipótesis bastante probable hay que ver si en esencia, hay un rumbo similar de modelo económico-social y si las inversiones chinas en la isla alientan esa unidad de modelo.
Desde ya, la situación internacional que combina una crisis sistémica del capitalismo con falta de países socialistas en los cuales apoyarse, presenta un horizonte de dificultades que no pueden minimizarse y eso hacía necesario buscar salidas diversas a situaciones difíciles, salidas que debieran ser debatidas y decididas democráticamente por el pueblo cubano. Lógicamente, Cuba no puede derrotar por sí misma al imperialismo ni avanzar por su cuenta al socialismo, se necesita que actúe la lucha de clases a nivel internacional y latinoamericano y el apoyo de otros países. El debate, es si se está aprovechando en sentido correcto ese contexto o no. Y creemos que esa misma crisis global y el proceso latinoamericano abren también otras posibilidades que lamentablemente hasta ahora se han ignorado.
Hay otro camino posible
En el contexto de crisis capitalista mundial y en el marco de una Latinoamérica con procesos nacionalistas y a la izquierda, se abrieron los últimos años las puertas a otro camino Era el camino que se evidenció en el proyecto ALBA en los momentos de mayor protago-nismo de Venezuela y en vida de Chávez. En esos años se alentó la cooperación Cuba-Venezuela que jugó un rol positivo en salud, educación y ayuda petrolera para Cuba. Lamentablemente, más allá de que aún existan elementos de esa cooperación, no se dio el salto que se había insinuado con el proyecto ALBA; que en esencia era conformar una nueva arquitectura política y económica independiente que contuviera a países como Venezuela, Cuba, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y otros. Este proyecto se ha ido diluyendo y dando paso a que se prioricen otros ámbitos, como la creación de la CELAC, que es una comunión de gobiernos de todo tipo, mientras a la par se priorizó el peso económico del Mercosur como reflejo de la burguesía regional, ganando cada vez más peso variantes como la brasilera que nada tiene que ver con un verdadero modelo independiente, soberano y antiimperialista.
¿Es el rumbo actual de Cuba un subproducto víctima de esta situación? Creemos que no, lamentablemente el propio gobierno cubano alentó este curso, cuando pudo colocarse junto a Venezuela proponiendo un camino de radicalización anticapitalista sobre el continente aprovechando la debilidad imperialista. Y aunque esa oportunidad se perdió, todavía hoy podría intentar retomarse en este nuevo contexto, de ahí la importancia de debatir qué mejores medidas pueden tomarse en defensa de la revolución cubana. Nosotros proponemos que sobre la base del fracaso de la política imperialista, en lugar de centrar en una mayor apertura capitalista se retome el camino del ALBA, eso ayudaría no sólo a Cuba en su difícil situación económica sino también a Venezuela, Bolivia y a todo país que se anime a romper con el modelo capitalista de expoliación y de corporaciones transna-cionales que nos saquean y centros financieros que nos ahogan. Este camino es posible, el debate es si se lo quiere tomar apoyado en la fuerza social de los pueblos o no.
Además, creemos que hace falta al interior de la revolución cubana una democratización, no la democracia falsa e hipócrita que pide el imperialismo al servicio de sus intereses. Sino una democracia real, que permita que todo trabajador y joven cubano pueda organizarse políticamente como quiera y no tener solo la opción del PCC, para que desde ese derecho pueda aportar a favor de la revolución. Una democracia real en el derecho a difundir ideas, en el acceso a los medios de comunicación y a propagandizar opiniones. Una democracia sindical no atada al estado y al PCC sino autónoma para que se sienta libremente la opinión de los trabajadores. Creemos que la mejor manera de defender la revolución cubana es terminando con el monolitismo político y del ejército sino alentar la mayor democratización, para que toda medida económica y política se debata y decida a fondo en el seno del pueblo cubano.
Cuba sigue siendo un país independiente y en ese sentido, seguiremos defendiendo ese carácter ante cualquier amenaza externa, más allá de los debates ante el curso actual. Y exigimos junto a su pueblo el fin del bloqueo que aún castiga a la economía cubana y que será una pelea lograr que finalmente se levante. Defendemos ante el imperialismo a Cuba, como defendemos a Venezuela, Bolivia y Ecuador. Esa defensa no nos impide alertar ante políticas que no consideramos correctas, el ejemplo de Venezuela es el más claro de esto: hoy navega entre su crisis más profunda fruto de la falta de cambios anticapitalistas en su estructura económica y los métodos burocráticos y persecutorios de sus cúpulas oficiales, esto la aleja y no la acerca de un futuro socialista.
Por eso mientras seguimos enfrentando los planes imperialistas en nuestro continente, la militancia de izquierda y todas las organizaciones tenemos que debatir a fondo esta realidad y sus consecuencias, proponer medidas y campañas antiimperialistas y anticapi-talistas, y buscar fortalecer la construcción de grandes alternativas unitarias de carácter antiimpe-rialista y anticapitalista que se jueguen a disputar el poder en nuestros países. Impulsemos en nuestro continente la coordinación de estas fuerzas políticas y sociales y el apoyo a cada lucha en curso.
Dirección Nacional del MST