Este fue un verano especialmente dramático en casos mediatizados de muertes por desnutrición. Néstor Femenía en Chaco, varios casos en Salta y otras regiones del país. En medio de la disputa de coyuntura electoral entre gobierno y oposición tradicional, este tema se manipula politiqueramente. El oficialismo a la defensiva relativiza la cuestión en boca de un desorientado Capitanich y desde el bando opositor formulan reclamos en general pero no plantean una sola propuesta alternativa. Estamos frente a un tema serio, donde todos los días cientos de miles de familias se juegan la vida especialmente la de los más chicos.
La guerra electoralista de K y anti-K embarra la cancha y amenaza ser el eje distraccionista que elude el debate de fondo. Pero como arranque de este artículo queríamos ubicar a nuestros lectores en la magnitud social del infanticidio en curso. Los datos “duros” de la estadística señalan:
En la Argentina, mueren ocho niños de menos de 5 años por día a raíz de enfermedades ligadas con la desnutrición
Según los datos del Centro de Lucha contra el Hambre, de la UBA, en el país hay 2.100.000 personas que no tienen garantizado el acceso a la comida
En total existen alrededor de 350 mil familias con problemas graves de alimentación cuyo impacto sanitario sobre los niños es de naturaleza infanticida
Estos datos de fuentes inobjetables – Red Solidaria y la UBA- están presentando como muestra, un categórico balance no solamente de esta década, sino de sucesivos gobiernos radicales y peronistas –aliancistas mediante- que colocaron a nuestro país en el ranking mundial del hambre. Es la “proeza” del país semicolonial que nos está dejando la partidocracia tradicional. Es clave reorganizar todo.
Capitanich, Alicia K, Manzur: culpables son todos… y todas
Hace pocos días un juez imputó a estos ministros por el delito de “abandono de persona” -entre otras causas- ante el caso del nene de 7 años muerto por hambre en Chaco, Néstor Femenía. Capitanich que se ganó ser “tendencia” en twitter con la etiqueta #CapitanichAsesino , arrancó explicando que el de Néstor era “un caso aislado, excepcional”. Alicia K como responsable del área social y Manzur –ministro de salud- también están imputados. Culpables son todos, efectivamente. Estos personajes, como explicamos en otro artículo de este mismo quincenario, son insensibles a la realidad cotidiana de la mayoría de la gente. En especial, de los sectores más pobres. Con sus sueldos millonarios y fortunas multiplicadas por 3, 4 o 25 veces –como en el caso de Manzur- poco tienen que ver con el día a día de las 350 mil familias que no logran garantizarse el derecho a comer. El estado ausente fue dominante como rasgo político en la década del 90, pero también ahora en situaciones masivas como ésta. Tienen que ir presos por “infanticidas”. Pero además, hay que tomar una medida estructural: todos los funcionarios tienen que vivir como “la gente”: salario equivalente al de una directora de escuela y obligación de usar lo público. Esta casta de privilegiados tiene que dejar de decidir el presente y el futuro del 99 % de la población, mientras viven como señores feudales en una burbuja de ventajas materiales.
Sí, se puede. La comida como derecho social
Frente a este cuadro de situación la clave es preguntarse ¿es inevitable en nuestro país que se mueran chicos por hambre? La respuesta la tiene que dar la política. Desde nuestra posición en la izquierda somos categóricos y concretos: no hay ningún escollo para garantizar el acceso a la comida necesaria y sana para toda la población. Lo que ocurre son varias cosas:
Bajo el capitalismo que mercantiliza todo, la comida es un bien de cambio, es un valor de mercado, una mercancía. Por lo tanto, no es accesible para todos.
El estado que podría intervenir para garantizar la compensación de esa inequidad –incluso en los marcos del capitalismo o una transición pos-capitalista- hoy actúa como gerente político de las corporaciones alimentarias que comercian en toda la cadena productiva con este insumo básico –desde Monsanto hasta Carrefour o Jumbo- priorizando la ganancia empresaria.
Entonces ¿hay otra orientación posible? Nosotros decimos lo siguiente:
Declarar la emergencia alimentaria en todo el país y garantizar un plan shock de acceso básico a la alimentación nutricionalmente necesaria para toda la población –en especial los niños
Reorganizar todo el sistema alimentario en base a una planificación diseñada con intervención democrática de la mayoría social y el estado que implique una reforma agraria, recolonización del campo, prohibición del agronegocio –transgénicos y glifosato incluidos- y la implementación de un modelo basado en la orientación de la “agricultura agroecológica de proximidad”.
Comercialización estatal de alimentos básicos a precios de costo –o gratuitos para los casos de necesidad social- con control sanitario basado en el contralor de organizaciones socioambientales y de trabajadores
Evidentemente, este programa es solamente posible de concreción, en base a la movilización social de una mayoritaria y activa masa crítica y una herramienta política que desde la izquierda se proponga gobernar. En particular el MST- Nueva Izquierda integra a su plataforma de propuestas esta perspectiva que asume el derecho a la alimentación como un valor humano básico.
Mariano Rosa