Con el triunfo de Syriza en la mano , distintos integrantes del gobierno nacional saludaron los resultados y pretendieron emparentarse con este fenómeno. En su opuesto, algunos medios masivos opositores también tratan de igualarlos, aunque con otros objetivos. Pero ésa no es la realidad de los hechos. Es verdad que tanto la Argentina pos 2001 como Grecia sufrieron una profunda crisis económica y política y la irrupción de enormes movilizaciones sociales, como también el drama de la deuda externa. Pero el emergente político surgido de ambas crisis no es igual.
En nuestro país, a falta de una alternativa de peso desde la izquierda, el régimen pudo reciclarse a través de una variante del viejo PJ encarnada en el kirchenrismo, que llegó al poder político apadrinado por Duhalde. Luego vino el doble discurso y muchas cosas más, pero ese es su origen y no otro. En Grecia, Syriza es la expresión de un fuerza clara de izquierda que barrió con todos los partidos tradicionales. No es reciclaje de ninguno sino un emergente nuevo desde la izquierda.
Syriza es anticapitalista, mientras el kirchnerismo defiende al capitalismo, ahí radican diferencias políticas y de clase. Por este contraste de proyectos, los alcances y la perspectiva de uno y otro gobierno son distintos. En nuestro país, el kirchnerismo se va desgastando y encaminándose a una derrota entre la entrega de nuestros recursos estratégicos, la corrupción y la desigualdad social creciente. En Grecia, los primeros pasos de Syriza apuntan en dirección a izquierda. Veremos hasta donde llegan, pero claramente marcan un rumbo político que aquí nunca el kirchnerismo podría encarar, por su génesis distinta y su proyecto afín al régimen capitalista que defiende y no quiere cambiar.